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CIUDAD DE MÉXICO, 22 febrero (Quadratín México).- Los priistas –alertó Francisco Arroyo Vieyra—tienen que ver hacia adelante y, como gobierno, no repetir los errores del pasado, para construir un régimen “que nos haga dignos a todos y que nos haga libres, por tanto, suficientes de necesidad”.
Y es que, puntualizó el legislador federal priista y presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el Partido Revolucionario Institucional que, en esta normalidad democrática, ha regresado al poder, debe entender que la política no es la misma.
Incluso, dijo que en el ámbito del Poder Legislativo “la hechura de la ley no tiene signo partidario, y la presidencia de la Cámara (de Diputados) debe servir a todos imparcialmente por igual”.
Arroyo Vieyra, en su mensaje en la sesión solemne del Centenario luctuoso de los asesinatos del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez, de Serapio Rendón, Gustavo A. Madero, Adolfo C. Gurrión y Belisario Domínguez, se refirió a las lecciones que los mexicanos no podemos olvidar de la historia postrevolucionaria y contemporánea.
En su discurso salpicado de figuras retóricas, el presidente camaral aludió a la experiencia nacional en los símbolos de las ventanas desde las que se otea el pasado, el presente y el futuro, incluso a la que calificó como una ventana extraña “en donde la normalidad democrática hace que un partido regrese al poder, pero que éste entienda que la política no es la misma”.
Breve discurso del legislador, con el punto de referencia de aquellas a las que llamó miserias morales de los peores personajes de los que da cuenta nuestra historia. No citó por sus nombres y apellidos a Victoriano Huerta ni al entonces embajador de Estados Unidos en México, Henri Lane Wilson, menos a Félix Díaz y la pléyade traidora del breve gobierno democrático que arribó al poder cuando Porfirio Díaz Mori renunció al maximato.
Así, con esas figuras de entendible destinatario, de imaginables nombres y apellidos, Arroyo Vieyra consideró que, a partir del asesinato del presidente Madero “los mexicanos hemos iniciado un largo camino, del que todavía, desgraciadamente, no vemos fin”.
Sin embargo, consideró que hemos llegado a varias conclusiones que parecen universales y que la conmemoración de este tipo de eventos debe servirnos para apuntalar y acuñar como destino manifiesto.
Por ello, demandó, “nunca un país cuyo destino dependa de un solo patriarca. Nunca un país en donde la indigencia no nos pueda hacer libres””. Pero igual y, con esas figuras retóricas, aludió a la pobreza contrastante con un puñado de ricos que tienen el control del comercio, la producción, la economía, los monopolios de la comunicación, por ejemplo. Arroyo Vieyra citó:
“Hoy la libertad es la suficiencia de necesidad y hoy la renta que el Estado mexicano pueda construir a partir de un comercio más digno y de una productividad más democrática no puede ir a abonar la abundante panza de los odiados monopolios”.
Y en esa contraparte, en la apertura de la libre competencia del libre mercado, se refirió a lo que se observa en la concepción “de un nuevo país una renta democrática que traiga nuevos jugadores al juego del capitalismo”.
Aún más, sostuvo que el éxito o fracaso de un gobierno deberá medirse por el número de pobres que logre abatir “y por un régimen de libertades que abarque debido proceso, transparencia, normalidad democrática y un Congreso noble que se enorgullezca de sus acciones no partidistas y sí universales para servicio de la sociedad”.
Pero, advirtió, una vez que el PRI retornó a la Presidencia de la República “tenemos que ver hacia adelante mirando la ventana extraña para repetir los errores del pasado”, para construir un régimen que construya mejores instituciones, “pero uno en el tiempo en el que quien violente las instituciones o la normalidad legal se encuentre con la afrenta de la cárcel o de la expulsión de una sociedad que en su mayoría quiere vivir en el marco de la ley”.
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