El presupuesto es un laberinto
Desconfianza en la información oficial
La población desconfía de la información y los datos provenientes de la autoridad.
Al mismo tiempo, la mayoría de la población tiene en la autoridad la expectativa de que genere orientaciones e información confiable sobre lo que hace, debe hacerse o debe esperarse de ella.
¿Cómo explicar y cómo aprovechar esa aparente contradicción de que desconfiamos de la autoridad y al mismo tiempo necesitamos y deseamos que responda, atienda, resuelva e informe?
Una probable explicación es que al mismo tiempo que existen instituciones con creciente solidez, las prácticas en ellas desplegadas por servidores públicos de todos los niveles no siempre son idóneas, ya sea por propia voluntad o por el funcionamiento e interacciones registradas en los gobiernos.
Las incompetencias personales y grupales son tremendamente difíciles de subsanar si consideramos el sistema de reclutamiento, mantenimiento de las plazas, así como los acuerdos y frecuentes complicidades que en ciertos segmentos del gobierno pueden evidenciarse.
A ello debe agregarse que la realidad empírica, los hechos percibidos por la mayoría de la población y la forma en que registra su experiencia cotidiana y lo que de ella dicen los representantes de diversos niveles de gobierno, arrojan ante los ojos de los ciudadanos una enorme discrepancia a partir de su ubicación sociopolítica y su participación en el bienestar posible en nuestro país: “dicen que las cosas cuentan mucho y se cuentan bien pero no es lo que yo veo”.
La Encuesta Nacional de Acceso a la Información Pública y Datos Personales dada a conocer por el Sistema Nacional de Transparencia muestra las áreas respecto de las cuales existe mayor reserva ciudadana: sueldos de servidores públicos, seguridad pública, elecciones y datos sobre combate a la pobreza. La mayor cantidad de respuestas indica que la población percibe como falsa la información o como disociada de la realidad.
Sin el desmantelamiento de las discrepancias entre la información y la manera en que es difundida o percibida, es prácticamente imposible desmontar la desconfianza respecto de la información de la autoridad.
Tampoco es posible sin la depuración del gobierno para que permita las mejores prácticas y las mejores contrataciones o sin la mejora radical en la calidad de los liderazgos institucionales.
Tarea de titanes.
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