Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Ácido y desafío social
Los que los asesinaron y disolvieron en ácido son mexicanos y muy probablemente también son jóvenes.
Ese es el tamaño del horror nacional solamente menor al que pueden imaginarse sus padres y hermanos.
La Secretaría de Gobernación ofreció apoyar las investigaciones en Jalisco. Los estudiantes y jóvenes que se sienten solidarios desde esta capital con sus coetáneos de aquella entidad y de todo el país, se manifestaron este martes en la avenida Reforma.
Fue una manifestación vinculada a la evidencia del deterioro general de la seguridad en el país ante los grupos criminales, la inhabilidad o indisposición de las policías, la ausencia de inteligencia policial, la falta de coordinación, el retiro y declinación del liderazgo.
También están la depredación presupuestal de quienes se saben en un año de Hidalgo donde el que no se fastidia algo no se siente satisfecho con el pilón de los moches múltiples en todas las instituciones que ya sustrajeron impunemente, el deterioro gigante de la calidad de la convivencia y las certezas sociales alrededor de núcleos familiares que algún día fueron pivote de progreso.
Además, está lo conocemos porque lo vivimos en la capital, el abandono de muchos que tuvieron la oportunidad de dirigir y que la echaron a perder, por lo que se ve -y de acuerdo con los datos de todas las agencias oficiales con información de seguridad- aquí y en toda la nación.
Los manifestantes de esta tarde nombraron a Javier Salomón Aceves, Daniel Díaz y Marco García, jóvenes que estudiaban cine en la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV), de Guadalajara y que tenían asignada la tarea de filmar un corto de terror. Sus vidas fueron literalmente disueltas en la máxima angustia y horror que alguien puede imaginarse para sus hijos, sus hermanos, sus amigos.
Deberemos exigir ahora, en las contiendas que nos rodean, que la brutalidad de las violencias exige programas clarísimos para enfrentar el problema. Lo presentado en el debate es completamente insuficiente.
Cuatro de cada diez de los desparecidos en México tienen edades de entre 14 y 28 años y cinco de cada diez de ese grupo son mujeres.
En doce años, las gestiones de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, las muertes por violencia, las víctimas de la inseguridad multiplicada por la presencia del crimen organizado son tan altas como la quinta parte del millón de personas que, según varias fuentes históricas, perdieron la vida por la violencia revolucionario de los años 1910-1917.
Nunca ha habido tanta violencia mortal como en los últimos doce años. El asesinato de los tres estudiantes jaliscienses es una escena cercana, brutal desintegradora de cualquier entusiasmo y alertadora de la gravedad cercana de la violencia.
No hay mayor dolor para sus padres y compañeros de vida.
No existe mayor incompetencia frente a la inseguridad que la mostrada en estos doce años.
En un foro sobre seguridad realizado en el Centro de Convenciones de Tlatelolco este martes, Claudia Sheinbaum, candidata de Morena al gobierno local, y el ex jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, coincidían en el punto de señalar que la seguridad requiere conocimiento y experiencia de políticas públicas, pero, sobre todo, integridad, compromiso cotidiano y capacidad intelectual y operativa.
Todas ellas son características y virtudes que deberían operar al mismo tiempo para enfrentar el desafío gigantesco de la inseguridad con políticas sociales apropiadas de atención a los jóvenes en lo deportivo, lo cultural, lo cívico.
No hay neutralidad en las estrategias de seguridad insistía Ebrard. Hay enfoques conservadores y enfoques progresistas.
En esta fecha en que lamentamos el asesinato de los muchachos jaliscienses debemos entender y reconocer, además, que la seguridad no existirá sin respaldo de la comunidad, sin apoyo de una mejor convivencia y sin mayor igualdad.
confianzafudada.mx