Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
La desconfianza de Estados Unidos a López Obrador. No quieren que México sea como Venezuela.
Más allá de si algunos les gustó o no el segundo debate entre las candidatas presidenciales y el colado de Álvarez Máynez, en plena recta final de las campañas electorales, lo que está en juego finalmente es, si cambiamos o no el sistema de gobierno. Si aceptamos que no haya un sistema de salud aceptable con todo lo que ello implica, como es la falta de médicos calificados y de medicamentos, que no haya nuevos empleos bien pagados para nuestros hijos y nietos, que no tengamos aceptables servicios públicos como agua potable, seguridad pública, que no se roben las pensiones pues seríamos muy estúpidos.
Si queremos cambiar las cosas, tenemos que votar por el cambio. Más allá de opiniones que confronten, el gobierno de López Obrador no ha sido un buen sexenio. Hay una larga lista de temas de la agenda nacional que tienen muy molestos a un importante segmento de la población. Entre éstos sus cotidianas contradicciones y mentiras. No ha dado buenos resultados en salud, educación, seguridad, crecimiento económico, protección al medio ambiente ni tampoco ha tenido respeto a los contrapesos institucionales. Además, ha sido enemigo de la democracia, la prensa y las instituciones públicas autónomas, de la transparencia y la rendición de cuentas.
En ese sentido, su candidata, la del oficialismo, Claudia Sheinbaum Pardo, solamente ofrece una continuidad radical. Le llama “el segundo piso de la transformación”. Es decir, quiere vender más de lo mismo. Inaudito. Pero a diferencia del primer debate, Xóchitl Gálvez comprendió que debía someter el lopezobradorismo a examen, y ser implacable. Lo hizo, y la apuesta por momentos pareció sacudir a la puntera, que trató de rehuir cualquier confrontación. En el primer debate, la evasión de Sheinbaum pudo confundirse con autoridad; esta vez, su renuencia transmitió lo opuesto: una debilidad, parecida a la que exhibió Clara Brugada en el reciente debate capitalino, a responder los cuestionamientos de Gálvez.
Y como en política, no hay casualidades, la polémica periodista Anabel Hernández lanzó su libro, “La Historia Secreta”, en la que asegura que el presidente Andrés Manuel López Obrador recibió financiamiento del cartel de Sinaloa durante sus campañas en busca de la presidencia en: 2006, 2012 y 2018, supuestamente con información de la DEA, de juzgados de Estados Unidos y ex colaboradores del actual presidente convertidos en testigos protegidos.
Aquí se sabrá qué tan resistente es “la honestidad valiente” de López Obrador, a pesar de la supuesta guerra sucia que él mismo dice ha enfrentado y que según él se ha recrudecido durante los últimos meses rumbo a las elecciones del 2 de junio próximo.
Sostuvo el tabasqueño: “…estoy enfrentando una campaña muy vulgar y desde luego calumniosa, todo esto de ‘AMLO narcotraficante’, ‘presidente narco’, un publicista o varios, creo que, del extranjero, de estos vinculados a las agencias de los gobiernos extranjeros, no sé si de la CIA o de la DEA, con vínculos con los grupos conservadores de México. Echaron a andar esa campaña desde hace como tres meses. Siempre ha habido cuestionamientos, pero esa campaña de ‘narco presidente’ surge a partir de una publicación de un periodista galardonado, premio nobel del periodismo, que ya no hemos vuelto a saber de él. Supe por ahí que lo habían llamado, creo que estaba cubriendo en la Franja de Gaza y lo llamaron para hacer ese trabajo sucio con información de la DEA,
Y con respecto a que se investigue a sus hijos, como lo demandó Xóchitl Gálvez a Claudia Sheinbaum, López Obrador, quien, por cierto, no estará en las boletas electorales, pero si va a hacer calificado por los electores, dijo:
“Pero si mis hijos están metidos en negocios ilícitos en el Tren Maya, ¿por qué no presentan denuncias? Si yo he dicho que no acepto la corrupción de nadie, ni de mis hijos. ¿Por qué nada más es calumniar? Con la máxima del hampa del periodismo de que la calumnia, cuando no mancha, tizna, sí, nada más que eso aplicaba antes. ¿Por qué con nosotros eso no transita, no funciona? Por dos razones: Una, porque no somos corruptos. Y sí puedo hablar de mis hijos, porque los conozco y no son corruptos. Pero si hay pruebas, adelante. No le voy a hablar al fiscal para decirle: Oiga, ahí les encargo, o ahí se los encargo, no.
“Pero ¿cuáles son las pruebas? Las de este famoso calumniador especialista en montajes, llamadas telefónicas de amigos, ¿no?, de mis hijos, o examigos: de Loret de Mola, un periodista con mucha autoridad moral, finísima persona. Entonces, en primer lugar, podemos enfrentar a la mafia del poder en México, y lo estamos haciendo. Y también lograr que nos respeten los que pensaban que México era una colonia de gobiernos extranjeros y que podían hacer y deshacer, y violar nuestra soberanía.
Algunos analistas sostienen que algunas denuncias ya se presentaron y no han prosperado y que otras se presentarán una vez que concluya el sexenio, ya que la fiscalía general de la República sospechosamente no ha integrado totalmente los expedientes. El tema da para más.
Y hablando de acusaciones sin pruebas, López Obrador sostiene que el gobierno de Estados Unidos busca fortalecer a la oposición en el próximo proceso electoral con la finalidad de tener un gobierno débil en México y poder ellos meterse. “Esa es la vieja concepción política de dominio que ha existido en la política exterior de Estados Unidos desde hace 200 años”.
Yo si creo que tengan simpatía con la oposición, pues a López Obrador no le tienen confianza, a pesar de lo que diga el tabasqueño. No quieren que México sea como Venezuela.