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CIUDAD DE MÉXICO, 8 de octubre de 2017.-Este 7 de octubre, integrantes de las ocho Vicarías Episcopales de la Arquidiócesis Primada de México se dieron cita en la Basílica de Guadalupe para participar en el XXVI Rosario Viviente, en el que se pidió de manera especial por todas las víctimas del sismo que el pasado 19 de septiembre sacudió diversos estados del país, ocasionando 369 muertes y dejando miles de damnificados.
En las intenciones del Santo Rosario se pidió a la Virgen de Guadalupe su intercesión para que los fallecidos encuentren el descanso eterno, para que sus familiares tengan fortaleza ante la pérdida y para que Dios bendiga a todas las personas que han mostrado su solidaridad con quienes resultaron afectados según explica un artículo del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México.
A diferencia de ediciones anteriores, en que el Rosario Viviente se llevó a cabo en el Atrio de las Américas, en esta ocasión se realizó al interior de la Basílica, adonde arribaron miles de fieles preparados con su Rosario y portando los colores asignados a cada Vicaría.
Miembros del Cabildo de Guadalupe, obispos auxiliares, presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y fieles laicos entonaron cantos a Santa María de Guadalupe y le hicieron sus peticiones en cada misterio; en el primero, se le pidió para que haga crecer la fe del pueblo de Dios; en el segundo, para poder conformarnos cada día más con Jesucristo a fin de alcanzar la vida eterna; en el tercero, para que nos ayude a permitir que el Espíritu Santo obre sobre nosotros; en el cuarto, para que sepamos guardar nuestro corazón del todo pecado, y en el quinto para poder entregarnos con mayor ardor en nuestro apostolado.
Al final del Santo Rosario, Armando Colín dirigió un saludo a toda la comunidad a nombre del cardenal Norberto Rivera Carrera -quien no pudo asistir por causas de fuerza mayor-, y señaló que las heridas que dejaron los pasados sismos aún no han sanado, pues muchas personas están sin hogar, muchas otras han visto derrumbados sus trabajos, y hay quienes perdieron todo, pero no su fe en Dios ni en Santa María de Guadalupe.
Externó que ha empezado la reconstrucción, y los jóvenes se han volcado en ayuda a los damnificados, pero no todo es lo material, ya que también se debe reconstruir a la persona en los valores para salir a dar esperanza y consuelo, comprometidos con el prójimo “hombro a hombro”, ya que sólo en la fe se puede encontrar la respuesta que buscamos: “Ellos (los fallecidos) se nos han adelantado para disfrutar del reino eterno, en la contemplación del rostro de Dios para siempre”.