
El legado de Francisco
LA PANDEMIA Y LA ECONOMÍA XCVI… Las historias del narco, la violencia y la impunidad. El Estado rebasado para poder frenar este clima de agresividad cada vez más creciente.
Reanudamos actividades luego de una prolongada ausencia por temas de salud. Desde antes de que se iniciara este sexenio, los signos de violencia a lo largo y ancho del país ya se venían agravando y la política de “abrazos, no balazos”, además de errónea y estúpida, vino a recrudecer la grave situación que impera en algunas regiones del país, donde diversos grupos delincuenciales se han apoderado de amplios territorios como son los casos en los estados de Guerrero, Michoacán, Jalisco, San Luis Potosí, Zacatecas, Tamaulipas y Chihuahua, por mencionar algunos.
En dos años de la pandemia del Covid-19 y sus variantes han fallecido alrededor de 485 mil mexicanos y en los sexenios de Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto y lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador, se han cometido 270,351 homicidios dolosos, de los cuales, más del 90 por ciento han quedado impunes. Eso, sin contar que hay alrededor de 200 mil personas desaparecidas y que fueron sepultadas o incineradas en fosas clandestinas.
Estos niveles de violencia no se pueden comparar con la guerra entre Rusia y Ucrania, por ejemplo.
No hay día que no veamos imágenes de personas que han hecho de la protesta social su modus vivendi, sin que la autoridad les ponga un freno. Ejemplos sobran. Las tomas de las casetas, las violentas manifestaciones sobre la avenida Paseo de la Reforma en la capital del país, donde grupos de encapuchados y encapuchadas con martillos y otros objetos contundentes en mano, rompen aparadores o dañan monumentos históricos nacionales; asaltan masivamente tiendas como Oxxo o Seven; agreden a transeúntes. En Guadalajara atacaron edificios históricos al igual que lo hicieron en Zacatecas; agreden sin piedad a grupos policíacos, les arrojan bombas molotov, piedras, botellas de vidrio, palos filosos y hasta les lanzan fuego.
También, vemos escenas televisivas de como grupos de embozados fusilan a personas en Michoacán, desaparecen los cadáveres y “lavan” las calles o cómo lanzan drones con explosivos o ponen bombas terrestres para frenar el paso de los carros militares. O en las redes sociales, circulan los videos de grupos beligerantes clandestinos mostrando verdaderos arsenales que ingresaron ilegalmente o con la complacencia de autoridades estadounidenses y mexicanas a territorio mexicano, cuyos mensajes son amenazantes tanto para la autoridad como para los grupos rivales.
Ahora, los merolicos televisivos se han convertido en verdaderos jueces para condenar los hechos violentos en el estadio Corregidora de Querétaro, cuando hordas de inadaptados cobijados “en grupos de animación” de los equipos de Gallos Blancos y del Atlas, de Jalisco, se dieron con todo en una batalla campal, donde salieron a relucir, navajas y otros objetos peligrosos que jamás debieron permitirse dentro de un escenario deportivo, a donde acuden familias. En fin.
¿Qué debemos hacer como sociedad ante estos graves fenómenos de violencia?
Debemos exigir que las autoridades de los tres niveles de gobierno trabajen de manera conjunta y coordinada para recuperar los espacios que han cedido a los grupos delictivos y que han venido afectar severamente la economía nacional. La producción de frijol en Zacatecas está prácticamente paralizada ante la diáspora que se ha dado en varias comunidades ante la llegada de grupos violentos. En Michoacán, la producción de aguacate y limón se han visto seriamente afectadas. En Guerrero, varias toneladas de fertilizante que regala el gobierno se destina para el cultivo de amapola y mariguana, en lugar de usarse para la siembra de maíz.
Mientras tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo ayer en la mañana:
“Debemos de tener en cuenta, en consideración, ante estos hechos lamentables, que se debe continuar moralizando al país y atendiendo los orígenes de la violencia, las causas de la violencia. Antes se pensaba que sólo con medidas coercitivas se podía resolver el problema de la inseguridad y de la violencia en México. Eso incluso era relativo, porque el tema de la seguridad en algunos gobiernos estaba en manos de la delincuencia, ya no voy a subrayar cómo se infiltraron hasta lo más alto del gobierno los delincuentes y cómo se alimentó y nutrió mutuamente la delincuencia organizada y la delincuencia de cuello blanco, pero es muy importante que tengamos eso claro.
Y según él:
“La paz es fruto de la justicia, hay que atender las causas, hay que combatir la desigualdad económica y social, hay que atender a los jóvenes, hay que desterrar la corrupción, hay que fortalecer a la familia, evitar la desintegración de las familias. Ese es el camino y eso es lo que hemos iniciado, pero esto son resabios de los gobiernos neoliberales anteriores o de todo el periodo en que se apostó a la corrupción y a la impunidad y al abandono del pueblo. Y esto que estamos iniciando, que es un proceso de transformación, que comenzó hace tres años, está empezando a dar frutos, pero va a llevar tiempo porque es un proceso de transición donde lo viejo, lo anacrónico, el viejo régimen no acaba de morir y además todavía prevalece en mucha gente que se formó en ese ambiente, y lo nuevo está naciendo, no acaba de nacer.
Pero la enseñanza mayor es no dejar de moralizar a México, no dejar de insistir en que sólo siendo buenos podemos ser felices, no dejar de insistir que la felicidad no es la riqueza, los bienes materiales, o no sólo es eso, sino estar bien con nosotros mismos, con nuestra conciencia, con el prójimo. Además, pónganse a pensar o vamos todos a pensar, que me diga alguien qué programa se aplicó en el periodo neoliberal en favor de los jóvenes. Ninguno, lo más que hicieron fue señalarlos como ‘ninis’, tratarlos de manera discriminatoria, con burla, ‘ni estudian ni trabajan’. ¿Cuándo se habló de que había que atender las causas? ¿Y qué se hizo en favor de los más necesitados, de los pobres? Nada, el gobierno estaba dedicado a servir a las minorías que se dedicaban al mismo tiempo a saquear al país. Entonces, por eso hay que seguir atendiendo las causas.
Dijo que en el caso lamentable de Querétaro “nosotros no vamos a responsabilizar al gobernador, él está haciendo su trabajo; además, está informando bien. Entonces, ver las cosas con mucha objetividad, no hacer apología de la violencia y no estar pensando que si hay violencia se van a beneficiar nuestros adversarios. ¿Apostar a la violencia? No. Tenemos que apostar a la paz, al amor al prójimo.
Hizo un llamado a las mujeres que van a manifestarse hoy, “para que no se caiga en provocaciones y no haya violencia, porque tenemos información de que se están preparando con marros, con sopletes, con bombas molotov ¿De qué se trata? Ya eso no es defender a las mujeres, ni siquiera es feminismo, esa es una postura conservadora reaccionaria en contra nuestra, en contra de la política de transformación, que es una postura totalmente política, ¿y saben de quién?, de los que enarbolan —supuestamente también— la igualdad de género, la igualdad ante la ley, la igualdad ante Dios, pero se les olvida, porque no les conviene, la igualdad económica y social. No están pensando en combatir la pobreza, que afecta a hombres y a mujeres, la igualdad económica y social que tiene el mismo rango que la igualdad de género, que la igualdad ante la ley.
Durante este año cinco periodistas han sido asesinados en México. Lourdes Maldonado, José Luis Gamboa, Margarito Martínez, Roberto Toledo y Heber López fueron asesinados en hechos distintos, en Veracruz, Baja California, Oaxaca y Michoacán.
El reporte ‘MX: La Guerra en Números’, de T-ResearchMX, detalla que, de acuerdo con el registro de homicidios dolosos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del 1 de diciembre de 2018 al 6 de marzo de 2022, tiempo que lleva la administración de Andrés Manuel López Obrador, las fiscalías estatales y federales han registrado 114,429 homicidios dolosos.
Se observa que a lo largo de los 39 meses del sexenio de López Obrador se mantiene una tendencia al alza en el registro de homicidios. Haciendo la comparativa de los homicidios dolosos en el mismo periodo en otros sexenios, el actual gobierno encabeza el registro de dicho delito con 114,429 casos, superior al de la administración pasada de Enrique Peña Nieto, que registró 67,388. En el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa se cometieron 45,417 homicidios dolosos, y, en el sexenio de Vicente Fox Quesada, se registraron 43,l77.