Historias Surrealistas
Las elecciones del domingo pasado dejaron varios perdedores. Además del PRI, que demostró que ya no puede triunfar solo las elecciones y qué, a pesar de su coalición con otros partidos, apenas le alcanza para ganar con un escaso margen, incluyendo por supuesto sus acostumbradas triquiñuelas, como es la compra de votos y de autoridades electorales.
Los otros perdedores son los ciudadanos que tuvieron que padecer por varias semanas campañas de odio, insultos y demás propaganda barata que a nadie convence. Es más, las promesas de campaña no convencen ni a los propios partidos ni tampoco a sus candidatos. Los ciudadanos pierden porque nada va a cambiar en su entorno en el corto, mediano y largo plazo y tampoco hay algún tipo de garantía que conlleve al tan anhelado cambio.
Los otros grandes perdedores son los medios de comunicación. Sobornos, pago de contratos millonarios en publicidad y prebendas para los dueños de dichos medios y a los conductores de noticieros, formaron parte de la estrategia que implementó el gobierno federal y los gobiernos priístas como el mexiquense y coahuilense, para atacar sin medida al ex priísta Andrés Manuel López Obrador, que con su nuevo partido “Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)”, fue uno de los grandes ganadores en el estado donde nació y gobernó Enrique Peña Nieto.
Desde hace varias semanas, muchos sabíamos que el PRI no se iba dejar arrebatar la gubernatura del estado de México y que la campaña emprendida por el gobierno federal y el PRI para atacar a López Obrador, tenía dos propósitos: que su candidata Delfina Gómez Álvarez no tuviera más votos que el primo de Peña Nieto, Alfredo del Mazo, y que López Obrador perdiera los estribos ante la serie de ataques de que fue objeto.
El presidente del PRI, el michoacano Enrique Ochoa Reza, diariamente se dedicó a denostar tanto a López Obrador como a los panistas y perredistas, quienes anunciaron la posibilidad de ir en coalición en la elección presidencial del año entrante y, por debajo del agua, estuvo operando tanto él como otros priístas –ofreciendo inclusive millonarias sumas de dinero–para que Morena y el PRD no se hubieran aliado en los comicios mexiquenses.
Los conflictos entre el michoacano Enrique Ochoa Reza y el dirigente nacional panista, Ricardo Anaya Cortés, llegaron al punto del insulto y la denostación. Ochoa Reza sostuvo:
“Nosotros no negociamos con mentirosos. Las alianzas, los acuerdos, se construyen previo a los escrutinios públicos, no con amenazas ni humillaciones, como hacen los populistas, ni ante hechos consumados, como ahora pretende Ricardo, no Guillermo Anaya.
Ricardo Anaya, así se expresa de los tricolores:
“Quiero felicitar a los militantes de mi partido, por el gran trabajo que se ha hecho en estas campañas, que ha permitido consolidar la unidad y fortaleza del PAN, la cual dará buenos frutos para los millones de ciudadanos que están hartos del PRI, que reclaman un cambio urgente, para tener calidad de vida y oportunidades. En el PAN no sólo sabemos ganar elecciones, sino que sabemos gobernar y gobernamos bien».
Y en ese contexto, dejando fuera estos pleitos verbales e intrascendentes, es lamentable la actitud irascible y estúpida de López Obrador, al enfrentarse con los conductores de varios programas de radio y televisión.
Los periodistas no debemos ser enemigos de nadie; eso es el peor escenario que podemos tomar. Ni los dueños de los medios, que según López Obrador forman parte de la “mafia del poder” –yo también lo creo–, pueden lograr influir a los millones de mexicanos que forman parte de las audiencias. Pero López Obrador no acepta la crítica y se ha vuelto un tipo nefasto, pues él cree que es el único que tiene la verdad.
Lo que sí es un hecho, es que debemos pensar que en los futuros procesos electorales se instaure la segunda vuelta, cuando hasta ahora se ha demostrado que cerca del 50 por ciento de los electores no vota; y del otro 50 por ciento, se gana con un 30 por ciento. Eso demuestra que se gobierna sin el consenso social y ello permite corrupción y falta de compromiso para el bienestar colectivo. En fin.