Presupuesto y fiscalización/David Colmenares Páramo
Protesta estudiantil contra los porros
Por: Salvador Guerrero Chiprés
La UNAM decidió la expulsión de 18 estudiantes identificados como parte de los agresores de otros que reclamaban seguridad cuando fueron agredidos el lunes pasado frente a la rectoría.
La institución actuó rápidamente para contener cualquier tentación de incrementar los cálculos tácticos de grupos porriles para generar provocación estudiantil en el contexto de los 50 años del aniversario del 68 y a unos días de la realización de un partido de fútbol americano entre Pumas CU y Águílas Blancas del IPN que fue cancelado este martes.
En el delicado y peligroso filo en que a medio siglo del 68 un conjunto de movilizaciones voluntaristas -determinadas por la mera ocurrencia empeñosa de sus participantes- y algunas más justificadas en torno a la presencia inaceptable de grupos violentos en los colegios de ciencias y humanidades, las autoridades universitarias evaluaron con más cuidado lo que podría ser una marejada de dos días o un tsunami. Comenzaron a actuar y lo hicieron con contundencia después de una aparente actitud dubitativa por la cual fue cancelada una conferencia de prensa dirigida a deplorar la presencia de grupos de porros en la UNAM.
Los porros subsisten increíblemente. El contexto nacional ha sufrido una enorme modificación. Los grupos estudiantiles con actividad legítima trataron al inicio de la semana de movilizarse contra las amenazas de los porros y fueron atacados.
A los factores conocidos que causan los movimientos estudiantiles, de percepción y registro de marginación social, se agrega uno menos presente en los momentos de activismo estudiantil del siglo pasado: el tema de la ausencia ominosa de la seguridad pública.
Los movimientos estudiantiles son formas de expresión de segmentos de la población empobrecida, autopercibidos como vulnerados y vulnerables, expuestos a niveles de politización de grupos de activistas con mayor o menor legitimidad y talentos que han constituido en la historia de nuestro país, especialmente de las preparatorias y universidades públicas, uno de los insumos de movilizaciones más amplias y relevantes.
Hasta la tarde de este martes la agresión sufrida por un grupo de estudiantes del CCH Atzcapotzalco y eventualmente Naucalpan, frente a la torre de rectoría, había esparcido una respuesta movilizatoria que involucraba 22 planteles universitarios en un paro de dos días que vencerán este jueves.
Este martes fue el segundo día de manifestaciones antes la inseguridad que viven especialmente los jóvenes del nivel preparatoria y que los universitarios en CU se han habituado a tolerar respecto de pequeños grupos de distribución de droga y de ladrones que aprovechan la apertura perimetral y la generosidad educativa, cultural y cívica de nuestra máxima casa de estudios.
Los colegios de ciencias y humanidades surgieron como un modelo pedagógico alternativo y complementario a la preparatoria convencional de los años 60, precisamente después del movimiento estudiantil desde donde surgieron diversidad de expresiones políticas estudiantiles, sindicales, partidistas e incluso guerrilleras.
Varios legisladores y dirigentes actuales, de este tiempo nuevo mexicano, provienen de lo mejor de movimientos estudiantiles identificados con valores éticos, sociales y normativos. En otros casos hay severas dudas.
Sin embargo, han existido expresiones de golpeadores asociados con intereses extra universitarios o de control autoritario, a quienes llaman porros, que representan una amenaza para la vida política estudiantil y para las autoridades y las obligaciones que ellas tienen de contribuir a la protección del estudiantado.
Lo estudiantes pedían este martes por su seguridad, por una mayor eficiencia de la autoridad para garantizar la protección de los alumnos y al mismo tiempo que preguntaban “¿quién ordenó el ataque?” en relación con los golpes contra algunos de ellos durante este lunes. Advertían que en la UNAM debían tener cuidado ante la tentación de “meterse con la generación equivocada”.
Ojalá se trate solamente de solucionar los problemas de seguridad que esporádicamente presenta la UNAM y podamos dirigirnos todos a un debate distinto de aquel que tendríamos si no hay una inteligente y eficaz respuesta de la autoridad.