Abanico
Notas después de Edomex 2017
Desde lo observado en los participantes centrales opuestos al PRI, la elección en el Estado de México implica lecciones contundentes.
Muchas de ellas eran asequibles desde el inicio del proceso.
Para el PAN queda claro que quienes tengan más posicionamiento, como claramente lo tenía Josefina Vázquez Mota, no necesariamente pueden ganar, siquiera, un lugar de acuerdo al que representa la fuerza nacional o local del partido.
Su acompañamiento inicial, desde la imagen de Felipe Calderón “alegre” hasta la acusación de recibir fondos federales desde la fuerza a la cual se opuso, la golpea fuertemente.
Además, perdura el recuerdo de que había perdido de la manera más ingenua y torpe (desde el fracaso de aquel primer mitin para la campaña de 2012); fue derrotada por una inhabilidad evidente en la competencia real; tiene como lastre comportamientos claramente contradictorios con el discurso de la oposición, carece de comprensión sobre la dinámica general y particular de la disputa en cada caso y ni siquiera pueden proyectar un lema de campaña a la altura del desafío.
El respaldo de la base del PAN se distanció tempranamente de la candidata y pudo haber sido impactado por la distancia entre Ricardo Anaya y Margarita Zavala además del crecimiento de Morena como la mejor opción anti PRI. Eso fue reflejado en la última semana del proceso electoral por su caída en las preferencias.
Para el PRD, el balance debería ser sujeto a un análisis público de la información con que cuentan los actores. Ese partido compitió sin que estemos totalmente seguros de que lo hizo realmente para ganar la elección.
El resultado es que no ayudó a impedir la renovación del poder del PRI.
Es imposible, por ahora, identificar si en realidad buscó, entre otros objetivos, el cumplimiento de un acuerdo inconfesable, pero es inevitable considerarlo dado que se boicotea desde el inicio la posibilidad de una alianza contra el PRI y con el PAN.
ADN (Alternativa Democrática Nacional) fue el protagonista de la decisión de competir “solos” mientras que NI (Nueva Izquierda) es el principal actor interno informado y permanece aun curiosamente silenciosa respecto de lo que ocurrió internamente.
ADN vendió exitosamente la idea de una mejor candidatura sin probabilidad de ganar. Sin embargo, de hecho obtuvo un porcentaje menor de votos para el PRD en comparación con otras elecciones.
A Morena creció enormemente, desde cero y desde el inicio de un concepto de campaña de gran cercanía popular que fue oportunamente promovido por Higinio Martínez y aceptado por el líder nacional de aquel partido.
Gracias a la campaña con Delfina Gómez a la cabeza, Morena construyó la base para ganar la elección federal en y desde el Estado de México y triunfó en municipios tan dispares como Naucalpan o Ecatepec aun en condiciones de prácticas ilegales, ilegítimas o fraudulentas.
AMLO debe aprovechar, aun en el contexto de su enorme experiencia, las lecciones. En principio se ha mostrado más cauteloso tras la jornada dominical y consciente de su enorme avance en una entidad donde no había competido y es la segunda fuerza, al menos.
Entre aquellas: tiene una ventana de oportunidad para anticiparse a la connivencia de las alianzas estratégicas de otros y a la conveniencia de las propias; podrá prever más eficazmente el uso de la maquinaria de interés a la cual propagandísticamente llama “la mafia del poder” pero que no desmonta operativamente; puede constituir un equipo de trabajo más competitivo; está en condición de aprovechar la comprensión de que el “voto útil” puede ser usado en su contra.
Sobre esto último, por ejemplo, en la lógica de quienes se le oponen al tabasqueño, estos promoverán un “voto útil” para contenerlo en la idea de que “no votes por mí a partir de la miseria de lo que represento sino por mí a partir de que soy lo único que puede contener” al “populista autoritario” como le llama el líder nacional del PRI, Enrique Ochoa. Algo de aquello pudo operar en el Estado de México.
Para la fuerza ganadora, el PRI, el costo de la victoria y el modo de lograrla, aún por descubrir y detallar, merece otro espacio. Por lo pronto logró algo esencial: dividir la inmensa antipatía contra su candidato entre todas las oposiciones y aprovechar la antipatía para su principal oposición, AMLO, convirtiéndola en votos a favor.
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