Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de mayo de 2017.- En abril de 1999, Joaquín El Chapo Guzmán recibió una buena noticia, mientras permanecía encerrado en el penal de Puente Grande: como director llegaba Leonardo Beltrán Santana y como subdirector de Seguridad Dámaso López Núñez.
Este último es el mismo que 18 años después traicionó a Guzmán Loera y le disputaba el liderazgo del Cártel de Sinaloa a los hijos de El Chapo.
En su libro Los señores del narco, editado por Grijalbo, la periodista Anabel Hernández recuerda que los nombramientos de López Núñez y Beltrán Santana beneficiaban al narco sinaloense porque el primero era un viejo conocido en Sinaloa, donde siendo jefe de investigación de robo de autos trabajaba para el Cártel de Sinaloa.
De acuerdo con Hernández, trabajaba en específico para Ismael el Mayo Zambada. López Núñez es hijo de Dámaso López García, un terrateniente de Culiacán, entre cuyas propiedades destacaba un rancho de seis hectáreas con lago, palapas, capillas, canchas deportivas y una residencia de lujo.
“López Núñez fue enviado por amigos de El Chapo. El nuevo subdirector llegó acompañado por un equipo de colaboradores que se hacían llamar Los Sinaloas: los comandantes Carlos Fernando Ocho López, Jesús Vizcaíno Medina y Fidel Roberto García, custodios como José de Jesús Cortes Ortiz, El Pollo y José Barajas, El Veneno.
“Todos ellos corruptos de pies a cabeza. A raíz de su llegada al Centro de Readaptación Social la disciplina se convirtió en un artículo del reglamento que nadie ponía en práctica”, menciona el libro.
Los señores del narco expone que con la llegada de Beltrán Santana y López Núñez, Puente Grande se convirtió en un caos y bajo su gestión podían ser ingresados celulares, prostitutas, licor, cocaína y alimentos procedentes de restaurantes, principalmente para El Chapo Guzmán y dos huéspedes más del penal, los también narcotraficantes Héctor El Güero Palma y Arturo Martínez Herrera.
Su presencia fue una circunstancia favorable para la fuga de Guzmán Loera en enero de 2001.
El libro menciona nuevamente a Dámaso López Núñez, al hablar del empresario sinaloense Manuel Beltrán Arredondo, quien fue asesinado en noviembre de 2007. Su hijo Julio Beltrán Quintero había sido ejecutado en julio de 2005.
Beltrán Arredondo era un empresario que recibió unas concesiones de minas en el gobierno del ex presidente panista Vicente Fox.
A mediados de 2009 fue detenida en Culiacán Sandra Gisel Acosta Quintero, y la Procuraduría General de la República (PGR) la ligó con Dámaso López Núñez, “el ángel de la guarda de El Chapo en Puente Grande, y con Julio Beltrán Quintero, hijo de Manuel Beltrán Arredondo, a quien la SIEDO ubicó como integrante del Cártel de los Hermanos Beltrán Leyva. Socios de Guzmán Loera hasta enero de 2008”, según se lee en el libro de Hernández.
Años después, López Núñez se convertiría en jefe de sicarios de El Chapo Guzmán y cuando este fue apresado por tercera vez, inició la disputa por el Cártel de Guzmán Loera con los hijos de este.