El presupuesto es un laberinto
Una Jefa de jefas feministas
@guerrerochipres
Las mujeres policías merecen respeto, el mismo que merecen todas y cada una de las mujeres. ¿Es aceptable que una de las jefas que formaron parte del operativo de la marcha por la legalización del aborto haya sido martillada en la cabeza?
No lo es. Contundentemente: no.
En un contrasentido de asombro: la lucha por los derechos de la mujer es utilizada ahora por algunos grupos radicales como escudo para agredir a otras, a quienes despojan de sus derechos al convertirlas en el enemigo, en tanto representantes “del Estado”.
La lucha feminista es causa histórica de mujeres y hombres en una ciudad progresista como esta capital. Es, también, un motivo legítimo y acompañable de manifestación.
El lunes, mil 750 Ateneas participaron en el operativo; 44 resultaron heridas y muchas más resistieron golpes, fuego, escupidas, patadas y, en el caso extremo, hasta martillazos. También 14 mujeres que se manifestaban sufrieron lesiones.
No hay feminismo en la violencia; la historia del movimiento y una revisión documental de sus fundamentos teóricos y filosóficos lo demuestran.
En su conferencia matutina, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se declaró feminista. No es solo ideología o preferencia, en estos casi dos años se han impulsado acciones concretas para garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, su acceso a la justicia con redefinición incluso del ciclo de atención en Ministerios Públicos y el fortalecimiento de estrategias para no dejarlas solas.
Desde el Consejo Ciudadano hemos acompañado esa vocación de servicio a niñas, adolescentes, mujeres y adultas mayores. Hemos sido testigos de mujeres que tras 35 años de maltrato o violencia a manos de su pareja por fin se han animado a confiar en que la justicia es una realidad. Y han conseguido reivindicar su derecho aunque falta mucho para arrinconar la impunidad de décadas mientras la denuncia a los perpetradores no se multiplique.
Los reclamos de las mujeres, de cada una de ellas, son legítimos y es obligación de la autoridad garantizar que puedan vivir libres y seguras; también de la sociedad en su conjunto. Es claro que la impunidad y la falta de acción de las instituciones para proteger a las mujeres y castigar la violencia que se ejerce en su contra motiva una parte de las protestas; la que solo se siembra y esconde para dañar es la que no debe tener lugar y no debería tolerarse ni por quienes se manifiestan ni por las autoridades.
A unos días de la conmemoración del 2 de octubre, en esta Ciudad de México que legalizó el aborto desde 2007, estamos llamados a reflexionar sobre las implicaciones de las violencias que se aprovechan de las garantías —sin paralelo en ninguna otra capital nacional, tal vez incluso regional— para la libre manifestación y expresión.
La violencia nunca es el camino.