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Teléfono rojo
Confianza necesaria
La confianza personal solamente se forma donde es necesaria. Esa verdad se aplica para personajes dentro del gobierno, la empresa, la sociedad civil, la economía informal, incluso entre quienes existen fuera y en contra de la ley.
Y se forma como necesaria cuando es útil y funcional para estructurar certezas acerca de un principio de orden y de procedimiento. Así es que, por ejemplo, podemos confiar en el Banco de México como en sus directivos principales: es necesario que supongamos que la moneda tenga, valga la expresión, el peso que confiamos que tenga y que éste sea reconocido y libremente intercambiado.
Necesitamos la confianza de nuevo.
De ahí que, si hemos de relacionar esa premisa con la imagen y la realidad que difunden algunas plataformas y líderes en público y en privado del Presidente Enrique Peña Nieto, haya espacio para la reflexión y la (pre)ocupación.
Es tan inédita la invitación a un evento público a un candidato al gobierno de Estados Unidos como lo es la valoración que el conjunto de elementos asociados a ese evento ha suscitado.
El cálculo de quienes ahora incluso consideran “estúpido” el acto y al presidente, señaladamente, dos articulistas de Reforma y ciertamente una enorme cantidad de opiniones menos estructuradas y formales, se asemeja al de una importante corriente de opinión que se dirige a destrozar algunas de las certezas que algunas generaciones conocimos en relación con el sistema político y los procesos electorales: ahora nada es lo que fue y lo que viene parece incertidumbre dominada por las oposiciones.
La sociedad debe comenzar a prevenirse. La disputa por la Presidencia de la República deberá atravesar un inhóspito valle de ajetreos saturados de posibilidades inesperadas, muchas de ellas empapadas en el enojo, la frustración, el fastidio y la venganza.
Ante ello, requerimos de una gran propuesta ética, programáticamente consistente, creíblemente dirigida por personajes y grupos en quien podamos depositar, nuevamente, la confianza necesaria que es indispensable en el proceso de renovación del poder.
Además, la disputa por el 2018 es una en que prevalecerán tres tercios y solamente uno de ellos, por una diferencia no necesariamente muy alta, será acreedora del derecho de gobernar.
Doblemente, confianza necesaria.