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CIUDAD DE MÉXICO, 30 de septiembre. (Quadratín México).- La violencia en México es lo único que no disminuyó en la estrategia contra el crimen organizado que estableció del presidente Felipe Calderón, sostiene la ONU, pues si redujo el abastecimiento de cocaína a Estados Unidos pero no el enfrentamiento entre cárteles en territorio nacional.
La Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) sostiene que en México se generó un “círculo vicioso” cuando el gobierno intensificó la aplicación de la ley contra los diferentes grupos criminales, señala un especial del diario Milenio la mañana de este domingo.
“Se creó inestabilidad tanto entre estos grupos como en el interior de su propia estructura financiera y operativa. Las luchas de sucesión provocaron que muchos se fragmentaran, con varias facciones enfrentándose contra sus antiguos compañeros. Se rompió el equilibrio de poder y el resultado fue el conflicto violento”, expone.
En el estudio Delincuencia Organizada Transnacional en Centroamérica y el Caribe: Una Evaluación de las Amenazas, publicado por Milenio se destaca que “grupos criminales completos, como la organización Arellano Félix, los Beltrán-Leyva y La Familia han sido diezmados” y “la inestabilidad entre estas organizaciones y en su interior ha contribuido al aumento de la violencia, pero es innegable que hoy en día son mucho más débiles que antes de que se lanzara la nueva estrategia de seguridad mexicana”.
El informe sostiene que “los traficantes están compitiendo por un pedazo más pequeño en circunstancias mucho más difíciles que las planteadas en el pasado”, y destaca que “la fragmentación también provocó la expansión territorial de grupos rivales”.
Lo anterior lo ilustra con ejemplos como el enfrentamiento entre el cártel del Golfo y Los Zetas, su anterior brazo coercitivo; las “luchas de sucesión” en La Familia Michoacana que derivaron en la creación de Los Caballeros Templarios a la muerte de Nazario Moreno González y las disputas internas que originó la fragmentación del cártel de Tijuana tras el arresto de Javier Arellano Félix en 2006.
En el documento recuerda que desde 2007 se concluyó que el papel de los maras en el tráfico de cocaína es limitado, pero advierte que ellos, junto con Los Zetas y otros grupos, pueden aumentar su participación en el tráfico ilícito de migrantes y armas de fuego, así como en la trata de personas, si las ganancias de la cocaína descienden.
Con los últimos datos a la mano, el organismo de la ONU especializado en el tema de las drogas dice que a partir de 2006 se incrementó el flujo de drogas ilícitas por Centroamérica, derivado de la nueva estrategia de seguridad en México, a diferencia del pasado, cuando la zona fue durante mucho tiempo una estación de reabastecimiento para los cargamentos hacia el norte.
De acuerdo con la UNODC, la demanda estadunidense de cocaína muestra un descenso “notablemente agudo” desde 2006, porque mientras entonces se contabilizaban 2 millones 421 mil consumidores de esa droga en EU, para 2010, el último dato disponible, se calculaban un millón 466 mil personas.
“La explicación más clara para esta repentina caída de la demanda es un descenso concurrente del suministro”, concluye el organismo, que también habla de la disminución en la producción de cocaína en Colombia, “pero más drásticamente en 2006 México redobló esfuerzos contra los grupos traficantes de drogas, haciendo más difícil mover el producto hacia el norte y reduciendo la disponibilidad de cocaína”.
El estudio también pone en duda la existencia de una relación directa entre violencia y narcotráfico, pues afirma: “durante décadas se han traficado toneladas de heroína a través del sudeste de Europa, con poco efecto apreciable en las tasas de homicidios” y establece que la diferencia radica en la institucionalidad de los países.
Señala a Afganistán y Myanmar como los mayores productores de opio, los cuales tienen una “activa insurgencia”, mientras Perú y Colombia lideran la producción de cocaína, “donde también se encuentran grupos armados ilegales”.
De acuerdo con datos de la propia agencia, mientras en 2001 fueron incautadas 40 toneladas de cocaína en México y Centroamérica, en 2007 esta cifra superó las 140 toneladas, en 2008 los decomisos cayeron a casi 120 y sigue dicha tendencia para ubicarse en casi 90 toneladas en 2011.
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