Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
En México, lamentablemente no hay noticias, hay muertos…
+ Sin resolver todos los casos de periodistas asesinados
Hace poco más de 50 años, el antropólogo y sociólogo estadounidense Oscar Lewis –autor del polémico y exitoso libro Los Hijos de Sánchez- convocó en la Universidad de California, a diversos investigadores de prestigio de ese momento para analizar la llamada “cultura de la pobreza” en América Latina. Y fueron diversos sacerdotes católicos, integrantes de la corriente progresista denominada “Teología de la Liberación” quienes vaticinaron lo que ahora está ocurriendo:
“Los amplios sectores urbanos y del campo pobres no se van a morir de hambre. Van, poco a poco, a integrarse al desarrollo de una y otra manera. Si como sociedad no les damos educación y oportunidades, estos sectores irán con el tiempo acogiéndose a las ilícitas actividades y crecerán a tal grado que buscarán nuevas formas de gobierno. El uso de armas y la confrontación con las fuerzas de los gobiernos serán una constante. Es por ello, que se debe de encontrar un tipo de justicia social, cercano a los designios de Dios, tan pronto como se pueda”.
Bajo ese Contexto, en México, no sólo vivimos una crisis de gobierno –federal, estatales y municipales–, sino que ya no hay noticia, solamente muertos. Y en un pequeño espacio editorial no se pueden analizar todas las causas, pero si tomamos en cuenta los recientes casos de corrupción, engaño, poco crecimiento económico y una total carencia de oportunidades laborales para millones de jóvenes, encontraremos razones de el por qué han venido a repuntar los asaltos a mano armada en las calles.
Aunado a ello, y contrario a lo que se cree, la violencia no sigue un mismo patrón de las entidades federativas más pobres de la república. La coordinadora del Instituto para la Economía y la Paz (IEP), Patricia Obeso, aseguró recientemente que el crimen organizado también está presente en los estados ricos como Nuevo León o los de la costa para acercarse a la frontera con Estados Unidos y también en la capital del país. El estudio Índice de Paz en México 2017 (IPM), presentado el mes pasado, señala que “dos grupos de violencia” traspasaron las fronteras de por lo menos cuatro estados.
El primer grupo se extiende a ambos lados de la frontera entre los estados de Sinaloa (lugar 30 del IPM) y Durango, prolongándose hacia el norte a Chihuahua (24) y hacia el sur a Zacatecas (26). El segundo grupo se encuentra a lo largo de la costa, desde el extremo noroeste del estado de Jalisco, y hasta Colima, Michoacán, Guerrero, para finalizar en Oaxaca. Colima y Guerrero son los dos estados menos pacíficos de México, en tanto que Jalisco, Oaxaca y Michoacán se clasifican en los sitios 18, 19 y 23, respectivamente.
El reciente aumento en las tasas de homicidio es la tendencia más inquietante, pues luego de tres años de bajas significativas, el avance se revirtió en 2015 y 2016, cuando la tasa de homicidio llegó a casi 17 por cada 100 mil habitantes. En 2014, la tasa había bajado a 13 en comparación con el pico de 20 muertes por cada 100 mil habitantes en 2011.
Nuevamente insistimos. El derecho a la información está en peligro y la libertad de expresión más, ante los embates criminales en contra de reporteros, reporteros gráficos, columnistas y editores, que se han venido acrecentar en los últimos meses. El reiterado ¡Ya basta!, que se leía en el cartel que fue colocado en las escalinatas del Ángel de la Independencia, desde donde periodistas y ciudadanos marcharon para exigir justicia y que se castigue a los responsables de los asesinatos de periodistas en México, no tiene eco. La PGR y su fiscalía no han resuelto hasta ahora ninguno de los crímenes contra colegas.
Es por ello que los periodistas reprochamos al gobierno la impunidad en torno a crímenes contra periodistas y la falta de garantías para ejercer la libertad de expresión.
Ayer, en pleno centro de Culiacán, fue asesinado Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada en Sinaloa y cofundador del semanario local Ríodoce. Dos sujetos armados lo despojaron de su vehículo y le dispararon varias ocasiones a quema ropa. Javier escribía temas de narcotráfico, delincuencia organizada y corrupción gubernamental. Ayer mismo, otra periodista, la subdirectora comercial del semanario El Costeño, Sonia Córdova, fue agredida a balazos Autlán, en la que murió su hijo Jonathan Rodríguez Córdova, de 26 años.
La mujer sufrió un impacto de bala en la espalda. “El proyectil ingresó por escápula y se alojó en cervicales sin daño neurológico”, dice el más reciente reporte del Centro Médico de Occidente del IMSS en Guadalajara, donde permanece hospitalizada. Sonia de 48 años de edad, y su hijo Jonathan fueron cercados por sujetos desconocidos cuando circulaban la tarde del lunes cerca del periférico de Autlán. Aunque el ataque iba dirigido contra el muchacho, su madre resultó herida en el tiroteo.
En marzo, al menos tres periodistas fueron asesinados en México: Miroslava Breach (Chihuahua), Ricardo Monluí (Veracruz) y Cecilio Pineda (Guerrero). Tres casos que provocaron que los periodistas mexicanos tomaran las calles y los micrófonos para protestar contra el exterminio impune que desde hace años enfrentan los periodistas mexicanos.
Hay que recordar que, con 11 asesinatos de periodistas y profesionales de los medios de comunicación en 2016, México se ubicó en el tercer lugar mundial, de acuerdo con cifras de la Federación Internacional de Periodistas (FIP). Por encima de México, sólo Irak y Afganistán registraron mayor índice en homicidios, con 15 y 13, respectivamente.
La organización destacó que los niveles de violencia se han incrementado en estos tres países, debido al terrorismo extremista, los conflictos armados y el crimen organizado. De acuerdo con información de AP y La Jornada, la FIP informó que un total de 93 periodistas y profesionales de los medios fueron asesinados en 2016 y que otros 29 fallecieron en dos accidentes aéreos.
Desde el año 2000, 103 periodistas han sido asesinados en México, de acuerdo con las organizaciones Reporteros sin Fronteras y Artículo 19. Treinta de ellos han muerto en lo que va del sexenio; 10 en 2016, tres en marzo de 2017.
El asesinato de periodistas es una manera de silenciar a una sociedad, sostuvieron diversos académicos quienes coincidieron en que el clima general de violencia que estamos viviendo, en el que se asesina a quienes denuncian la relación que hay entre el gobierno y los narcotraficantes, es un gran cáncer que poco a poco se expande y llegará el momento en que no habrá cura. Al tiempo.