
De frente y de perfil
Tres estampas del desplome
Fallece el diputado Carlos Hermosillo, del PRI; difunden en Estados Unidos la información del departamento de un millón de dólares de Alejandra Barrales y, Mauricio Ortega, el director de La Prensa al momento del robo del jersey de Tom Brady, es encontrado responsable de ese y otros hurtos.
Las tres estampas y eventos relacionados con ellas, generadas en estos días, corresponden con el gigantesco problema mexicano: el desplome de la integridad percibida en personas con liderazgo y responsabilidades políticas y profesionales.
En el primer caso, el legislador cercano a Cesar Duarte, uno de los tres gobernadores priistas perdedores de la elección previa, era sujeto de investigación en la Fiscalía de Chihuahua acusado de enriquecimiento ilícito, peculado y uso indebido de funciones. Había sido operador de Duarte en lo político y en los negociones personales-institucionales del gobernador. En menos de un sexenio pasó de poseer una casa de interés social a una de 20 millones de pesos. El caso de Chihuahua, Quintana Roo y gravemente Veracruz, demuestra además que el cambio de gobierno es indispensable para, al menos, comenzar a saber el volumen del latrocinio en las entidades federativas. En el caso del legislador fallecido trágicamente no se registraba la inminencia de una sanción.
Alejandra Barrales, impuesta por el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera para ocupar la presidencia nacional del PRD, fue el centro del reportaje de Univisión que muestra omisiones en su declaración patrimonial y revela un discurso en el cual al mismo tiempo que se reclama transparencia y se poya la ley 3de3 que invita a unirse a una casusa cívica de la mayor relevancia, no incorpora ella misma oportunamente los datos de la modificación de su riqueza. Además, exhibe a una dirigente de izquierda que promueve una imagen de crítica al enriquecimiento y comportamiento de los otros que no parece congruente con el proyecto y el monto de una inversión operada mediante dos corporaciones diseñadas para encubrir y realizar la operación de la adquisición de aquella propiedad.
En el tercer caso, la decepción por el comportamiento de un personaje, familiar de los Vázquez Raña, encargado de la edición del diario La Prensa, el mismo que de manera popular y constante denuncia corrupción en los políticos con cabeza gigantes en su primera plana y contraportada, roba dos jerseys y un casco en un total de tres ocasiones. La peor de todas, si cabe esa expresión, en el momento en que un presidente estadounidense como Donald Trump insiste en la actitud delincuencial de los mexicanos, al menos los indocumentados y cuando la prensa es señalada negativamente y mantenida ocasionalmente al margen de la cobertura. La contribución de Ortega al discurso de Trump es enorme porque su demoledora ausencia de principios puede ser fácilmente movilizada para validar una opinión en contra de los mexicanos, los periodistas, los inmigrantes y ahora hasta de quienes consiguieron la visa.
En las prisiones mexicanas hay miles de personas detenidas durante años por robos menores. No tendrán oportunidad de ninguna reinserción social en un contexto de desempleo y disputa por las pocas oportunidades de integración a la economía formal que se generan en nuestro país.
Los integrantes de la clase política o empresarial que se distancian del ejercicio legítimo de sus oportunidades de progreso o que abiertamente incurren en delitos carecen del mínimo escrúpulo y de la vergüenza básica reguladora de comportamiento social que alguna vez fue un referente.
Qué pena.
confianzafundada.mx