El presupuesto es un laberinto
Maciel et al en la terminación del secreto
@guerrerochipres
Una época de cambio inicia cuando las instituciones milenarias son conducidas por hombres más transparentes y dispuestos a la defensa de principios auténticos.
Tal es el caso de las decisiones recientemente impulsadas, conseguidas y tomadas públicamente por el Vicario de Cristo en su nexo con ese mundo cambiante y exigente respecto del pasado y presente de sus figuras más controvetidas.
La historia de poder, abuso, impunidad y pedofilia clerical, que difundí en México en 1997 con el caso Marcial Maciel -entonces en La Jornada- da un nuevo giro con la decisión del Papa Francisco de suspender el Secreto Pontificio.
Ese viraje hacia la luz, que regresa vida y transparencia a la iglesia, se agrega a la cumbre del Vaticano para analizar los casos de abusos, celebrada en febrero de este año.
Con la secrecía pontificia se habían resguardado asuntos del gobierno de la Iglesia en los que se involucra directamente la Santa Sede.
Su objetivo era evitar daños a la presunción de inocencia, la reputación o la vida de sacerdotes, así como permitir el hermetismo en los asuntos correspondientes a la “Secretaría de Estado o en el Consejo para los asuntos públicos de la Iglesia”.
No debe confundirse al Secreto Pontificio con el secreto sacramental, en el que las palabras del penitente son resguardadas de una forma muy estricta, puesto que el sacerdote es un representante de la figura de Cristo.
El Secreto Pontificio es mucho más flexible que el secreto sacramental, aunque la violación del Secreto Pontificio se pena con excomunión.
En febrero de 1974 Pablo VI aprobó la Instrucción Secreta Continere sobre normas sobre el secreto pontificio —en el pasado se le llamó “secreto del Santo Oficio”—, documento de la Secretaría de Estado de junio de 1968. El inciso 4 del Artículo 1 precisa lo siguiente: “…El nombre del denunciante será lícito hacerlo conocer solo cuando a la autoridad parezca oportuno que el denunciado”.
El secreto pontificio no se centra sólo en la transgresión de costumbres o leyes. El Papa Francisco lo abolió del derecho canónico en casos de abuso a menores —“denuncias, procesos y decisiones”— en una ley que lleva el título «Instrucción sobre la reserva de las causas» y que tuvo muchos opositores.
En 2001, Benedicto XVI estableció que los casos de abuso sexual debían ser tratados bajo el secreto pontificio, por lo que el silencio que establece la instrucción sirvió para proteger a pederastas. El pretexto era la privacidad de la víctima y del pederasta.
Llamamos a una antología dedicada a examinar el caso Maciel “La espiral del silencio” por esa razón: el poder se cubre generalmente de silencio cuando se trata de estructuras profundamente cerradas. Desde luego, la cerrazón no es atribuible a la iglesia en general, aunque se no se separe de ella, sino, más bien, a expresiones especialmente conservadores de ciertas iglesias.
Los Legionarios de Cristo fueron un segmento claramente asociado a las expresiones más conservadores de la iglesia católica que se alió algunas veces con expresiones profascistas en Europa y en México con la contrarrevolución en diversas entidades como Michoacán o Guanajuato llegando a alcanzar presencia e influencia en todo el país.
El secreto de todos los silencios comenzó a derrumbarse en 1997. Esto no termina en 2019 para bien de la iglesia y de todos.