Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Rius para no tan principiantes
Eduardo del Río fue un verdadero hijo del averno: comprometido, productivo, ingenioso, critico endemoniado y, en mi opinión, modesto y acercable.
Debido a que muchos mexicanos confían más en un monero honrado que en un político como casi todos, no es de extrañar la generacional trascendencia popular y didáctica de Rius.
Gracias a sus desplantes y su afán de simplificar ideas e historias complejas nos identificamos con sus monos quienes en la adolescencia y en la primera adultez lo seguimos en sus Agachados, los Supermachos, Marx para principiantes o la Panza es Primero.
Tal vez su ateísmo radical fue respuesta a los daños colaterales de su propia educación religiosa. Para muchos ese ateísmo conectaba de inmediato y positivamente con la educación laica de las escuelas públicas y, en contraste, alejaba igualmente a sectores conservadores que aun muerto lo denostan como puede verse incluso en reacciones, minoritarias pero muy contundentes, a las notas publicadas sobre su fallecimiento este lunes.
Eran los años 70 y su obra de difusión rápida, coloquial, amistosa para el lector con menores ingresos, con más prisa y creciente curiosidad era un muy transitable puente introductorio.
Rius es el abuelo de los memes. Múltiples prejuicios y verdades desde las izquierdas y las simplificaciones correspondientes fueron bien conocidos por él y sus lectores.
Entre los actuales memes y aquellas representaciones del monero gigante que fue Rius, abundan los plenos de imaginación irreverente y de gracia respecto del frecuentemente solemne y tortuoso mundo de la política y la grilla a secas; los hay saturados de animadversión y apenas admisible simpleza.
Entre unos y otros, los memes de hoy y los del cenozoico de Rius son espléndidos en una línea narrativa que encontró un hueco en la inmensa y alguna vez eficaz maquinaria de propaganda y literatura oficialista en una época dominada por el imaginario priista y sus ignorancias múltiples colaterales.
En su crítica, sin embargo, habita una respetabilidad básica ocasionalmente interrumpida por el presidente y el imaginario nacional bastante uniforme que es impensable en nuestros días.
A muchos introdujo en las ideas del imaginario izquierdista, libertario, antiimperialista y el de la salud, o de la sencillez de la vida y a veces su complejidad, especialmente en lo que respecta a la disposición a acercarse a la historia e incluso a la filosofía política de manera tan sencilla como esquemáticamente accesible.
La revista Zócalo que dirige Carios Padilla, tuvo un extraordinario acierto al publicar en su edición de este mes como material principal “La gesta cultural de Rius” con 20 páginas dedicadas al cartonista fallecido.
Ilustró y divirtió; enseñó y entretuvo. También contribuyó a propagandizar valores y un sentido de ética en un país cuya corrupción creció de las manos de las fuerzas políticas respecto de las cuales Rius construyó su identidad plástica y creativa habilidad crítica.
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