
De frente y de perfil
La muerte de Porfirio Muñoz Ledo y sus secuelas…
Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, un político mexicano polémico, pero reconocido por propios y extraños, murió la mañana del pasado domingo a los 89 años de edad. El primero de diciembre de 2018, le colocó la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador en la Cámara de Diputados. Presidente y destacado militante del PRI hasta que salió de sus filas y fundó, junto con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano e Ifigenia Martínez, la Corriente Democrática que más adelante se convertiría en el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Formó parte de su consejo nacional, fue su representante ante el recién creado IFE y fue elegido su segundo presidente nacional, después de Cárdenas, y se le reconoce como uno de los artífices del cambio democrático en el país.
Durante su amplia carrera política, que data de finales de la década de 1960, militó en varios partidos políticos y ocupó numerosos cargos públicos de alto nivel, entre los que están las secretarías del Trabajo y de Educación Pública, así como las embajadas de México en la ONU, Unión Europea y UNESCO, además de una tenaz trayectoria como diputado y senador. Fue el primer legislador, ya en la oposición, que interpeló en su último informe de gobierno al presidente Miguel de la Madrid Hurtado y cuando dejó la presidencia nacional del PRD, su sucesor fue Andrés Manuel López Obrador.
Aunque recientemente fue legislador de Morena, Porfirio Muñoz Ledo mantuvo una ruptura con Andrés Manuel López Obrador al que acusó de que como presidente de la República protegía a varios grupos de la delincuencia organizada, concretamente de Sinaloa y de que permitía que en su gabinete hubiera desviaciones presupuestales para las campañas políticas del oficialismo, a lo que el propio López Obrador respondió que estas declaraciones se debían a la edad del exdiputado de Morena: «Es un asunto de nostalgia y, con todo respeto, de la edad. Por eso yo no puedo seguir una vez que se concluya mi periodo, porque lo peor que puede pasar en política es que haga el ridículo».
Contendió por la presidencia de la República Mexicana en 2000, como candidato del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, un partido ahora extinto, pero declinó su candidatura en favor de Vicente Fox, argumentando la necesidad de un cambio de régimen en el país, además de que era conocida su fractura personal con Cuauhtémoc Cárdenas, el candidato del PRD.
Muchos de los legisladores morenitas no lo querían por las duras críticas de Muñoz Ledo en contra de gobierno de López Obrador y quien calificó el llamado plan “B” electoral, que detuvo la Suprema Corte de Justicia, como un intento de «golpe de estado en México y que de ninguna manera avalo». Cuando se supo del fallecimiento de Muñoz Ledo, López Obrador dijo en un mensaje por las redes sociales: «Lamento el fallecimiento de Porfirio Muñoz Ledo, con quien por mucho tiempo tuve coincidencias. Las discrepancias recientes no borran los buenos y largos momentos de amistad y compañerismo; mucho menos su legado político. Abrazo a sus familiares y amigos».
Ayer en su soliloquio mañanero, López Obrador volvió a decir que lamentaba “mucho” el deceso de Porfirio.
También, en días pasados se cumplieron 47 años, del golpe del gobierno de Luis Echeverría Álvarez al periódico Excélsior que dirigía Julio Scherer García. Ese presidente, asesino e hipócrita, cuando le preguntaron los corresponsales extranjeros sobre su injerencia en el asunto, con un cinismo inaudito les respondió: “Si quieren saber lo que pasó en Excélsior, pregunten en Reforma 18”; es decir, que envió a los corresponsales a que fueran a preguntar a los golpistas encabezados por el traidor de Regino Díaz Redondo y que fueron financiados y protegidos por el mismo Echeverría. ¡Caray!…
Además, ayer fue el aniversario luctuoso de uno de los grandes periodistas que he conocido en mi vida. Un grande, entre los grandes. Pedro Álvarez de Villar. A los 25 años fue subdirector del Diario de Lima y posteriormente se trasladó a México donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional. Fue coordinador de las páginas editoriales de Excélsior y director del suplemento Diorama de la Cultura del mismo periódico, cuando era dirigido por Julio Scherer García y Hero Rodríguez Toro. Además, fue cofundador de la agencia noticiosa Latín, director fundador de la revista Quecosaedro, subdirector del periódico El Universal y director y gerente del Diario de México. Fue también director general de la edición México de la revista española Interviú, fundador del periódico El Financiero y tres años director de la revista Época. Hay muchas generaciones de reporteros y escritores que fueron alumnos de este gran señor y padre de uno de mis hermanos: Gonzalo. Él fue, además, el editor de mi primer libro. Gracias Peter donde quiera que estés.
Y volviendo a temas de la agenda presidencial, la semana pasada, un reportero le preguntó a López Obrador, sobre la respuesta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación les dio sobre lo referente a los sueldos y prestaciones a los ministros, y el tabasqueño dirigió su mensaje-advertencia:
“Hay que cerrar todas las posibles salidas o los escapes a lo que ya es de por sí muy claro. O sea, el hecho que la Constitución diga que nadie debe ganar más que el presidente es suficientemente claro, nada más que ellos (los ministros) le dieron otra interpretación o utilizaron excusas leguleyas para poder seguir ganando cinco veces más que el presidente; de todas formas, hay que acotar eso, blindar ese artículo. Decían que no se puede quitar en el presupuesto, no se puede reducir el presupuesto en el mandato, y el artículo viene de hace más de 20 años, ya ninguno de los ministros que está es de antes de que se aprobara ese artículo en la Constitución, ninguno, de modo que no hay ninguna explicación. Y vamos a elaborar una nueva iniciativa.
“También va a ir acompañada de la reforma constitucional para elegir a jueces, a magistrados y a ministros, que el pueblo los elija a los integrantes del Poder Judicial, como se elige a los integrantes del Congreso y como se elige al titular del Poder Ejecutivo, que el pueblo los elija, como era antes en un tiempo, en la época del presidente Juárez y del presidente Lerdo, durante la República Restaurada, y yo estoy seguro que la gente va a querer que se elija. Y los adversarios que tergiversan todo, van a empezar a decir que: ‘Bueno, entonces, ¿no van a ser abogados los jueces?’ Sí, sí van a ser abogados, y los magistrados van a ser abogados, y los ministros también, y tienen que tener título y a lo mejor maestría y doctorado en Derecho, y desde luego buena fama, y cumplir con todos los requisitos, como era en la época de Juárez y de Lerdo. Se ponen los requisitos y el pueblo los conoce. Porque es hasta ahora, ¿eh?, que se está sabiendo que existe el Poder Judicial. O sea, conocían sobre el Poder Judicial las élites, pero el pueblo no. Porque, a ver, ¿qué han hecho los del Poder Judicial en beneficio del pueblo? Díganme una cosa que hayan hecho. Nada; al contrario, últimamente se han dedicado a defender a las empresas nacionales y sobre todo extranjeras que afectan la economía popular. Por ejemplo, se dedicaron a defender a las empresas de la industria eléctrica, sí, y a las que hacen jugosos negocios y afectan el presupuesto público, los dineros del pueblo…
¿Y el Estado de derecho? …bien gracias.
Pero López Obrador sigue su campaña en contra de los ministros:
“¿Qué hacen? ¿Justicia? ¿Hicieron algo cuando desaparecieron los jóvenes de Ayotzinapa? ¿Hicieron algo cuando el lamentable accidente de la Guardería ABC? ¿Hicieron algo cuando imperaba el narco Estados en la época de García Luna?”, pregunta como si los ministros de la Corte fueran fiscales o policías.
Y el mismo respondió: “Ahora están totalmente en contra de nosotros, de la transformación, permitiendo —porque forman parte del mismo bloque conservador— que se abuse de amparos para detener las obras que significan progreso, que significan bienestar, que significan empleo para el pueblo. Pero es esto. Es un acto de corrupción en sí mismo ganar ese sueldo, es una inmoralidad en un país con tanta pobreza, y más si se trata de un impartidor de justicia. Entonces, no son siervos de la nación, como decía Morelos…
Y es que los ministros, no son siervos de la nación, aunque él está desfasado en el tiempo con más de 200 años de distancia. En fin. Allá él y su cabeza y los trogloditas que le creen.