Indicador político
La disputa por la sucesión presidencial y el voto que decidirá la elección-
Los niveles de violencia pueden definir el ánimo de las campañas.
En las últimas semanas hemos visto como, poco a poco, se van desinflando y diluyendo las candidaturas del oficialismo y de la oposición. Poco a poco se van quedando en el camino diversos aspirantes a suceder a López Obrador. Las graves acusaciones de Marcelo Ebrard sobre las viejas prácticas antidemocráticas del PRI y del perredismo, ahora convertido y trasladado a Morena, demuestran que el sucesor de la mal llamada 4 Transformación se resolverá por la vía del tradicional “dedazo” y no con la simulación de las “encuestas”.
La denuncia del ex canciller de que en Morena los dados están cargados para favorecer a Claudia Sheinbaum Pardo, como lo demuestran el acarreo, que la secretaría de Bienestar federal, Ariadna Montiel Reyes, está echando la casa por la ventana y entregando ayuda de los programas sociales, pago de brigadas que van por el país diciendo a quién quiere ver ganar el Presidente, gobernadores, alcaldes y la dirigencia de Morena apoyando a quien dice el residente de Palacio Nacional que hipócritamente lo niega, compra de encuestas, de bardas, de espectaculares, de clientelas. etc.
Marcelo Ebrard se queja de la falta del llamado “piso parejo”, de los acarreos, de la inclinación oficial y hasta del equipo de gobierno federal en favor de Claudia Sheinbaum y, algunos de los otros comparsas, perdón, aspirantes morenistas, lo insultan, lo agreden y hasta le proponen que se vaya. Solamente Ricardo Monreal lo respaldó. En fin, así están los tamales de chipilín.
Mientras tanto, en la oposición tripartita –PRI. PAN y PRD– quedaron fuera del camino de la sucesión presidencial Silvano Aureoles, Miguel Ángel Mancera, Enrique de la Madrid, Santiago Creel Miranda y ahora en la disputa solamente quedan Beatriz Paredes Rangel y Xóchitl Gálvez.
Y es que entre las nefastas “corcholatas” mientras que los distractores hacen suponer, como lo ha dicho Marcelo Ebrard que la disputa es entre él y Claudia Sheinbaum, todo esto va hacer muy difícil para que haya acercamientos y acuerdos entre ambos debido a los agravios expuestos y porque los hilos de López Obrador pueden inclinar la balanza en favor de su paisano y pariente Adán Augusto López.
Lo que es un hecho, es que un importante segmento de jóvenes, entre los 19 a 40 años de edad, serán los que decidan quien será el próximo presidente de México en los próximos seis años- Y por eso es muy relevante que los candidatos tengan ofertas importantes para ellos, ya que, de lo contrario, no acudirán a las urnas y esto podría favorecer al oficialismo. Hay que tomar en cuenta que este sexenio, por la pandemia, por la cancelación del aeropuerto, por el retiro de la inversión extranjera en los primeros años, no ha habido crecimiento económico y se perdieron miles, pero miles de empleos directos e indirectos, lo que generó una emigración masiva hacia Estados Unidos y Canadá, en los sectores sociales más marginados y que ahora se están reflejando con “la disminución de la pobreza” porque ya no están en el país. También se debe al incremento y recrudecimiento de la violencia que la ocasionado el desplazamiento masivo de poblaciones enteras y si a eso sumamos que todos los días, desde Palacio Nacional, se fomenta la discordia, el odio y la lucha de clases, pero, sobre todo, la justificación y la incapacidad de gobernar, pues qué le digo.
Y es que no hay día en que López Obrador no acuse a “los conservadores”, a los medios de comunicación y a los periodistas que no son afines ni lambiscones, a los integrantes del poder judicial, a “las mafias del poder” y todo lo que se le para enfrente y no coincide con él, como son los intelectuales y académicos, de que le dejaron el país hecho pedazos y en sus cinco años de gobierno se lo quiere acabar. Insiste y no rectifica su política de “abrazos y no balazos” para enfrentar a una delincuencia atroz y cada vez más sanguinaria y poderosa; y se niega a recibir a las madres buscadoras de desaparecidos y hasta las descalifica.
Ricardo Monreal Ávila, advirtió que, en caso de no cuidar el proceso interno, se corre el riesgo de que el partido se fracture. Si Marcelo en verdad va en serio con sus reclamos, entonces las cosas se pondrán al rojo vivo cuando se conozcan los resultados. Y cualquiera sabe que en esto de las encuestas internas los datos pueden manipularse al antojo, sobre todo si hay un gran elector que ya tomó su decisión desde hace tiempo.
Llama la atención el caso de Movimiento Ciudadano. Su “impasse” voluntario tampoco ayuda gran cosa. Igual puede darse otro tipo de división ya que Dante Delgado revela sus propias ambiciones, Samuel García Sepúlveda, gobernador de Nuevo León, planteó un nuevo pacto fiscal para que la Federación regrese el 50 por ciento de ingresos tributarios federales anuales, en lugar de solo el 20 por ciento del 2023, por lo que pidió a las «corcholatas» presidenciables y gobernadores sumarse a un debate nacional y sólo el gobernador jalisciense Enrique Alfaro y el alcalde y posible aspirante Luis Donaldo Colosio de Monterrey, parecen ser entre los dirigentes, los únicos que ponen los pies en la tierra y piden ir en coalición para sacar a Morena.
En esta tesitura, en medio de una muestra más en Lagos -ahora sí que cerca, muy cerca del corazón de los jaliscienses y de los mexicanos-, de los pésimos resultados de una política nacional anticrimen errónea, frustrante, necia y por supuesto ineficaz, avanzan los procesos internos (primarias, dirían los vecinos norteamericanos), en una recta ya próxima que conlleva muy posiblemente riesgos de escisión tanto para el partido del presidente como para los opositores. El tema de los jóvenes desaparecidos que ha causado conmoción en todo el país no llegó ni a la preocupación de parte de las “corcholatas” ni al mismo mandatario, quien sí se dedicó a despotricar a diestra y siniestra porque se le acusó de falta de sensibilidad y hasta de burla ante el suceso. Pero ese y cientos de casos más han generado preocupación y malestar en miles, quizá millones de mexicanos, que diariamente ven escenas de violencia ya sea en sus teléfonos celulares o en la televisión y que pueden ser un ingrediente más que se vierta en las próximas campañas políticas. Veremos.