Abanico
Día de la Libertad de Expresión
Sin duda eran otros los tiempos y otras las experiencias del periodismo, cuando se instituyó el Día de la Libertad de Expresión en nuestro país. Así por mandato presidencial en México, desde 1951, se celebra cada 7 de junio. Sin embargo, queda la referencia para pensar la relación entre la libertad y la comunicación.
La más reciente conmemoración de esta fecha quedó eclipsada por el clima de violencia que enfrentan los periodistas. Más de una voz coincidió en señalar que no había motivos de celebración sino de reflexión. Entre los discursos destacó el de la coordinadora del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Dolores Padierna Luna, quien después de expresar un balance de los agravios que han sufrido los comunicadores, denunció que en los últimos diez años han sido asesinados más de cien, por lo que asumió una posición crítica al señalar que “no hay nada que celebrar”, ante los asesinatos de periodistas ocurridos en el país.
En buena medida el problema no sólo radica en la violencia sino en la impunidad que se traduce en un mensaje de luz verde a los perpetradores. Por tanto, el ataque a periodistas no sólo es una arremetida contra un profesionista o una empresa informativa sino una afrenta a toda la sociedad y a los principios democráticos.
Por eso no es de extrañar que la misma senadora perredista advirtiera: “No hay nada que celebrar este 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión es necesario recordar que sin libertad de expresión, no hay democracia posible en este país, ni sociedad que se defienda ante los excesos del autoritarismo o de los poderes que operan en la oscuridad”. La expresión de la senadora Padierna Luna nos remite al libro “Disparos en la oscuridad” y se puede parafrasear también como impunidad en la oscuridad.
Por eso debemos trabajar con la información, pero también con la memoria. Cuando el presidente Miguel Alemán instituyó el Día de la Libertad de Expresión en aquel año de 1951, se cuenta que Rodrigo de Llano, director en ese entonces de Excélsior, en nombre de los periodistas se expresó así: “México pone ejemplo de un periodismo sin más restricciones que las impuestas por la ley; de un país exento de presos políticos, de periodistas expatriados o perseguidos, libre de enconos y atropellos flagrantes. ¡Cuán distintas son estas características de gobierno, comparadas con el puño frío e implacable de las dictaduras!”
En este sentido, un ejemplo del trabajo de la memoria lo puso también la legisladora perredista al recordar que: “el asesinato de los periodistas que antes era una excepción y hasta un escándalo en el país… dejó de serlo en los últimos 15 años, ahora se ha normalizado la amenaza, el secuestro y la eliminación física de los reporteros y comunicadores sin que hayamos logrado darle la dimensión justa a esta crisis”. A tal grado que los ataques a los periodistas y a la libertad de expresión son, para la senadora, una “auténtica emergencia del Estado mexicano”. Las líneas del tiempo van y vienen y también se entrecruzan.
Esperemos que el reclamo de la senadora no quede solo en un exhorto para el gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto, pues el asesinato, secuestro, intimidación y amenaza a periodistas, no pueden ser naturalizadas en México.