Abanico
Slim y el antorchismo contra AMLO
Carlos Slim es la cabeza de un conjunto de empresas y financiamientos y tiene derecho a hacerlo y a defender suposición, se lo pidan o no. Su conferencia de prensa le abre huecos que los medios prefieren omitir, especialmente, la forma en que los fondos sobre los cuales puede decidir Slim son usados y en qué proporción, para respaldar la construcción del nuevo aeropuerto.
Su posición, sin embargo, no es tan vociferante como quisieran ver los adversarios del tabasqueño.
Andrés Manuel López Obrador, el candidato de Morena, puntero sólido, según sus propios adversarios, tiene igualmente derecho de invitar a Slim a invertir en el aeropuerto de sus propios recursos si el negocio es tan bueno. Y, según parece, también de viajar en un aerotaxi cuyo uso es trending topic sin ser algo más que un colorido y atrevido incidente de viaje.
Su actitud, sin embargo, no deja de ser objeto del ataque explicable de sus oponentes.
Los adversarios de AMLO preparan el ambiente para el debate, pero no encuentran “carnita” para modificar la opinión mayoritaria. Los temas son “autoritario”, “violento”, antagonista de la inversión y usuario de un más bien modesto aerotaxi.
Gritones e inocuos, salvo muy pocos que excepcionalmente no dejan de ser agudos, deben ser bienvenidos y atendidos en su argumento…cuando lo presenten. Parecen incompetentes para retirar a AMLO del epicentro de la elección.
Si todos critican al político tabasqueño con la misma ferocidad ¿quién de los otros tres se beneficiaría de sus votos y en qué proporción? ¿Con qué estrategia para diferenciarse de los demás?
Qué enigma tan difícil para los cuartos de guerra de los opositores al candidato de Morena.
Los medios de difusión, sujetos a un modelo de comunicación con una forma de contratación dominante que concluirá o transitará hacia otra hasta el 2019, deciden qué punto de vista privilegian en función de ese “hub” de intereses.
Mayormente tenderán a respaldar a Slim, por ejemplo y, como puede verse en las redes sociales, los demás tenderán abrumadoramente a respaldar a AMLO, por ejemplo en el caso de los universitarios afrentados por el sondeo de Reforma que sostiene a Ricardo Anaya como favorito de entre asistentes a escuelas de nivel superior.
La polarización es inevitable, explicable y debe ser bienvenida en el debate nacional.
Unos buscan resguardar una inversión y otros asegurar su ventaja electoral o la probabilidad de su segundo lugar.
El modelo de comunicación dominante obliga a que quienes necesitan batería para atacar a Andrés Manuel López Obrador busquen por debajo de las piedras oponerse a lo que está a la vista de todos: la opinión mayoritaria de la población se orienta a descalificar a los candidatos asociados con la corrupción y con la incompetencia, esto es, los representantes del PRI y del PAN.
Los integrantes, aliados, o cercanos a la candidatura del PRI y del PAN a la Presidencia de la República, han decidido concentrarse en estos ejes: el candidato puntero es autoritario, obstaculiza la inversión, es opuesto a la educación y promueve la violencia…y a veces usa aerotaxis.
La primera observación que debe hacerse es que no es José Antonio Meade o de Ricardo Anaya y sus propuestas el punto central de sus intervenciones generalizadas en los medios.
El punto es la falla atribuida al fondo o a la forma de los posicionamientos de Andrés Manuel López Obrador.
La persistente relevancia del candidato parece determinar la vociferación en su contra e incluso parece nublar la sensibilidad de sus opositores para generar una oportunidad de debate racional y, en consecuencia, una estrategia realista y eventualmente exitosa de posicionamiento en su contra.
En el apetito por establecer la agenda inmediatamente previa al debate, la emoción domina y parece nublar la razón de quienes, a pesar de auto atribuírsela, están muy lejos del candidato de Morena.
¿Por qué si tienen razón, más recursos y el adversario carece de ella y demostrablemente tiene menos recursos es tal su crecimiento y consolidación en las preferencias? O lo que es lo mismo ¿por qué teniendo razón y siendo tan “malo” el candidato no existe crecimiento en las campañas de los atacantes del tabasqueño?
Esas preguntas y las respuestas correspondientes son inaceptables para el PRI y el PAN.
Se concentran, al menos intensamente en esta semana en: la relevancia que tendrá el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, con el respaldo de Bancomer como principal actor financiero detrás del proyecto y de una posición moderada y descriptiva pero asertiva a favor de su construcción por parte de Carlos Slim; en la atribución a Morena de la intervención de la CNTE en Oaxaca contra el candidato del PRI aun cuando esa organización está dispuesta a enfrentarse incluso a Morena para mantener su visión de las cosas; en la lejanía de AMLO respecto de los empresarios y líderes de opinión a quienes les urge tener acceso directo a él en medio de un proceso de crecimiento continuo de la percepción positiva popular acerca de AMLO y, finalmente, en el tema de la sugerencia de una especie de amnistía del político tabasqueño para segmentos que han delinquido.
Básicamente esos son los casos y argumentos contra López Obrador.
Ni los cuartos de guerra de Meade ni de Anaya han podido generar atención respecto de sus soluciones o sugerencias, varias de ellas literalmente copiadas de las de AMLO, como la de la subvención universal o de la revisión de las prácticas que han hecho posible el mantenimiento y crecimiento de la corrupción.
La segunda observación es que, en ausencia de la probabilidad de un debate racional basado en la operación específica de políticas públicas y dada la condición de angustia y preocupación de un segmento de la clase política que podría quedar al descubierto en la transición que iniciaría en los siguientes meses, la única invocación posible de los adversarios de AMLO es emocional, vociferante y orientada a tratar de arañar el segundo lugar en un proceso sólido de consolidación del tabasqueño.
La tercera es que ni en los medios convencionales ni en los liderazgos del PRI y del PAN es visible la comprensión del tipo de vínculo constituido entre AMLO y una diversas de audiencias, por regiones, educación, grupos de edad e ingreso que ellos no han podido construir o que, como consecuencia de la valoración mayoritaria socialmente registrable, los coloca a ellos como corresponsables de un estado de cosas que inhibe la probabilidad de su crecimiento pese al ánimo feroz con que quieren atribuirle a AMLO un autoritarismo y una violencia que ni la priista Antorcha Campesina se atrevería a reconocer como propia.
Si la medida de la vociferación y angustia de los contrincantes de AMLO significa algo, es probablemente la medida de su rezago respecto de él.
Qué miedo deben sentir de “tener razón” pero no tener, por ahora, preferencia electoral suficiente.
confianzafundada.com