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Armas ciudadanas
Historias de ineficacia gubernamental, corrupción y amor
En los últimos días, los mexicanos hemos visto cosas totalmente inverosímiles, incongruentes, que no pueden ocurrir en situaciones de gobernabilidad. Mientras que la gobernante capitalina, Claudia Sheinbaum Pardo, se resiste a aplicar la ley a pequeños grupos que trastocan el estado de derecho y ocasionan daños patrimoniales a terceros que no tienen por qué tenerlos o bloquean vialidades primarias sin nadie se los impida, ella repite como merolico lo que dice el presidente Andrés Manuel López Obrador, de que no se va a reprimir a nadie. Y de eso se aprovechan estos grupos radicales y sumamente violentos para cometer sus fechorías.
Un día, policías federales bloquean los accesos al Aeropuerto o el Periférico y no pasa nada, otro día grupos de vándalos destruyen monumentos históricos nacionales e inmuebles y comercios privados y no pasa nada; otro más, un pequeño contingente de no más de 100 personas cierra calzada de Tlalpan y nada. El lunes cientos de taxistas paralizan por más de cinco horas la ciudad y nada. Y así, todos los días. ¿Y la policía preventiva capitalina? Sobajada y humillada, mientras que poco más de 12 mil burócratas capitalinos son obligados a formar parte, en contra de su voluntad, de los “cinturones de paz”, una ocurrencia desesperada de la jefa de gobierno, sin haberlos capacitado previamente ni en primeros auxilios ni tampoco en contener a turbas que los pudieran agredir y como ocurrió la semana pasada. A esto, habría que agregar la renuncia del ex jefe de la policía el inepto Jesús Orta Martínez y no se sabe cuándo lo hará la procuradora Ernestina Godoy Ramos.
También, hemos visto la no tan inesperada renuncia de Eduardo Medina Mora Ycaza, como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por un escándalo de corrupción y de enriquecimiento ilícito, cargo al que no debió llegar y que lo hizo por el respaldo de Enrique Peña Nieto. Hay que recordar que desde marzo de 2015, Medina Mora es ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, después de la votación del Senado de la República pese a miles de firmas de ciudadanos en la plataforma Change.org que criticaron la crisis de derechos humanos tras su gestión en la PGR.
Una constante se observa en los 19 años en la administración pública de Eduardo Medina Mora Ycaza: la discreción respecto a su fortuna, además de que jamás ha publicado en sus declaraciones patrimoniales. En la carta de renuncia, no presenta los motivos de su renuncia. Esto llama la atención, puesto que de acuerdo a la Constitución un funcionario de tal rango, puede renunciar únicamente por motivos graves. Y la misiva no dice nada al respecto. Su silencio, confirma su culpabilidad. Lo que es un hecho concreto, es la investigación que inició la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, que encabeza Santiago Nieto, sobre la colocación en bancos extranjeros de varios millones de euros.
Pero no es el primer caso de corrupción que se ha dado entre los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Hay que recordar el de Ernesto Díaz Infante, que hasta ahora, ha sido el caso de corrupción más escandaloso que se ha registrado en la historia del Poder Judicial de la Federación (PJF) y que quedó impune.
El 25 de abril de 2006, la muerte alcanzó en su domicilio al ex ministro Ernesto Díaz Infante, quien tenía 77 años de edad y estaba a la espera de ser sentenciado por segunda ocasión por el juzgado tercero de distrito de la ciudad de México, debido a su presunta responsabilidad en los delitos de cohecho y contra la administración de justicia.
En 2003, el ex ministro fue condenado a ocho años y seis meses de prisión tras haber sido declarado penalmente responsable de recibir un soborno de 500 mil dólares y de presionar a dos magistrados de circuito para que dejaran en libertad al empresario Alejandro Braun Díaz, el cual en 1986 violó y asesinó a la menor de seis años Merle Yuridia Mondain en Acapulco, Guerrero.
Alejandro Braun fue condenado en 1987 a 30 años de prisión. Se le declaró culpable de la violación y el asesinato de Merle Yuridia Mondain. Meses después, su abogado sobornó con 500 mil dólares al ministro Díaz Infante. Este a su vez presionó a los magistrados de circuito Gilberto Arredondo y Eufemio Zamudio, los que finalmente le otorgaron un amparo el 8 de diciembre de 1988 dejándolo en libertad.
Los padres de la menor presentaron una denuncia ante la PGR y el 12 de enero de 1989 la Suprema Corte destituyó a los dos magistrados, mismos que pudieron ser encarcelados. Fue en noviembre de 1993 cuando se ordenó la aprehensión del abogado y de Díaz Infante, medida cautelar que fue librada el 20 de junio de 2001, a tan sólo unas horas de que prescribieran los delitos que le fincó PGR. Fue detenido el 20 de junio de 2001 en San Antonio, Texas.
Por el cáncer terminal que padecía, Díaz Infante fue excarcelado del Reclusorio Preventivo Norte a finales de 2004 -donde estuvo preso desde el año 2001, luego de haber permanecido prófugo casi una década-, para luego ser arraigado en su casa en espera de la sentencia correspondiente.
La Interpol lo ubicó porque inició los trámites para que se declarara la prescripción de los delitos de cohecho y contra la administración de justicia que interpuso en su contra la Procuraduría General de la República (PGR) desde 1993.
Cuando surgió ese escándalo, el entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia, Carlos del Río Rodríguez, dijo muy molesto en las escalinatas de dicho tribunal, una frase histórica: “Lo pendejo y lo ratero no se puede ocultar”.
El 12 de febrero de 1991, cuando se retiró Carlos del Río Rodríguez. “Los 28 años transcurridos, primero en el tribunal Fiscal y después en la Suprema Corte de Justicia, me han revelado aspectos de la función del juzgador que no señalan los textos ni se aprenden en la Universidad; sólo se descubren en su ejercicio. Es éste el que, como práctica cotidiana, lleva a entender lo singular de tal función, cuya esencia es la imparcialidad. Entonces se advierte, se siente, que el juez es la figura central del Derecho, y sobre todo, de la justicia; que un ordenamiento jurídico se puede concebir sin leyes, pero no sin jueces. Un ministro de la Suprema Corte tiene que ser, además, por encarnar la máxima esperanza de quien ha sufrido mengua en sus más caros derechos, un estadista, un incansable buscador de la verdad y un realizador de los ideales de la justicia. En definitiva, el problema de la injusticia no se resuelve si el juzgador solamente cuenta con una gran ciencia o con un acervo cultural o doctrinario impresionante, sino que es necesario que lo anime el propósito inquebrantable de impartir justicia y de determinar qué es lo suyo de cada quien.
Y por lo visto, tanto Díaz Infante como Medina Mora fallaron.
Por otra parte, José Rómulo Sosa Ortiz, más conocido como José José o El Príncipe de la Canción o El Triste, fue el cantante mexicano más importante a nivel internacional que vendió poco más de 100 millones de discos, lo que lo convierte en uno de los cantantes latinoamericanos más exitosos de la historia y hoy en día el artista más importante de México. Recibió nueve nominaciones al Grammy y numerosos reconocimientos a nivel mundial. Llenó recintos como el Madison Square Garden, Radio City Music Hall, Las Dunas y el Auditorio Nacional, entre otros. Su música ha llegado a países no hispanoparlantes.
Nacido en una familia de músicos, comenzó su carrera tocando la guitarra y cantando en serenatas durante su juventud. Más tarde, se unió a un trío de jazz y bossa nova en el que cantaba y tocaba el bajo y contrabajo, falleció la semana pasada en Miami, Florida.
En 1981, grabó el álbum Mi vida, con la asesoría de Rafael Pérez Botija. El disco obtuvo seis discos de Oro y uno de Platino por los más de dos millones 400 mil copias vendidas a nivel nacional y Latinoamérica. Otros compositores que marcaron huella en el estilo de José José fueron sus amigos José María Napoleón, así como el español Camilo Sexto.
En 1983, grabó en España su más exitoso álbum Secretos, bajo la producción y realización del compositor español Manuel Alejandro. Se trató de la producción más vendida en la carrera del cantante, del compositor y de la historia de la música en México, y este material logró vender más de 11 millones de discos vendidos, lo que puso al cantante como el mexicano más exitoso en la historia de la música, además de que dicha producción significó la cúspide en la trayectoria del intérprete. Fue el primer cantante latino en hacer videos de las canciones de su álbum, como «Lo dudo», «Cuando vayas conmigo», «Voy a llenarte toda», «A esa», «Quiero perderme contigo», «Lágrimas», etcétera. Secretos fue nominado al Best Latin en los Grammy Awards de 1985. Con este disco, se hizo merecedor a 22 Discos de Oro y Platino por sus altas ventas.
Pero como cualquiera, José Rómulo Sosa Ortiz, tenía problemas familiares cuando ocurrió su fallecimiento. Y aunque no lo crea, los hijos se disputan sus cenizas, Parece un disparate enviar a México la mitad de las cenizas y la otra mitad se quede en Miami. Y lo peor de todo es tener una prensa de espectáculos imbécil que le saca provecho a dicha estupidez.
Pero más grave, es que la Presidencia de la República participe de la estupidez y confirme que las cenizas del cantante mexicano llegarán mutiladas a México, y se prevé que se realicen homenajes posiblemente en el Palacio de Bellas Artes.
Fue el vocero Jesús Ramírez Cuevas quien informó que existe un acuerdo firmado entre Jonathan Chait, cónsul de México en Miami, Florida, y la familia de José Rómulo Sosa Ortiz, con el fin de que la mitad de sus cenizas lleguen a Ciudad de México. Detalló que la Secretaría de Cultura está realizando los trabajos para las conmemoraciones en los próximos días.
El tema da para más.