Imperativo, estudio y reflexión sobre IA en la justicia: Guerra Álvarez
Con el Templo de Santo Domingo, el Antiguo Colegio de Medicina, el edificio de la Secretaría de Educación Pública y la vendimia de los ambulantes como marco, el azul y oro de las siglas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dan la bienvenida a la Megaofrenda de esta casa de estudios, que este año es dedicada al gran Diego Rivera a 60 años de su muerte.
Ubicado en el antiguo barrio universitario, en la Plaza de Santo Domingo con el sol que cae a plomo, en el ambiente se percibe una mezcla de festividad y nostalgia entre los visitantes, y es que en esta Mega Ofrenda se dedica también un espacio para las víctimas de los sismos del pasado 19 de septiembre, pero también a la vida, a la solidaridad que se mostró en aquellos terribles días, y a los héroes anónimos que no permitieron que la ciudad siguiera derrumbándose.
Con un enorme Diego cadavérico sentado en su banco, con pincel en mano y plasmando su arte en los lienzos de la vida, rodeado de flores de cempasúchil y aroma a incienso. Ademas de los característicos ojos saltones del “sapo” como le decían, o los overoles de mezclilla que utilizaba, un común denominador en la mayoría de las ofrendas puestas por los diferentes planteles de la UNAM, fue la temática de la rebeldía y la protesta, tema que siempre siguió al gran muralista mexicano.
Y así como en el lienzo, en la Mega Ofrenda conviven vivos y muertos, ricos y pobres, extranjeros, visitantes, comerciantes, hombres, mujeres, niños y hasta mascotas, y todos reunidos por la misma razón, para que esta tradición nunca muera.