Cuestión de confianza/Salvador Guerrero Chiprés

Meade: gramática del tercer lugar

Enrique Peña Nieto quiere enmendarle la plana a la opinión pública nacional, adversa  en más de 70 por ciento al PRI, basado en la creencia de que su partido tiene el mismo control territorial, del aparato burocrático, de las élites políticas y de los recursos presupuestarios que tuvo hace 50 años cuando el control de los medios tenían un efecto mayor en ocultar la información para la mayoría de los ciudadanos y no había opciones creíbles de poder.

Por eso la situación de su grupo político y de su candidato es tan angustiante.

Para quienes simpatizan con el PRI por convicción o por razones presupuestarias o ambas, también hay problemas para ser eficientes en la promoción de la propuesta presidencial.

Nada de lo que le permitía ganar al PRI sobrevive enteramente como era antes de 1988 y en particular en los años sesenta.

Adicional y gravemente para Peña y su grupo mexiquense, se ha desvanecido la ventaja que había en la originalmente apropiada idea de disociar la candidatura del PRI del mismo partido al proponer a José Meade, un candidato “externo”, aun cuando la familia del mismo ha estado vinculada al aparato de gobierno desde hace treinta años al menos.

Meade es un priísta que se merecen las escuelas primarias ansiosas de pupilos que requieren ‘crash courses’ en política y en gramática.

José Meade, precandidato del PRI a la Presidencia de la República, pudo haber “resolvido” su doctorado exitosamente en Yale. Sin embargo, parece haber escapado a la primaria y la secundaria sin la adecuada supervisión de padres y maestros.

Y no lo reposicionan mucho los twiteos de sus ejercicios manuscritos -habría que checar la caligrafía, a ver si es realmente la de él, nunca se sabe- enmendando su propia plana de desaciertos iniciales o de ausencia de algún tipo de carisma básico.

¿Es importante que no haya “resolvido” las materias correspondientes del español y que haya sido secretario de Estado en diversas ocasiones con el PRI y el PAN con alguna eficiencia?

¿En la mentalidad tecnocrática de segunda generación, es más importante hacer tesis de temas ajenos al país en un idioma extranjero sin haber resuelto lo básico de la formación nacional exigible a cualquiera, como lo exhibe el personaje en cuestión?

¿Un resbalón en la retórica más elemental, en su caso, es revelador de una descomposición mayor?

¿Debemos preocuparnos todos por lo contagioso que se ha “volvido” el tema de los yerros diarios al ser viralizados entre burla y aprovechamiento táctico de los adversarios?

¿Le hicieron la tarea en esas secretarías otros funcionarios como pudieron habérsela hecho en la primaria y en la secundaria o lo apoyaron, como a otros, en la realización de su tesis?

¿Por eso no sabe lo que pasó en sus secretarías respecto de las intervenciones equívocas y a veces ilegales de aquellas en procesos electorales que les interesaban a sus jefes inmediatos?

¿Está demostrando con sus fallas que tiene tal cercanía con Enrique Peña Nieto que se ha contaminado más de la ausencia del detalle en la educación que ha exhibido el primer mandatario que contagiado de sus habilidades para “ganar elecciones”?

Porque la respuesta es peligrosamente afirmativa a casi todas las preguntas.

La ventaja de Andrés Manuel López Obrador sobre sus adversarios, especialmente sobre el PRI, es de tal magnitud que la migración subterránea, por una diversidad de factores entre los cuales está por supuesto el tipo de personaje que es Meade, preocupa hasta Morena que no sabe qué hacer con tantas peticiones de ingreso provenientes del “cascajo”, la “calabaza” o los “desechos tóxicos” como le llaman los morenistas más antiguos.

Algo falla en Yale. Y en la educación primaria mexicana privada como lo demuestra Meade. Algo más serio falla en el PRI y, cierto, en el conjunto de los partidos con los reclutamientos considerablemente controversiales que presentan como relevantes adquisiciones de un draft dudoso en estos días de precampaña.

confianzafundada.mx