Para Contar
LA PANDEMIA Y LA ECONOMÍA XCXXIV…La muerte de Luis Echeverría Álvarez y todo lo que implicó en la historia reciente de México. La persecución a Enrique Peña Nieto y la disputa por la gubernatura mexiquense y un sentido adiós a Carlos Ravelo Galindo, el último amigo viviente de mi padre.
Justo el mismo día en que se cumplían 46 años en que Regino Díaz Redondo, apoyado por un grupo de testaferros armados, asestó el golpe mortal a Excélsior, falleció el autor intelectual de semejante atropello a la libertad de expresión y a la democracia mexicana. Su nombre, el expresidente Luis Echeverría Álvarez. Y como dijo alguien, pudo haber sido un 2 de octubre o también un 10 de junio o tantas otras fechas fatídicas, pero el destinó fijó su muerte un 8 de julio, la misma fecha en que 46 años atrás, Luis Echeverría planeó darle el “golpe final” al equipo de reporteros, columnistas, caricaturistas, intelectuales y trabajadores que encabezó el periódico más importante de América Latina, bajo la dirección de Julio Scherer García.
El 8 de julio de 1976, un grupo de integrantes de la cooperativa de Excélsior junto con otro de infiltrados enviados por el gobierno de Luis Echeverría Álvarez dieron el golpe a la dirigencia de la cooperativa. El pretexto fue lo de menos: el 10 de junio de 1976 ejidatarios encabezados por el diputado priista Humberto Serrano, líder del Consejo Agrarista Mexicano, invadió los terrenos de Paseos de Taxqueña, desarrollo urbanístico que pertenecía desde décadas atrás a la cooperativa de Excélsior. En las páginas del mismo periódico, Miguel Ángel Granados Chapa advirtió lo que se avecinaba: “La invasión a Paseos de Taxqueña no es un ataque a la propiedad. No es sólo eso, por lo menos. Se ha buscado como el detonador contra el modo de hacer periodismo que se ha instituido en esta casa”. No era un problema agrario. Era un ensayo para dar el golpe final a un equipo de periodistas que incomodaba al presidente de la República, que transformó a contracorriente al periódico de mayor circulación en una empresa plural, crítica, que cuestionaba tanto al poder político como económico, que le apostó a la calidad con los primeros reportajes de investigación, que innovó con Revistas de Revistas, bajo la dirección de Vicente Leñero, o tuvo al poeta Octavio Paz al frente del suplemento cultural Plural. Manuel Becerra Acosta, otro protagonista de ese episodio, recordó en su libro Los Dos Poderes que Echeverría, calculador y frío, esperó al desenlace de la sucesión presidencial de 1976 para cobrarle la factura a Scherer y a otros escritores y analistas, como Daniel Cossío Villegas que criticaban su personal estilo de gobernar.
Echeverría patrocinó con recursos el derrocamiento de Scherer García y calculó que el golpe encabezado por Regino Díaz Redondo –sostenido por grupos parapoliciacos y apoyado por trabajadores de talleres, personal de administración y casi la totalidad del grupúsculo de la edición vespertina.
Regino Díaz Redondo, quien fraguó la traición con el poder presidencial para quedarse con la cooperativa periodística, escribió su propia versión del “golpe” en su libro La Gran Mentira, donde justificó su papel esquirol afirmando que los afines a Scherer García “comprobaron que no tenían la gente ni podían realizarla de acuerdo con los estatutos y fueron desalojados del lugar, se dispersaron por las escaleras; unos entraron en sus departamentos, recogieron papeles sin ton ni son y en pequeños grupos procedieron a abandonar el edificio”. Omitió, desde luego, que ese mismo día retiró una plana –la 22– donde 49 colaboradores del periódico suscribieron un desplegado con la leyenda “¡Libertad de Expresión!” para denunciar claramente la maniobra: “Hoy la frecuente embestida contra Excélsior llega a límites nunca antes alcanzados. “Urge informar a la nación: se quiere cumplir cabalmente y pronto una agresión al ejercicio de la prensa libre en México. Se trata de desprestigiar a nuestro periódico y a quienes lo dirigen, presentándolos como enemigos del país… “Excélsior ha logrado ser el medio de información de los acontecimientos nacionales y situaciones que configuran nuestra realidad, y foro abierto a los que examinan y enjuician con buena fe esos mismos acontecimientos y situaciones… “Sin ignorar que Excélsior de hoy es fruto de una tarea colectiva, resultado de los afanes de sus trabajadores, afirmamos hoy aquí nuestra adhesión a Julio Scherer García y a Hero Rodríguez Toro, cuya dirección y cuya gerencia responden enteramente a nuestra exigencia de un periodismo responsable y libre, único de veras, útil a la sociedad mexicana”. Entre otros, firmaron esa página histórica Heberto Castillo, Alejandro Avilés, Daniel Cossío Villegas, José Antonio Alcaraz, Miguel Ángel Granados Chapa, Antonio Delhumeau, Salvador Elizondo, Francisco Fe Álvarez, Gastón García Cantú, Ricardo Garibay, Juan José Hinojosa, Jorge Ibargüengoitia, Armando Labra, Pablo Latapí, Carlos Monsiváis, Froylán López Narváez, Miguel López Azuara, Ángeles Mastreta, Samuel Máynez, Enrique Maza, Rogelio Naranjo, José Emilio Pacheco, Francisco Paoli Bolio, Carlos Pereyra, Abel Quezada, Rafael Rodríguez Castañeda, Esther Seligson, Samuel del Villar y Abelardo Villegas.
Vicente Leñero recordó en su libro Los Periodistas que hubo un último intento de frenar el “golpe” del reginismo y sus secuaces de Humberto Serrano. El escritor Ricardo Garibay, cercano aún a Echeverría, se ofreció hablarle al primer mandatario para frenar la embestida que hacía peligrar el periódico. “El secretario privado del presidente recibió el mensaje de Ricardo Garibay, pero éste no obtuvo contacto telefónico con el primer mandatario, quien, según le informaron, asistiría a una premiación de niños aplicados”. La maniobra se cumplió en la asamblea espuria convocada por Díaz Redondo.
Luis Echeverría Álvarez ( nació el 17 de enero de 1922) falleció a los 100 años. Como candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sucedió en el cargo como presidente a Gustavo Díaz Ordaz. Durante su periodo de gobierno, de 1970 a 1976, dejó al país en medio de una grave crisis económica a causa de la primera gran devaluación del peso en la posguerra. Fue Echeverría fue investigado y llevado a juicio por genocidio en el caso de 1968, en su calidad de secretario de Gobernación durante el sexenio de Díaz Ordaz, pero el caso concluyó judicialmente en 2009.
Procesado por genocidio se le revocó la prisión domiciliaria y se ordenó su liberación con “las reservas de ley”. Sobre el caso de 1971, una decisión judicial de 2005 puso fin a cualquier posibilidad de procesar penalmente en México a los responsables intelectuales y materiales de la matanza del 10 de junio. Su muerte “no lo exonera de ninguna responsabilidad” de la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968 y la masacre del Halconazo, el 10 de junio de 1971, ni de las desapariciones forzadas y asesinatos en la llamada guerra sucia. “La historia lo juzgará y lo tendrá como el peor represor de México”, aseveró Víctor Guerra, abogado del Comité 68 Pro Libertades Democráticas y quien fuera brigadista en el movimiento estudiantil de ese año. Aseguró que el expresidente falleció “en calidad de imputado en dos delitos de gravedad, sobre todo el de genocidio que es de lesa humanidad y que en ningún momento prescribe”.
Y en el tema de los expresidentes, la difusión el jueves pasado de la existencia de una «carpeta de investigación» sobre Enrique Peña Nieto por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera, UIF, sacudió la conversación en los sectores políticos por las implicaciones, en última instancia, que podrían derivar en delitos vinculados a lavado de dinero, fraude fiscal y asociación delictuosa. Las autoridades fiscales y judiciales simplemente están pidiendo explicaciones sobre movimientos sospechosos.
Fundamentalmente se trata de un tema estrictamente fiscal y jurídico, que apenas comienza, y los tiempos y las formas tendrían que haber sido gestionados por la Fiscalía, responsable de definir si, en efecto, hay delito que perseguir. Aún y cuando Andrés Manuel López Obrador se lavó las manos, afirmando que él no intervenía y era un asunto de las autoridades competentes, no podemos ser ingenuos. Presentarlo en el espacio del presidente, en la propia mañanera y por un funcionario de su administración, fue una decisión deliberada para convertir el asunto en un golpe mediático. Al margen de las consecuencias procesales, todo hace suponer que la embestida contra Peña Nieto tiene ver con las proximidades de la elección del 2024.
Morena considera indispensable ganar los próximos comicios del Estado de México. No solo es la entidad más poblada del país, se trata también de la última confrontación antes de la madre de todas las batallas. No ganar el territorio mexiquense sembraría enormes dudas sobre las posibilidades del triunfo del obradorismo en las presidenciales. Y el principal riesgo es la fuerza que mantiene el grupo político priista local cuyo poder en la sombra sigue siendo Enrique Peña Nieto. Hay evidencias de que el expresidente, prepara la estrategia electoral desde el exilio para apoyar a los priistas.
Por otra parte, el periodismo nacional está de luto, con el fallecimiento de Carlos Fernando Ravelo Galindo, a sus 93 años. Fue un gran reportero, amigo solidario y apoyo para muchos jóvenes que incursionamos en el periodismo, cuando él era ya una gran figura. Conocí a don Carlos Fernando Ravelo y Galindo, cuando era niño, junto a su esposa y a sus hijos. Fueron parte de mi familia. Amigo entrañable de mi padre y de mi tío Alberto Ramírez de Aguilar y de mi primo el doctor Fernando Calderón Ramírez de Aguilar.
Nacido en la ciudad de México, el 13 de diciembre de 1929, Carlos Ravelo fue un ícono del periodismo nacional. Dicharachero, ingenioso, lúcido, culto, mordaz, con más de 70 años de ejercicio periodístico, ha sido –antes que nada– reportero. Inició su trayectoria periodística en 1947 en Excélsior, como ayudante de redacción. En ese diario estuvo hasta 1980 y durante ese tiempo fue reportero en varias fuentes, jefe de información de la primera edición de Últimas Noticias y también de la segunda edición. De 1960 a 1964 escribió, junto con el periodista Alberto Ramírez de Aguilar diez guiones de cine para películas que aún siguen exhibiéndose en la pantalla chica. Entre ellas, Siguiendo Pistas, El amor sí es amor, Los Falsos héroes, entre otros. Escribió 14 libros.
Fue jefe de información nacional de El Universal. Ahí permaneció durante dos años y en 1982 el director del IMSS, Ricardo García Sainz lo invitó al área de comunicación social de ese instituto, donde fungió como coordinador de prensa de provincia hasta noviembre de 1985. También, formó parte de la primera generación de periodistas titulados por experiencia profesional con la SEP.
En agosto de 1990 el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Ulises Schmill Ordóñez lo nombró director general de comunicación social de la corte. En 1994, luego de las reformas constitucionales del Poder Judicial Federal, el nuevo titular, José Vicente Aguinaco Alemán, el primero de febrero de 1995, lo ratificó en el cargo, que desempeñó hasta mayo de 1996. Descanse en paz.