Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
Es muy valioso descubrir cómo en la evolución de la teoría de la elección racional es posible percatarse de que “De la perspectiva filosófica ha rescatado una preocupación por las instituciones como la “adhesión” que mantiene a los individuos -atomizados y egoístas-, unidos en una sociedad organizada”.
El paso dado con Shepsle ayuda a comprender por qué es importante el estudio –desde la ciencia política y no solamente desde la mirada de los economistas- de las instituciones, su funcionamiento, su impacto en los grupos sociales y los individuos.
En gran medida, trátese de la institución que sea, sólo mediante su estudio podemos partir hacia el trabajo en su perfeccionamiento y en la creación de mejores resultados para la convivencia tanto entre grupos sociales, como la plena confianza y satisfacción con las instituciones desde lo individual.
Es el caso del modelo educativo mexicano que, busca implantarse con una élite política incapaz de gestionar lo que es mejor para el aprendizaje de su sociedad.
Diversos expertos han establecido que, la niñez y la adolescencia requieren un conocimiento no fragmentado para incorporarnos al escenario global del conocimiento.
Ese escenario implicaría disponer de programas de estudio sólidamente diseñados para que en la escuela pública tenga lugar una pedagogía social que explique ese nuevo modelo pedagógico al que nos incorporamos.
En el ámbito de los indicadores, debemos asumir que los libros de texto son únicamente un instrumento (pésimamente diseñado) según ha referido por ejemplo, Don Gilberto Guevara Niebla, director del Instituto de Investigación Educativa de la Universidad de Guadalajara.
Conviene evocar la anécdota de Umberto Eco en El Nombre de la Rosa, respecto del aprendiz con el viejo fraile: la pureza es virtud que, se debilita con la prisa.
Tenemos una élite política en el gobierno mexicano no sólo incapaz para gestionar el nuevo modelo educativo, sino además que va muy a prisa en una evolución que, reclama para implantar un modelo de escuela activa, que la sociedad se involucre en su implantación, en la evaluación y sobre todo en la acreditación de los alumnos.
Recordemos que en nuestra coyuntura crítica, nos tocó un gobierno federal que, es el principal adversario de una sociedad que debe cuidar el futuro de la democracia dado que la educación de todos está de por medio.
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