Escenario político
Aguas con los atracos del Buen Fin
Como si se fuera a terminar la vida, a partir de hoy y hasta el lunes nos vamos a volcar para comprar hasta lo que no queremos. Es el Buen Fin de este año, fenómeno que surgió inspirado en el Viernes Negro de Estados Unidos a partir del 2011 en México, promovido entonces por el gobierno empresarial y panista de Felipe Calderón Hinojosa y sostenido por el idéntico de Enrique Peña Nieto –hay que recordar el PRIAN, pareja inseparable– con motivo de la globalización y el libre comercio que ha enriquecido a unos cuantos y empobrecido a las mayorías.
Con el actual modelo económico insaciable que es el neoliberalismo al que abrió las puertas del país Carlos Salinas de Gortari, los mexicanos salimos un fin de semana de noviembre, en este caso del 18 al 21, a adquirir ofertas supuestamente sin precedente. Somos felices al comprar lo que nos va a esclavizar por meses o años. Para eso están las tarjetas de crédito, las dizque rebajas, en su mayoría falsas y, entre otros trucos más, los meses sin intereses, a fin de adquirir lo que seguramente, en la mayoría de los casos, para nada nos va a servir.
Pero desde 2014 surgió un boicot en Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas que se ha extendido a la Ciudad de México. El movimiento, aunque débil, llama a concientizar que los únicos que ganan son los grandes centros comerciales y empresas trasnacionales de origen estadounidense y de los mexicanos más ricos que revenden lo importado ya que con esto de la globalización casi se ha olvidado el dicho de consumir lo que se produce en México. Y así como el actual gobierno invitó al entonces candidato republicano Donald Trump a la residencia oficial de Los Pinos, gran parte de los mexicanos le hacemos el juego a las empresas, ampliamente conocidas por su nombre extranjero, que apoyaron al hoy presidente electo de Estados Unidos.
Su propósito empresarial es fomentar el comercio y reactivar a la economía nacional. Los cuatro días mexicanos anteceden al viernes único estadounidense dedicado a las compras navideñas y no importa que en México, donde casi el 40 por ciento de los trabajadores gana como máximo dos salarios mínimos –un mínimo es de 67 pesos al día–, lo que comprende, de acuerdo con el INEGI en 2015, a 19 millones 725 mil, esto es 2 millones 11 mil 657 más que al inicio de este sexenio, empleados que siempre se quejan, y con razón, de que apenas les alcanza para comer, pero en el un décimo mes del año compran hasta lo que no, aunque después tengan que pagar a cómo de lugar.
Por eso es nuestro deber advertir: Aguas con los atracos de este Buen Fin¡ que está organizado, nada más y nada menos, por la Asociación de Banqueros de México, el Consejo Coordinador Empresarial, La Asociación Nacional de tiendas Departamentales y de Autoservicio, la Confederación Patronal de la República Mexicana e Iniciativa México junto con el gobierno federal. Organismos todos que se han caracterizado por su ético comportamiento.
Prueba de ello es que a partir del primer Buen Fin sus ganancias fueron de 106 mil millones de pesos, 148 mil millones, 173 mil 620 millones, 197mil 405 millones y 217 mil 432 millones de pesos lo que da un total de 588 mil 711 millones de pesos, más lo que se acumule en este año. Y la pregunta es: ¿Realmente se ha reactivado la economía? ¿Se han creado los empleos que requiere el país? ¿Acaso la mayoría vive mejor? ¿Disminuyó la pobreza? Entonces ¿Quiénes son los que ganan realmente?
Y para que sigan ganando gobierno y empresas adelantan el aguinaldo que tan pronto se recibe como cambia de dueño, salvo pequeñas excepciones. La administración federal inventó también la tarjeta de crédito Fonacot y en los celulares no dejan de aparecer y atosigar las ofertas que, no se generaliza, se debe admitir son verdaderos asaltos en los que no es difícil ser víctimas pus hasta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público premia con sorteo al que compre con tarjeta más de 10 mil pesos en la temporada del Buen Fin.
Con lo anterior no se pretende decir que el Buen Fin sea un motivo para robar. Se debe reconocer a empresas que realmente ofrecen descuentos, aunque estudios de la UNAM advierten claramente de que es una campaña publicitaria para incrementar la venta de las empresas participantes a costa del endeudamiento de los asalariados.
Es necesario tomar en cuenta que esas investigaciones universitarias han descubierto que el 75 por ciento de las ofertas no lo son, que se disfrazan con pagos a crédito y sin intereses, sin que se atrase una mensualidad porque si así sucede lo adquirido sale más caro. Otro asunto son los precios inflaos antes de El Buen Fin para supuestamente rebajarlos y la venta de productos descontinuados y se descomponen rápidamente.
No está por demás escuchar a instituciones y especialistas que piden a los consumidores tomar en cuenta que comprar no es ahorrar, que se deben comparar precios –para eso sirve la Procuraduría Federal del Consumidor– dejar de adquirir lo que no dura, por ejemplo los celulares que se modernizan a cada rato; olvidarse de lo que no se necesita. Alejandro Calvillo, de El Poder del Consumidor aconseja no irse con la finta de las marcas, considerar que a veces lo mexicano es más barato y mejor; leer antes de firmar un contrato, evitar comprar a meses sin intereses o escoger el plazo más corto y, sobre todo, no olvidar el título de este texto: En este Buen Fin ¡Aguas con los atracos¡
Desde el centro
Resulta preocupante que con el triunfo de Donald Trump, funcionarios, legisladores, empresarios, partidos políticos y hasta uno que otro investigador aseguren que las amenazas del presidente electo de los Estados Unidos no son lo que parecen y proponen, como si fuera tan fácil, el cambio de rumbo que no se ha intentado en siglos…Criminal la apropiación de nueve mil 500 hectáreas por parte del exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, siempre protegido por el PRI…Hoy viaja Enrique Peña Nieto a Perú para participar en el encuentro Asia Pacífico, acuerdo que como el TLCAN es repudiado por el republicano estadounidense que quiere ser el verdugo de México…La frontera norte se llena de migrantes africanos, centro y sudamericanos que pronto convivirán con los mexicanos deportados del vecino país.