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Libros de ayer y hoy
Asesinato que no se esclarece, genera impunidad, pero, sobre todo, desilusión
En México, vivimos una crisis de gobierno -–federal, estatales y municipales–, que se ha venido acrecentar con la implementación del nuevo sistema de justicia penal acusatorio, en el cual los tres niveles de gobierno, a lo largo de una década, no hicieron su trabajo y apresuraron su implementación sin haber realizado una eficaz capacitación para policías y fiscales.
A eso, habría que sumar que los niveles de violencia se han venido acrecentando a lo largo de los meses y la desigualdad social no se ha atendido de manera adecuada, pues los programas sociales, se siguen manejando de manera tramposa, con fines electoreros y sin un sistema de evaluación que permita valorar su eficacia y si funcionan o no.
Aunado a ello, el asesinato de periodistas, dirigentes de organizaciones civiles y defensores de derechos humanos en este mundo de violencia, así como los nulos resultados para esclarecerlos, han venido a generar una desilusión colectiva y los partidos políticos se han convertido en odiosas rémoras.
Insisto, si en México no hay noticias, buenas o malas, sino solamente muertos y si los responsables de procurar justicia no hacen su trabajo, esto va a salirse de control, como ya está ocurriendo en algunas regiones del país. Los casos de autodefensa y de linchamientos, se están multiplicando y nadie los va a poder frenar. Mientras tanto, el discurso oficial es verdaderamente deplorable.
Y da pena escuchar a los presidentes de los partidos, pues son unos verdaderos enanos ante la realidad nacional. También, da pena leer a los articulistas al servicio del gobierno, quienes le temen más a López Obrador que al mismo Donald Trump.
En un pequeño espacio editorial no se pueden analizar todas las causas que generan la violencia, pero si tomamos en cuenta los recientes casos de corrupción, engaño, poco crecimiento económico y una total carencia de oportunidades laborales para millones de jóvenes, encontraremos razones del por qué han venido a repuntar los asaltos a mano armada callejeros.
En cuanto a los crímenes de periodistas, ayer mismo se llevó a cabo en Morelia la marcha de los periodistas de Michoacán por la desaparición de Salvador Adame Pardo, el pasado jueves 18 de mayo, en Nueva Italia, municipio de Múgica.
Los manifestantes salieron de la plaza Villalongín hacia Palacio de Gobierno. Los comunicadores, acompañados de los familiares de Salvador Adame Pardo, exigen a las autoridades otorgar las garantías de seguridad a los reporteros para el libre ejercicio de su profesión. Se les reprocha a los tres niveles de gobierno la impunidad en torno a crímenes contra periodistas y la falta de garantías para ejercer la libertad de expresión.
La PGR no ha mostrado públicamente avances sobre el asesinato de Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada en Sinaloa y cofundador del semanario local Río Doce, asesinado hace una semana en Culiacán, ni tampoco sobre el atentado que sufrió la subdirectora comercial del semanario El Costeño, Sonia Córdova, fue agredida a balazos Autlán, Jalisco, en la que murió su hijo Jonathan Rodríguez Córdova, de 26 años.
Y el gobierno federal reacciona, una vez más, de manera equivocada, pues muchas de las agresiones a los periodistas provienen de los mismos gobernadores, confabulados en algunas ocasiones con los dueños de los propios medios de comunicación. Qué pena.