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Libros de ayer y hoy
LAS LECCIONES QUE DEJÓ EL PROCESO ELECTORAL Y EL FUTURO DEL PAÍS
Por: Fernando Ramírez de Aguilar L.
En este proceso electoral, el Partido Revolucionario Institucional no sólo perdió abrumadoramente la Presidencia de la República, sino que no pudo ganar ni retener ninguna de las nueve gubernaturas en disputa y en la votación para el Congreso de la Unión, se perfila como la tercera fuerza.
Y es que el fenómeno López Obrador también le cobró la factura al PRD, pues su partido Morena no sólo le arrebató la gubernatura de la Ciudad de México, sino que obtuvo triunfos absolutos en once de las dieciséis alcaldías y tendrá mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa pues ganó 31 de los 33 distritos.
En la capital del país, el PRI solamente pudo retener Cuajimalpa y la alianza PAN-PRD-MC, les dio buenos resultados en Benito Juárez, Coyoacán, Venustiano Carranza y Milpa Alta. Llama la atención de que, por ejemplo, en Coyoacán, el ex futbolista Manuel Negrete –a quien en su momento corrieron de la dirección general de Actividades Deportivas de la UNAM por utilizar un título profesional falso–, le ganó la alcaldía a la actriz María Rojo Incháustegui, quien ya había gobernado la delegación.
Lo que vimos en las elecciones del domingo fue un verdadero fenómeno que jamás se había visto en la historia del país. Si López Obrador buscó por 18 años la Presidencia de la República y en la tercera la consiguió, lo hizo con un respaldo mayoritario pues se estima que más de 53 por ciento de las personas que acudieron a las urnas le dieron su voto.
La victoria de López Obrador pone fin a un modelo de gobierno que prevalecía por lo menos desde 1988. A partir de ese año se forjó una especie de alianza de facto entre el PRI y el PAN. Muchas de las reformas económicas que se aplican desde entonces surgieron de ese acuerdo. Incluso el PAN gobernó el país entre 2000 y 2012. El cambio de partido no alteró el rumbo de México.
«López Obrador es un personaje que no se explica en el siglo XXI», sostuvo la BBC Mundo, al conocerse el resultado electoral.
Pocas veces en México hay comicios tan concurridos. Durante uno de esos momentos, en 2000, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió el poder tras 70 años de gobierno inesperadamente ante el PAN. Fue un momento inédito. Y ahora ocurre otro. El candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ganó la elección con un porcentaje a nivel nacional del 64 por ciento de participación, mientras que en la capital se obtuvo un histórico 75 por ciento.
Ahora bien, en este largo proceso electoral, donde la mayoría de las campañas municipales y estatales fueron bastante opacas y mediocres, además de que estuvieron cubiertas de sangre y luto, pues se estima que fueron asesinados 135 candidatos, el partido de López Obrador literalmente arrasó.
Llama la atención que el oportunista, nefasto y corrupto Carlos Salinas de Gortari y algunos de sus testaferros, como es el caso del chileno Pablo Hiriart, así como el hipócrita Vicente Fox, se apresuren a felicitar a AMLO y consideren su legítimo triunfo como un “tsunami”, según ellos, de gente que le pasó la factura de su enojo al gobierno y al PRI, votando masivamente “por el candidato populista” Andrés Manuel López Obrador.
Según Pablo Hiriart las razones de tsunami de ayer fue el hecho de que el enojo social contra el gobierno y el PRI fue más grande de lo que calcularon en Los Pinos. Y ese malestar superó con mucho las cualidades del candidato José Antonio Meade.
Sostiene que los colaboradores de Peña Nieto siempre minimizaron a la opinión popular que se manifestaba en las encuestas y dio su aviso con las elecciones intermedias y posteriormente en las de gobernador. Arrogancia es la palabra que explica la derrota de ayer para el gobierno, el PRI, y un proyecto de nación.
“No bastaba con tener la razón. Había que defenderla, difundirla, pelearla en todas las trincheras de la batalla política y no lo hicieron, pues según ellos no era para tanto la molestia y con tres meses de campaña resultaba suficiente. Los lujos de las súbitas y estrafalarias fortunas de gobernadores priistas calaron hondo en la población y no se le puso un torniquete a tiempo a esa hemorragia: quitarlos cuanto antes”, sostiene Hiriart quien adujo que traer a Donald Trump a Los Pinos fue una puñalada al sentimiento de los mexicanos, ofendidos y agraviados por ese candidato que aún no ganaba la elección de su país.
Otro grave error fue no de remover en su momento a funcionarios federales ampliamente cuestionados por la opinión pública, como el de Comunicaciones y Transportes.
Otro tema que tendremos que abordar, con mayor profundidad en otros espacios, es lo referente al sistema de partidos. Tal y como lo hemos conocido en México, el PRI ha pasado de ser un partido hegemónico, a uno que agoniza y su eventual muerte traerá un cambio de régimen, pues el énfasis del proceso electoral ya no está en la contienda callejera, sino en qué tipo de arquitectura de gobierno tiene López Obrador y que tipo de modelo económico pretenderá imponer. Pero, sobre todo, como cumplirá con tantas promesas de esperanza y felicidad. Esperemos que ya se frene la violencia. Veremos.
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