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Zavala y sus bien/mal querientes
Incluso en analistas veteranos y periodistas de medios de influencia nacional, es fácilmente identificable el enojo y, del otro lado, el júbilo por la renuncia de Margarita Zavala al PAN y su inauguración de la ruta como precandidata independiente.
Para unos Zavala no existe, no puede existir y no existirá porque…es “la esposa de Felipe Calderón”, en su opinión es mocha, es gris y no tiene experiencia. Para los otros, o un buen segmento de ellos, Zavala ayudará al PRI a dividir a las oposiciones y le facilitará el camino a ese partido para conservar la presidencia.
No existe ningún señalamiento central para desacreditarla. Según la prensa convencional incluso, existen personajes y precandidatos en casi todos los demás partidos que deberían estar en la cárcel.
No lo están.
Para mí es básicamente una toma de posición a tiempo antes de que la propia norma electoral la hubiera subordinado totalmente al capricho de Ricardo Anaya y de su grupo, aun predominante en el PAN, de impedirle ser la candidata presidencial.
Es decir, Zavala solamente tenía esa opción en un contexto supeditado a las presiones de unos y otros, esencialmente del PRD y del PAN para construir un frente cuya ruta programática e ideológica, aunque se dice que es muy importante, ni siquiera está desahogada para satisfacción de las bases de izquierdas y derechas o lo que queda de ambas en el PRD y en el PAN. Los medios consignan ampliamente la negativa ambigua del PAN y del PRD a determinar un método de elección del candidato. No había más.
Margarita Zavala y Andrés Manuel López Orador son ahora los dos actores políticos más interesantes para disputar la dicotomización inevitable de la opinión pública rumbo a a elección presidencial.
¿Quién puede ser campeón de una propuesta de cambio creíble fuera de los partidos tradicionales o más antiguos y al mismo tiempo aceptable para una mayoría relativa que pueda hacerse del poder nacional?
Es una reacción natural y emocionalmente comprensible que quienes simpatizan esquemáticamente con Morena quieran simplificar la decisión y presentarla meramente como otra cara de las opciones del PRI.
Sin embargo, es inevitable reconocer analíticamente, si no política o ideológicamente, que Zavala puede potenciar su capacidad de hacerse de la presidencia con interpelación directa fuera de los partidos. No será fácil pero quedarse en el PAN lo hacía imposible.
Después de todo AMLO y ella llevan dos años alternándose en el liderazgo de todas las encuestas.
¿De verdad el PRI, cuya unidad aparente y real es central en su fuerza conservadora necesita división interna y confusión de señales? Margarita Plan B del PRI, ¿de veras? En tal caso no habría que pensar en el frente PAN y PRD como plan B del mismo PRI. Una opción es plausible la otra una barbaridad ¿o no?
De otro lado, para el electorado disperso y no partidista pero que sí vota o puede hacerlo por primera vez, la opción es encontrar actores a través de los cuales responder y encontrar dos y solamente dos opciones claramente distinguibles desde un doble punto de vista: ¿qué opción puede apoyar para mantener las cosas como están contra la amenaza de que no permanezcan? O ¿de qué manera cambio, yo elector, el sistema dentro del sistema de una manera más eficiente y segura?
La decisión de Zavala y su grupo recoloca a la ex panista en la disputa directa con AMLO por ese espacio.
Si el PRI se beneficia de ello es cuestión del tipo de discurso y campaña que despliegue; si el frente de lo que pueden el PAN y el PRD es útil al PRI es también una función de las habilidades políticas y comunicativas de sus principales actores y de sus adversarios.
Al final todo es cuestión de en quién podemos confiar. Zavala y AMLO son ampliamente confiables para un segmento muy amplio del electorado. Según las encuestas son más atractivos que cualquiera de otros partidos. No siempre se equivocan estos estudios ¿o sí?
confianzafundada.mx