Fortaleza digital con el aguinaldo
Se habla mucho de la equidad de género, que si no hay igualdad al ocupar un puesto o al percibir un sueldo, que si la población femenina sigue siendo la más ignorada, golpeada, asesinada, discriminada… bla, bla, bla, pero no sólo eso, las propias mujeres nos quejamos siempre de que vivimos en una sociedad machista en donde persisten los prejuicios y actitudes que frenan nuestro desarrollo, de verdad que no hay momento en el que no nos quejemos, como dijera una amiga: ¿“velda o metila”?.
A mi parecer, el machismo es el punto medular del maltrato y discriminación hacia la mujer; pero eso no es lo malo, lo peor es que nosotras las mujeres, aunque nos duela reconocerlo y algunas se van a molestar por lo que digo y se me van a ir encima, somos las causantes de este machismo feroz y esa misoginia que nos está matando a todas.
Hagamos memoria y seamos honestas, cuántas veces hemos oído decir a nuestras propias madres, e incluso nosotras mismas hemos caído en tan garrafal y estúpida actitud: “no hijito tu no hagas eso, eso es cosa de mujeres, que lo haga tu hermana”, “sírvele a tu hermano…”, “plánchale su ropa a tu hermano…”, “amarren a su pollitas, que mi gallo anda suelto…”, “hijito, tu anda con cuanta mujer se te antoje, al fin eres hombre”, “mi hijo no tiene la culpa, esa vieja es la culpable, esa que se le metió hasta por los ojos”, “mi hijo solo respondió como hombre, pues a quien le dan pan que llore”, “él es hombre…esa que andaba de resbalosa”, “no, mi hijo no es así”, “no mijo que ninguna vieja te venga a gritar, tu mándalas”, “ella quién es para mandarte, ella es la que tiene que hacerse cargo de la casa y de los niños…tu no mijito”, “mientras puedas, tu anda con cuanta vieja se te antoje”… y así la letanía de freses puede llenar este espacio y muchos más.
Como les decía, lo peor es que estos “consejos” vienen del propio seno familiar, de la mujer, de nuestras propias madres; nosotras las mujeres que somos el núcleo de la familia y en nuestras manos está la educación de los hijos (hombres y mujeres), de los seres humanos, de los individuos que más adelante manejarán una casa, una familia, una oficina, una empresa, un grupo, una sociedad, un país; somos las que entrenamos, capacitamos, enseñamos a los hombres que mañana nos masacrarán, asesinarán, golpearán, discriminarán, humillarán, violarán, vejarán…
Pero no solamente entrenamos a los hijos varones para que nos humillen y hagan de nosotras lo que les plazca, también somos culpables de otra manera: no somos solidarias con nuestro propio género; en lugar que veamos por nosotras mismas, que nos apoyemos, que nos ayudemos entre sí, que nos echemos la mano, lo primero que hacemos es buscar cómo perjudicar, cómo denostar a la “amiga”, a la compañera, a la hermana, a la vecina, a la jefa.
Hay mujeres que emprenden una lucha enfermiza en contra de cualquier mujer, quitándole al novio, al marido, coqueteando con el chavo que a la otra le gusta, metiendo zancadillas en el trabajo, hablando mal de la compañera, de la amiga o de cualquier mujer que se le atraviesa, discriminando a otra mujer, solo por ser mujer, porque no me digan que no, cuántas veces hemos escuchado: “…es una mujer la que viene de jefe, mmm quién sabe cómo nos vaya, no es por nada, pero las mujeres no saben de esto, mejor que se vaya a cuidar niños y a lavar trastes…mejor nos hubieran puesto a un hombre, ellos sí que saben llevar una oficina…”
Nos quejamos tanto de esos flagelos y somos nosotras mismas las que alentamos discriminación, violencia, humillación ya sea por parte de un hombre o de una mujer; terminemos con esto, las mujeres que tienen en sus manos la educación de sus hijos háblenles de la equidad de género, que ninguno es más que el otro, que hombres y mujeres merecemos respeto, seguridad, amor… En nuestras manos está acabar con la discriminación y el machismo.
Hasta el próximo viernes, por lo pronto aquí les dejo esto de tarea…
QMex/mmv