Teléfono rojo/José Ureña
Nuestro país ha entrado en una especie de tobogán en las primeras ocho semanas del año en que los temas del gasolinazo, recrudecimiento de la violencia, falta de credibilidad gubernamental, amenazas del gobierno de Estados Unidos y corrupción, están generando mucha molestia e inconformidad social.
En estos temas, en el que se conjuntan los miedos y la desolación, millones de compatriotas que viven al otro lado del río Bravo y la muralla fronteriza, cierran las puertas de sus casas y se envuelven en el silencio, queriendo hacerse invisibles, para no ser deportados por la migra.
Y coincido con Jorge Octavio Ochoa que, en el país, otros millones empiezan el año en medio de la desolación, porque no encuentran trabajo o porque el que tienen apenas les alcanza para medio vivir. En el ojo del pánico, vemos a una clase política que perdió la capacidad de dar respuestas. Envueltos en el torbellino, muchos empiezan a optar por la huida, en busca de salidas fáciles y de un manto protector.
Los legisladores federales y locales y los partidos empiezan a reflejar ese pavor a la debacle, a verse huérfanos del poder que da sustento y sentido a su existencia. Por eso empiezan nuevamente las diásporas, en aras de la salvación antes de que la nave se vaya a pique. Las amenazas han acelerado ese proceso de desbandada, en el que cada quien está buscando su trinchera, antes de que se nos venga la noche y la confusión.
Por lo pronto, son tiempos de guardar o de dar la cara; de definiciones o de retrocesos; de solidaridades o de mezquindad. Desde el norte, Canadá y Estados Unidos nos amenazan con que renegociarán el TLCAN sin nosotros; desde dentro, los partidos buscan las fórmulas para compartir el poder sin perder las canonjías.
Es lógico entender porque las encuestas vuelven a colocar a Andrés Manuel López Obrador como puntero indiscutible para las elecciones del 2018. Si en Estados Unidos ocurrió, en México también puede pasar.
Por otra parte, un tema que no debemos de olvidar es que nuestro nuevo sistema penal de justicia tiene muchas deficiencias y por ello para promover su mejora la Procuraduría General de la República, a través de la Unidad para la Implementación del Sistema Procesal Penal Acusatorio (UISPPA), en coordinación con el Instituto Politécnico Nacional (IPN), llevó a cabo el curso: «Sistema Procesal Penal Acusatorio», en el Auditorio de la Unidad Politécnica para el Desarrollo y Competitividad Empresarial, ubicado en la Unidad Profesional Adolfo López Mateos-Zacatenco.
Rommel Moreno Manjarrez, Titular de la UISPPA, calificó el evento como “una retroalimentación desde una perspectiva dirigida particularmente a quienes tienen actividades tecnológicas, así como una visión de la ciencia hacia la incorporación de una procuración de justicia» y señaló que hablar de justicia no es un tema solamente legal, de normas constitucionales y reglamentarias, sino de cómo se comportan las sociedades.
En ese sentido, Miguel Ángel Álvarez Gómez, Secretario Académico del IPN, aseguró que «es fundamental para quienes, de una forma u otra, asesoran en asuntos jurídicos a las unidades y dependencias politécnicas, entender lo que significa este sistema. Asimismo, enfatizó que el IPN, ésta convencido que la colaboración entre instituciones gubernamentales trae consigo beneficios a la sociedad, por lo que la formación profesional y la actualización del personal, es un compromiso estratégico relacionado con las transformaciones jurídicas que se tienen en la actualidad.
El problema es que nadie les cree y como decía Luis Donaldo Colosio Murrieta, México tiene sed de justicia y ésta no llega.