Poder y dinero
Comerse a la flaca
Los pueblos anglosajones en general, a diferencia de los mexicanos, estiman que la muerte debe estar fuera de la puerta. Nosotros, en contraste, la invitamos a cenar y nos la comemos en un pan.
Los que hemos visto adelantarse a otro de nuestra familia o atestiguado los destrozos de la muerte en el cuerpo de algunos desdichados por accidentes, la tragedia natural o la violencia brutal o incluso, simplemente en el ánimo de los demás, estamos cada vez más urgidos del buen uso de nuestro espacio y tiempo y más dispuesto a reconocer lo trascendente en la vida o lo que pudiera haber después de ella.
Si como dice André Malraux la muerte solamente tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida, la vida es nuestra oportunidad de celebrar, depurar, evolucionar.
La oportunidad mexicana es aprender a celebrar la honestidad tanto como es declarar la inaceptabilidad serena y clara de las corruptelas que han caracterizado a innumerables personajes de lo público y empresarial, en ciertos tramos de la administración del erario cuando se refieren a licitaciones y otros entramados del privilegio.
La muerte de lo mexicano mortecino e institucional o presupuestariamente criminal, debería concentrarse en forzar el decaimiento de la impunidad y la correspondiente generalización verificable de la ausencia de sanción y castigo severo para quienes controlan segmentos muy relevantes del 60 por ciento de la economía nacional, especialmente aquella llamada informal, incluyente del crimen organizado. Nueve de cada diez crímenes permanecen sin castigo.
La incompetencia de sectores inmensos de la administración pública, dañados severamente por las deudas de cuotas, nepotismo, amiguismo, mediocridad y abierta y criminal incapacidad de resolver lo cotidiano, para no bregar en el largo plazo, debería ser enviada a calacas en un santiamén.
Ahí sí existe una ventaja cultural de los pueblos anglosajones.
Si bien mantienen a la muerte a distancia en una perspectiva más bien empobrecedora y tal vez en proceso de modificación -si hay que juzgar el impacto real que tuvieron, por mencionar un par de ejemplos de la industria cultural: la película Spectre de 007 al detonar el inicio de un desfile antes inexistente en la capital del país o la película Coco de Disney respecto del aprecio iniciable en la infancia respecto de la pelona-, ellos sí se atreven a arrinconar eficientemente a la corrupción, la impunidad, la incompetencia.
Los anglosajones tienen una determinación de deshacerse de lo socialmente mórbido, al menos desde hace unos 70 años después de la segunda guerra, en el sentido amplio y específico de formas eficientes de gobernar, especialmente Holanda, Inglaterra, Suecia o Alemania, que nosotros aun no conocemos.
El miedo a ser integro, participativo, abierto al debate, debería incorporarse a estos días de celebración y decoro por los que han dejado de ser y para superarlo.
Por respeto a nuestros muertos y en relación con aquellos respecto de los cuales lo seremos un futuro día de unos santos, y otros no tanto, debe hacerse una declaración a favor de la flaca.
Por un beso de la flaca yo daría lo que fuera, dicen los de Jarabe de Palo.
Yo también, si me deja oportunidad para seguir celebrando la confianza en la vida.
confianzafundada.mx