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CIUDAD DE MÉXICO, 22 de julio de 2017.- En promedio, controlar la conducta agresiva de un perro puede lograrse en cuatro o seis meses, y casos complicados pueden tardar más de dos años, dijo Alberto Tejeda Perea, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.
“Difícilmente se elimina, pero hay posibilidades de control. Durante los 20 años que se ha dado consulta abierta en la facultad, sólo hemos sugerido la eutanasia en dos ocasiones, porque eran casos extremos”, expuso el especialista.
El académico advirtió que ser permisivos o dominantes con los perros (pretender ser el líder de la manada) podrían ser, en algún momento, los factores que desencadenen su agresión, conducta que al aparecer sólo puede ser controlada.
En el Hospital Veterinario de Especialidades, en el área de Etología y Fauna Silvestre de la entidad universitaria, las consultas por problemas de agresividad representan alrededor del 50 por ciento; “éste es un dato importante si consideramos que al año tenemos un promedio de 450”, apuntó.
Tejeda Perea indicó que la agresividad es parte de la conducta normal en la mayoría de las especies, incluidos los perros, pero si se incrementa o aparece con frecuencia y se convierte en un problema, puede reducirse y controlarse evitando las situaciones que la generan. Sin embargo, en casos donde además de un detonador detectable hay un alto grado de ansiedad, el pronóstico no es muy bueno.
En ambos casos, abundó, la mejoría de la situación “depende de la cooperación del propietario, de que entienda el problema y esté consciente del riesgo”, y esta labor es de los especialistas en comportamiento animal (etólogos), no de los entrenadores.
Libre, cuidadora de perro que mató a niña
La Procuraduría General de Justicia capitalina informó que quedó en libertad con las prevenciones correspondientes, la adulta mayor que fue puesta a disposición del Ministerio Público de la Coordinación Territorial COY-1, por el caso de la muerte de una menor de edad, atacada por perro de la raza Pitbull, ocurrido en un inmueble de la colonia San Pablo Tepetlapa, delegación Coyoacán.
Entre las prevenciones que deberá cumplir la mujer está la de presentarse cuantas veces sea necesario ante la autoridad para continuar con las investigaciones.
La imputada de 72 años fue la persona que tenía la encomienda de sacar a los caninos de sus jaulas.
En tanto, peritos en veterinaria y etología realizan las prácticas necesarias para la elaboración del estado conductual de los cuatro perros que fueron encontrados en el lugar, entre ellos, el que atacó a la menor, los cuales se encuentran en un centro de control canino.
El dueño de los perros se presentó voluntariamente a la agencia del Ministerio Público donde rindió su entrevista.
La agresividad, un proceso
La agresividad de los perros tiene etapas: empiezan con una amenaza a través un gruñido, luego muestran una conducta hostil al levantar los belfos y enseñar los dientes, o al pararse firmes y ver fijamente a otros individuos. Si la agresión esta mediada por un estado emocional de miedo, habrá otras señales de tipo corporal, o incluso evitará la situación huyendo.
Éstas son agresiones mediadas socialmente, en las que no siempre se pasa a un daño físico. “Si ocurre un ataque, entonces ya hablamos de la última etapa”, explicó el especialista en etología clínica.
Algunas veces el problema inicia con la permisividad: ser muy tolerantes y permitir que hagan lo que quieran es un error. “En el proceso de domesticación (de lobos a perros) adquirieron características que implican mantener (por apariencia física y mental) cierta inmadurez infantil/juvenil”.
En este sentido, como cualquier niño o adolecente humano, no tener límites puede llevarlos a estados de frustración importantes; esto de acuerdo a los últimos descubrimientos en cognición de perros.
También es inadecuado confrontarlos, pensar que por ser el dueño quien manda puede someterlos, pues eso provoca miedo y una reacción es lanzar una mordida. “En los perros la agresión puede considerarse una conducta normal ante ciertas situaciones, y cuando llegan a lastimar a alguien, es la última respuesta ante una situación que les resulta amenazante”.
La mayoría de estas conductas son resultado del miedo, reiteró, y normalmente tiene dos orígenes: si fueron expuestos de manera temprana a algunos estímulos, es decir, si sufrieron aislamiento y, en consecuencia, tienen temor a lo desconocido.
La otra sería por una experiencia negativa, que es la situación más frecuente. “Si alguien les hace daño abiertamente, es normal que respondan de manera agresiva o que traten de indicar que algo les molesta”, subrayó.
El problema es que los propietarios no se percatan de esos avisos y hasta un gruñido les parece simpático, cuando deben saber que son la primera llamada de atención. “La agresividad no sucede de la noche a la mañana, es un proceso”, remarcó.