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CIUDAD DEL VATICANO, 16 de junio (Quadratín México).- El papa Francisco urgió al Grupo de los Ocho (G-8) contribuir al logro de un cese al fuego “inmediato y duradero” en Siria, sumida en una violenta guerra civil, para llevar todas las partes en conflicto a la mesa de las negociaciones.
Francisco hizo esta petición en una larga carta que dirigió al primer ministro británico David Cameron, fechada el 15 de junio y cuyo contenido fue dado a conocer este día por la sala de prensa del Vaticano.
La misiva fue enviada como respuesta a un texto de Cameron a Jorge Mario Bergoglio el 5 de junio pasado, en el cual le informó de la agenda de su gobierno para la presidencia británica de la cumbre del G-8 prevista para los días 17 y 18 de junio en Lough Erne.
“Por desgracia, la preocupación por las graves crisis internacionales no deja jamás las deliberaciones del G-8 y este año no se podrá dejar de considerar con atención la situación del Medio Oriente y particularmente en Siria”, escribió el Papa.
“La paz exige la renuncia a algunas pretensiones, para construir juntos una paz más equitativa y justa”, agregó.
Estableció además que la paz es un requisito indispensable para la protección de las mujeres, de los niños y de las otras víctimas inocentes y para comenzar a erradicar el hambre, especialmente entre las víctimas de la guerra.
En el resto de la carta el obispo de Roma se centró en una reflexión sobre la crisis y advirtió que la economía pierde completamente su sentido cuando no pone en el centro al hombre, con especial atención a la solidaridad con los más necesitados.
Precisó que el dinero y los otros medios políticos y económicos deben servir y no gobernar, teniendo en cuentra que la solidaridad gratuita y desinteresada es, en modo aparentemente paradójico, la llave del buen funcionamiento económico global
“Ya sea las medidas de largo plazo para asegurar un adecuado marco de legalidad que guíe todas las acciones económicas, sea las medidas coyunturales de urgencia para resolver la crisis económica mundial, deben ser guiadas por la ética”, afirmó.
Sostuvo que el hombre no es un factor económico más, o un bien descartable, sino que tiene una naturaleza y una dignidad no reducibles a simples cálculos económicos.
Por ello insistió que la preocupación por el bienestar básico material y espiritual de cada ser humano es el punto de partida de toda solución política y económica, y la medida última de su eficacia.
“Toda teoría o acción económica y política debe obrarse para dar a cada habitante de la tierra aquel mínimo bienestar que permita vivir con dignidad, en la libertad, con la posibilidad de sostener una familia, de educar a los niños y de desarrollar las propias capacidades humanas”, dijo.
“Esta es la cosa principal. Sin esta visión, toda la actividad económica no tendría sentido”, ponderó.
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