
De norte a sur
El verdadero feminismo excluye violencia contra mujeres policía
@guerrerochipres
¿Podemos soñar con un mundo libre de violencia contra las mujeres, un mundo de respeto pleno a los derechos del ser humano, independientemente de su género? ¿Qué necesitamos para poder aspirar a un espacio social y político semejante?
En los últimos días, la violencia de género ha estado presente en el escenario público desde diferentes espacios y de diferentes formas. Desde su expresión más privada, como lo es el hogar, hasta el quehacer más público, como lo es la política.
Las voces de víctimas agradeciblemente se han levantado para visibilizar un problema cuya dimensión histórica requiere la convergencia de solidaridades eficientes.
En el 8M, miles de mujeres salieron a marchar, a manifestar su descontento, su rabia contra las agresiones vividas, contra los machismos sufridos. Nadie cuestiona los motivos que las llevaron a sentir ira y, en algunos casos, deseos de venganza; nadie pone en tela de juicio la legitimidad en las demandas por seguridad y justicia.
Incluso, muchos hombres se suman —nos sumamos— a las exigencias, porque, sean o no aceptados, son feministas y censuran las expresiones propias del machismo.
Pero el feminismo, recordó ayer la filósofa posestructuralista Judith Butler, en la Cátedra Alfonso Reyes del Tec de Monterrey, es “teoría y práctica de la solidaridad”.
Las expresiones de violencia durante la marcha del 8M, dirigidas principalmente contra otras mujeres, las policías, revelan la limitación de un segmento de las mujeres movilizadas acompañadas algunas de sospechosos varones que participaron en las agresiones.
Para ellas no existe la “otra”, la mujer que es policía, y su propia violencia contra ella, difícilmente lo reconocerá, tiene una ira que más bien parece machismo autoritario y visiblemente muy violento dirigida contra las ateneas.
Arrojarles piedras, palos, bombas molotov, incendiar sus escudos, insultarlas, llevar a otras mujeres las manifestaciones machistas motivo de protesta deslegitiman la rabia sentida ante la violencia sufrida o revelan una estrategia distinta de la creativa y combativa, que se apropió simbólicamente del muro metálico 48 horas antes.
El verdadero feminismo no es autoritario, no es terrorista, no es violento. El feminismo, y recurro nuevamente a Butler, es un movimiento para y sobre mujeres, un movimiento para combatir la violencia.
Seguridad y justicia es una demanda que todas y todos enarbolamos, justificamos, pero el coraje que provoca debe encontrar su justa dimensión y ser encauzado a espacios que generen denuncias y sanciones para los responsables.
La aspiración a un mundo libre de violencia y de pleno respeto a los derechos humanos es una construcción que está en marcha, pero que requiere de la participación de todos los actores, con voluntad política y social.
Porque como lo resumió la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum: hay rabia, sí, pero la salida no es la manifestación violenta.