Escenario político
Socavar al presidente
La solvencia gubernamental nuevamente es puesta a prueba.
La capacidad de contratar, supervisar y entregar resultados eficientemente, así como aquella de las empresas ofertantes del gobierno federal de cumplir es objeto de escándalo por la ausencia de controles efectivos en las obras encargadas a una nueva camada de beneficiarios del poder político y económico del país: los hijos de los políticos convertidos en funcionarios o empresarios protegidos por la impunidad.
Una y otra vez se pone a prueba la capacidad del jefe del Estado para gobernar lo máximo y para resolver lo mínimo. Y no falla en fallar. Mientras se mediatiza nuevamente el tema del priista ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se acrecienta la duda sobre los vestigios de confianza entregable a la autoridad y al sistema de impartición de justicia.
Socava al presidente Enrique Peña Nieto y a la Presidencia de la República, como institución ordenadora del poder político nacional, la resistencia a modificar el pacto del grupo mexiquense y su alianza con los hidalguenses que mantienen el poder. En la definición actual, “política” quiere decir encubrimiento y protección del grupo cercano.
La mayoría de los grupos del PRI fueron excluidos de la entrega de las plazas del primer nivel y, en consecuencia, indirecta, no son beneficiarios de la contratación de obra pública. La “política” dejo parcialmente de beneficiar a un amplio segmento.
No saben aún qué posición tomar. Pero saben bien que socavar es una de dos, o las dos, según la RAE: “excavar alguna cosa por debajo, dejándola sin apoyo y expuesta a hundirse” y “debilitar la fuerza moral de una ideología o un valor espiritual, o de la persona que la defiende o representa”.
Peña Nieto ha perdido casi por completo el sentido de su corresponsabilidad con la opinión pública más informada y responsable que, por otra parte ilusamente, le demanda actuación política con estándares internacionales.
El titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, simboliza la disposición del jefe político de respetar el acuerdo de grupo por encima del costo negativo contra la imagen personal e institucional del presidente. Peña Nieto conserva, sin embargo, un capital político esencial: la lealtad al grupo que lo llevó al poder y al expresidente Carlos Salinas de Gortari. Eso es central en la cultura priista.
El pacto entre mexiquenses e hidalguenses del PRI ha implicado que ocho de cada diez posiciones de alto nivel estén entregadas al grupo del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, al titular de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray y de todos aquellos que dicen tener o tienen relación directa amistosa y de negocios con Peña Nieto.
Conforme se acerque el fin del sexenio, los datos de la entrega de obra -procesamiento, calidad, cobertura, costo, beneficiarios privados- verán la luz y, solamente si hay alternancia en el poder, enfrentarán la justicia.
confianzafundada.mx