Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
LA PANDEMIA Y LA ECONOMÍA XCXXII…AMLO prometió hace un año de que se iba a resolver la Línea 12 del metro. No quiere cambiar la estrategia de seguridad a pesar de las matanzas. La crisis económica y el desempleo.
El 24 de junio del año pasado, en su conferencia mañanera, Andrés Manuel López Obrador, prometió que “a más tardar” en un plazo de un año, y dio su palabra, la línea 12 del Metro estaría nuevamente operando. Opositores y usuarios se lo recordaron en las redes sociales y le manifestaron que recordaron que tras el desplome de un tramo cerca de la estación Olivos, el 3 de mayo del año pasado no cumplió con su palabra y como se ven las cosas, las obras van para un año más.
Hay que recordar que como consecuencia del desplome de la vía y de un tren, se ocasionó la muerte de 26 personas y lesiones a poco más de 50. La polémica sobre la responsabilidad política del colapso de la línea 12 del Metro, tomó un nuevo giro con la publicación en el diario El País de los peritajes independientes contratados por la fiscalía general de justicia capitalina, los cuales determinaron la falta de mantenimiento como una de las causas del colapso.
La empresa noruega DNV, contratada por el gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum Pardo, ya había llegado la misma conclusión en el tercer informe que entregó en diciembre pasado, pero fue rechazado por la administración y su titular, bajo el argumento de que el documento tenía un sesgo político. El colapso de la Línea 12 tiene un papel central en la competencia interna en Morena para definir quién sucederá a Andrés Manuel López Obrador, y es el terreno de una batalla entre dos de los principales contendientes: Claudia Sheinbaum Pardo y Marcelo Ebrard Casaubón.
Mientras que Claudia Sheinbaum imputa la responsabilidad del colapso a la pésima construcción de la obra emblemática de la administración capitalina de Ebrard –hecho en el que coinciden todos los informes técnicos–, los integrantes del equipo del canciller sostienen que el accidente pudo evitarse con una supervisión y un mantenimiento adecuados.
El tercer informe de DNV determinó que tres de los cuatro factores de «causa raíz» del accidente eran imputables a la mala construcción –en ese tramo, las obras estuvieron a cargo de la constructora CICSA, del magnate Carlos Slim Helú–, pero señalaba que la deficiente supervisión por la administración actual no permitió detectar a tiempo el riesgo de colapso. Claudia Sheinbaum criticó el informe, pues afirmó que la cuarta causa-raíz, que apunta a la responsabilidad de su administración, había sido sembrada para dañar a su gobierno. Otros cuatro peritajes independientes también observaron fallas en la construcción y la falta de supervisión de la estructura previo al colapso, lo cual echa abajo la acusación de Sheinbaum respecto a la presunta parcialidad de DNV.
El asesinato de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, quienes fueron masacrados junto con un civil, en una iglesia de la localidad de Cerocahui, municipio de Urique, en la sierra de Chihuahua, por un conocido sicario de la región, motivó que varios sectores sociales, incluyendo el académico, le plantearan al presidente de que cambie su estrategia anticrimen, a la que abiertamente se negó.
López Obrador utilizó el mensaje que el Papa Francisco publicó por el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua para respaldar su estrategia de seguridad, pues dijo que la violencia no se combate con más violencia: “Hay todavía quienes piensan que la violencia hay que enfrentarla con violencia. Por eso me pareció equilibrado el mensaje del Papa. Esta gente, los conservadores, no hubiesen querido eso, que el Papa diga que la violencia lo que produce es más sufrimiento”.
Tras los cuestionamientos por el asesinato de los jesuitas y las críticas a su estrategia de seguridad López Obrador defendió su plan y comentó que ataca las causas de la violencia. “Son dos cosas y vamos avanzando. Primero, atender las causas. Nunca atendieron las causas, nunca atendieron a los jóvenes”, esgrimió y añadió: “Estoy absolutamente convencido de que no se puede enfrentar la violencia con más violencia. No basta con las medidas coercitivas. Esa es una concepción conservadora, autoritaria”.
Un reportero le preguntó si estos acontecimientos lamentables no le hacen replantear la estrategia de seguridad y respondió que no. “Al contrario, este es el camino. Todo esto es el fruto podrido de una política de corrupción, de impunidad, que se implementó desde los tiempos de Felipe Calderón…
Adujo que “no se puede arrancar de raíz de la noche a la mañana, de un día para otro un problema que lleva años y que además se propició, se alentó. Imagínense ustedes, si el secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón era protector de un grupo de la delincuencia. Es que lo que sucedió fue gravísimo. Lo que pasa, que como era un gobierno de la oligarquía, un gobierno de la mafia del poder que tenía el control, y sigue teniendo, de medios de comunicación, de intelectuales, pues todo lo resolvían de manera mediática, hasta que la gente se dio cuenta y por eso se llevó a cabo el cambio en el país. Pero el daño fue muy grave, muy grave, y hemos hablado de que los errores en política son como crímenes. Dicen: ‘Es que ahora hay más asesinatos que en la época de Felipe Calderón’. Sí, nada más que nosotros recibimos los homicidios hasta la punta, hasta mero arriba y Calderón no recibió así el país, él lo llevo arriba, y todavía en el gobierno pasado le subieron más.
Bla, bla, bla…
Mientras tanto, la Conferencia del Episcopado Mexicano, emitió un comunicado, muy interesante, dice, entre otras cosas, que “reconocemos que como Iglesia no hemos hecho lo suficiente en la evangelización de los pueblos y que es necesario redoblar esfuerzos. Queda mucho por hacer en la reconstrucción del tejido social, desde la labor pastoral que nos es propia. Reafirmamos nuestro compromiso manifestado en nuestro primer eje transversal del proyecto pastoral: La construcción de paz. Por tanto, hacemos un llamado a todo el pueblo de Dios, en especial a los sacerdotes, religiosos (as), catequistas, evangelizadores y demás agentes de pastoral, a sumarse en los trabajos por concretar el proyecto de PAZ de Cristo.
Sostienen que los obispos mexicanos nos dirigimos al pueblo de México “con profunda preocupación por la creciente violencia que sufre nuestro querido país y con una gran tristeza por la pérdida de miles de vidas inocentes que llenan de luto a familias enteras. El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en las ciudades y en el campo, ejerciendo presión con extorsiones hacia quienes trabajan honestamente en los mercados, en las escuelas, en las pequeñas, medianas y grandes empresas; se han adueñado de las calles, de las colonias y de pueblos enteros, además de caminos, carreteras y autopistas y, lo más grave, han llegado a manifestarse con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo.
Sostienen que el reciente asesinato de un civil y de dos sacerdotes Jesuitas dentro del templo católico de Cerocahui, en la región de la Tarahumara en Chihuahua, no es más que una muestra más de la falta de valores y sensibilidad a la que se ha llegado, perdiendo todo respeto a la dignidad humana. Los datos oficiales nos hablan de casi 122,000 asesinatos a manos de los criminales durante los tres años y medio. ¡Cuántos asesinatos en México! ha expresado con dolor el Papa Francisco en la Audiencia General del 22 de junio de este año. ¡Cuánta maldad y desorden social! expresamos nosotros como obispos mexicanos.
“Ante la gravedad de los hechos, hacemos un llamado al gobierno federal y a los distintos niveles de autoridades, en consonancia con el pronunciamiento que se ha realizado desde el Senado de la República: es tiempo de revisar las estrategias de seguridad que están fracasando. Es tiempo de escuchar a la ciudadanía, a las voces de miles de familiares de las víctimas, de asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen. Es tiempo de escuchar a los académicos e investigadores, a las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas. Creemos que no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora. Escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos fortalece como Nación”, explicaron.
Pero el tabasqueño no escucha. Es muy obcecado.