
El predial talón de Aquiles municipal
La antípoda de la democracia
@guerrerochipres
La violencia, bajo ninguna circunstancia y en ningún contexto, debe ser normalizada ni justificada.
En el plano electoral, está encaminada principalmente a dos acciones íntimamente relacionadas con el dejar de hacer. Por un lado, pretende inhibir la actuación de las personas ligadas al quehacer político, y por el otro, cohíbe la participación ciudadana en el proceso.
La violencia es, por tanto, un enemigo natural de la democracia. En el escenario político, resulta cotidiano aprovechar ese ambiente para enturbiar la decisión de los electores sobre a quién entregar su voto e incluso si acudir o no a votar.
Atizar el fogón, como dice un refrán, es la labor de quienes buscan obtener un beneficio político del contexto. Enfatizar que el proceso electoral está invadido por la violencia tiene, a todas luces, fines político electorales. Decir que vivimos uno de los procesos más violentos, además de falaz, pretende un efecto inhibidor en el ejercicio democrático.
La de este 2021, aunque es la elección más grande de la historia moderna, por el número de puestos de elección y las entidades federativas involucradas, no es la más violenta.
Un reporte de la consultora Etellekt, de mayo de este año, indica que en el proceso electoral 2017-2018 se registraron 774 agresiones contra políticos, y este año suman 782; un aumento de 1%.
En cuanto a políticos asesinados, la empresa reporta que hace tres años hubo 152 casos, mientras que en este 2021 registran 89, es decir, un descenso de 41.4%.
La violencia electoral es lamentable y censurable, pero tampoco podemos decir que ésta va en aumento, pues se mantiene en los niveles del anterior inmediato e incluso es menor en letalidad. La Organización de Estados Americanos (OEA) consideró al proceso de 2018 como uno de los más violentos de la región.
La democracia busca agregar y articular opiniones y concepción diversas, jamás dividir ni segregar. El politólogo italiano Norberto Bobbio (1909-2004) consideraba que los ideales democráticos debían ser la tolerancia, la no violencia, la renovación gradual de la sociedad y la fraternidad.
La violencia, decía el también politólogo italiano Giovanni Sartori (1924-2017), es la antípoda de la civilización y el derecho.
La construcción de una jornada electoral pacífica y el combate a la violencia requiere de la participación ciudadana informada, decida y consciente.
En la antigüedad el proceso electoral era un día de fiesta. Era la fiesta de la democracia, que reclama orden, respeto y cultura cívica, valores que fomentamos y defendemos desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.