Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Repensar confianza tras martes de Trump
Hemos sostenido durante estas colaboraciones que la confianza es un fenómeno que es necesario considerar para completar nuestro acercamiento a lo político y a la opinión pública: constitutiva de lo social y espacio de expresión de lo ciudadano.
Trump aparecía segundo en las encuestas, pero tanto el electorado como el sistema de conteo del voto estadounidense permitieron lo que los estadounidenses bien pensantes, incluido el New York Times y todo el mainstream de la prensa convencional estadounidense debieron penosamente admitir después tras negarlo durante meses.
No están considerando voces y opiniones al margen de lo usualmente correcto y que es necesario incorporar para entender lo que ocurre antes, durante y después de las elecciones en esta época de aparente involución con márgenes de oportunidad.
Al final una magnitud de electores mayor de la originalmente admitida simpatizó con quien será el nuevo presidente de los Estados Unidos.
En Gran Bretaña, Colombia y Estados Unidos han quedado claras las evidencias de una tendencia fundamental: hay una regresión de la visión que sosteníamos hasta hace un par de años de aquello que significa lo global y lo políticamente correcto.
A partir de los resultados de las elecciones para permanecer o no en el acuerdo de la Unión Europea, aprobar o no un plan de paz con la guerrilla o para decidir si una versión más radical que otra de lo que significa la hegemonía estadounidense, sabemos, con evidencia contundente, que debemos ajustar nuestros modelos explicatorios y también revisar nuestros argumentos para permitir la capacidad de acción cívico política y nuestra inteligencia ciudadana.
De lo más importante, me parece, es la necesidad de situar con absoluta claridad cuáles son las prioridades nacionales y las individuales y cuál es el modelo de representación política que mejor y realistamente las armoniza.
Un ejemplo.
Es necesario plantearse lucidez y precisión político programática: qué tipo de desarrollo, con qué aliados, con qué dirigencias y qué planes de gobierno podemos avanzar en el futuro.
Ello implica asumir, algo que cuesta un enorme trabajo incluso a los liderazgos más esclarecidos como nos consta a todos: qué programas de gobierno y qué reivindicaciones pueden realizarse y cuáles no.
Ante la escasez de recursos y de ideas, ignorar las percepciones y las necesidades de los sectores que son realmente la mayoría puede resultar catastrófico no para un candidato o un partido sino para todo un país.
La confianza nacional no puede reconstituirse, de aquí al 2018 y después, sin la comprensión integral del comportamiento contemporáneo de la opinión pública y sin la complementación de los índices de preferencia electoral y la actuación correspondiente de los actores políticos ante ello.
confianzafundada.mx