No obstante, el también profesor de Derecho en Yale opinó que algunos litigios han ayudado a restarle protección a las productoras de armamento.
En 2003 Daniel Williams, un estudiante de 16 años y promesa del basquetbol estadounidense, fue herido mientras practicaba afuera de su casa en Nueva York. En octubre pasado, una corte neoyorquina le permitió a Williams demandar al fabricante y al vendedor del revólver que se usó para herirlo.
Williams alega que el vendedor tenía razones para conocer al comprador, ya que es un traficante de armas.
“Este tipo de litigios pueden tener éxito para el demandante, aunque no son suficientes para mejorar la política de control y venta de productos bélicos”, señaló Cohen.
El editorialista comentó que éste tipo de demandas ayudan a que los vendedores y fabricantes sean más prudentes al comercializar sus productos.
Un ejemplo común son las leyes contra las tabernas, que les permiten a víctimas de conductores en estado de ebriedad demandar a los bares que les vendió alcohol, bajo la premisa de que los dejaron manejar borrachos.
Con la protección de la PLCAA, el negocio de las armas dejó de fijarse en la seguridad de sus productos. El Congreso debe revocar la ley y exigirles acatar los estándares de responsabilidad y seguridad impuestos a las demás industrias, concluyó el autor del libro “Nothing to Fear”.
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