Pide Micaela Cabañas a Sheinbaum justicia para su mamá asesinada
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de febrero de 2017.- Las paredes del Hospital Veterinario de la Ciudad de México encierran historias de maltrato laboral sufridas por médicos que son reprendidos cuando cuestionan las decisiones de las autoridades. Las inconformidades por cambios de turno y de áreas de trabajo, sin justificar de un día para otro, son castigadas con amonestaciones e incluso el despido.
El hospital ubicado en Santa Cruz Meyehualco, en la delegación Iztapalapa, inaugurado el 9 de febrero de 2016 por el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, ha visto sus consultorios saturados no sólo ante la demanda de consultas por parte de dueños de perros y gatos, sino también por la falta de personal, lo que ha llevado a que las jornadas de trabajo para el personal médico se alarguen.
Con nueve consultorios, inicialmente estaba programado para 10 consultas cada uno, pero ante la demanda en promedio se atienden 15, informaron las autoridades de la Secretaría de Salud en un boletín el 6 de febrero.
“Son hasta más”, dice la médica veterinaria Julieta Mota Tapia, quien laboró ahí en áreas como hospital, terapia intensiva, consultas de fauna y cirugías para anestesiar hasta el 31 de diciembre de 2016.
Las consultas son de 8 a 17 horas de lunes a viernes, y de 8 a 15 horas los sábados, pero a veces al mediodía se alcanza la cuota de pacientes y para atender al resto se alargan los horarios, añade.
“Nunca comía. Terminábamos entre 9 y 10 [de la noche]. Un día nos fuimos casi a las 11”, recuerda en entrevista con Quadratín Mota Tapia, médico veterinario que inició labores en el hospital el 16 de marzo y concluyó el 31 de diciembre, cuando renunció, decepcionada por la operatividad de personal.
El personal médico no es el único que padece la sobredemanda, también algunos perros que deben quedarse internados, duermen en el piso o en caja de plástico en lugar de hacerlo dentro de una jaula. Peor aún, algunos gatos se han quedado enjaulados en el área de perros, con el consiguiente estrés para ellos. Otros aúllan toda la noche, al dejarlos sin medicamento para el dolor, y sin que quienes están de guardia puedan hacer algo al tener prohibido tomar alguna medicina que no haya sido prescrita antes.
Otra forma de maltrato se registra cuando algunos dueños le piden a los veterinarios dormirlos, es decir, matarlos, por cuestiones que no lo ameritan.
Así lo vio Naxhieli López Trejo, quien fue testigo de cómo un dueño pidió sacrificar a su perra Camila porque tenía exceso de pulgas, pero la veterinaria decidió adoptarla. Julieta observó otro caso donde un propietario -un conocido de la subdirectora Rocío Ortega- solicitó quitarle las garras a su gato Grau, operación considerada una forma de maltrato animal.
Otro caso es el ocurrido a Benito, un Schnauzer de 15 años, el cual se le cayó a una médico veterinaria, quien el 19 de agosto lo revisaba; el perro, aquejado por una insuficiencia renal crónica y probable enfermedad valvular, ya no se recuperó y murió.
Dichas irregularidades son conocidas por la directora del Hospital, Silvia Viruega, la subdirectora Rocío Ortega y el jefe de Medicina Interna y Bienestar Animal, Jorge Mexicano.
Así lo explican con su testimonio Julieta y Naxhieli, quienes además presentaron documentos a Quadratín de los accidentes con los pacientes y del acoso que ellas sufrieron. Ambas dejaron de laborar en el hospital y en el caso de la segunda acudió al Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje para pedir ser restituida.
Avísenles que tengan paciencia
El 6 de febrero un comunicado enviado por la Secretaría de Salud capitalina –dependencia a la que pertenece el hospital- resaltaba las consultas que brindó el lugar en su primer año de existencia.
“En menos de un año de servicio cumplió con la expectativa de 150 consultas al día a perros y gatos y en la actualidad rebasó la meta con más de 220”.
Las consultas, de lunes a viernes de 8 a 17 horas, y sábados de 8 a 15 horas, fueron en ascenso, de acuerdo con el mismo boletín: “El Hospital Veterinario del gobierno de la Ciudad de México atendió en 2016 a más de 30 mil 743 perros y cuatro mil 96 gatos, en promedio cerca de tres mil al mes, lo que representa un incremento significativo, ya que en los primeros días de trabajo comenzó con 100 consultas por día y a unas semanas se cumplió con la expectativa de 150, mientras que en la actualidad rebasó la meta con más de 220 diarias”.
El reflejo del exceso de consultas quedó plasmado el 13 de enero de este año en un pantalla de un chat de los médicos; una de ellas, identificada como Da, expresa su preocupación.
“Sólo para avisar ya tengo 16 pacientes, está bien… Sólo ya no anoten más por fa y avisen y a los propietarios que tengan paciencia! Gracias”. La hora: las 9:47 am, es decir, menos de dos horas después de iniciar las consultas.
Otra muestra de los efectos del exceso de trabajo son las quejas que incluso entre el personal se registran por la falta de atención a los animales.
Uno de los testimonios a los que tuvo acceso Quadratín es el de una veterinaria que tuvo un conflicto con un compañero suyo, también parte del personal y dueño de un gato llamado Baby Face. Su propietario se quejó de que su mascota –con fractura de radio y ulna, es decir en los huesos largos de la pata delantera- no había sido atendida, acusó a los médicos de la mañana por no revisar cómo lo dejaron en la guardia nocturna, reclamó que al pagar por un servicio y materiales para su mascota, debía ser atendido, y si no había médicos suficientes, entonces se preguntó por qué no contrataban a más gente.
Ante los reclamos la veterinaria –que estaba embarazada- se exaltó y se sintió mal. Le comentó que efectivamente sí eran pocos médicos pero en todos los turnos, no solo en el matutino, le aclaró que los de la mañana se enfocaban en los pacientes en estado delicado y su animal no lo era.
“Todos los pacientes y propietarios están pagando por un servicio y humanamente no es posible revisar a todos los hospitalizados en las primeras 3 o 4 horas de día. Debido a la patología que presentaba su gato, no era un paciente en estado crítico que necesitara una revisión urgente”, respondió la médico veterinaria.
Se quejó ante las autoridades del hospital de la prepotencia de su compañero, pero ellos no hicieron nada para llamarle la atención, refiere un informe.
Naxhieli también padeció el exceso de demanda e incluso fue dos veces amonestada. Colocada en diferentes puestos, durante su paso por Recepción estaba al tanto de la llegada de pacientes y podía percatarse cuando los consultorios estaban cerca del límite de 15 para atender.
Entonces alertaba a su jefe el doctor Jorge Mexicano, quien le indicaba ya no permitir el ingreso de más pacientes; pese a ello fue castigada dos veces.
En julio recibió su primer exhorto, faltó en lunes y le dijeron que ese día en el hospital se cayó (su operación) y le llegó más trabajo a los compañeros; ella faltó por su abuelita enferma. Le descontaron doble día por no laborar.
El martes 8 de noviembre además de la sobredemanda habitual faltaron dos consultorios. “Cuando pasa eso es un caos”, recuerda.
Fue una situación de la cual fue avisada la subdirectora Rocío Ortega mediante el chat, del cual enseña copia de pantalla, con registro a las 11:53 horas.
“Dra. Rocío los consultorios en este momento ya tienen 15 consultas o hasta más. Y siguen llegando más de primera vez. Qué hacemos? [acompañado de dos emojis]”.
Naxhieli recibió una amonestación el 10 de noviembre. Según los documentos de los que Quadratín tiene copia, fue por dar por su cuenta indicaciones al personal de seguridad dos días antes para negar el acceso a la ciudadanía que llevaba pacientes para consultas de primera vez, sin el conocimiento e indicación de sus superiores inmediatos y contraviniendo lo establecido en el artículo 47 fracción 1 de la Ley federal de responsabilidades de los servidores públicos.
El 10 de diciembre recibió otro exhorto por la misma causa.
Buscar un culpable
En entrevista Naxhieli negó haber dado indicaciones para impedir el ingreso de los dueños de los pacientes, tal como la acusan en el exhorto.
“En noviembre dicen que negué atención a pacientes y yo dije ‘ah canijo, ¿cuándo hice eso?’ Quiero grabaciones que me digan quién me puso exhortos, que me digan cómo le negué atención a esos pacientes. Ese día faltaban dos consultorios, cuando faltan se vuelve un caos y creo que fue la subdirectora la que dijo que hubo una llamada de atención por parte de la Contraloría, porque alguien estaba negando la atención, que porque no pasaban más pacientes. Lo que hicieron fue buscar un culpable, yo estaba adelante, enfrente, les pedí una reunión con la administradora, ella me puso el exhorto, un policía dijo que yo negué la atención, les pedí una reunión y que estuviera el policía y les dije ‘no voy a firmar, no se me hace justo’. Jamás hicieron la reunión”, afirma.
No fue el único maltrato al que fue sometida. Desde que ingresó le avisó a las autoridades que nunca había tenido varicela, por lo cual pidió no estar en recepción para no exponerse a ser contagiada. Pero soslayaron su petición y se llenó de varicela.
Otro incidente registrado fue el interrogatorio al que fue sometida por parte de la directora del hospital, Silvia Viruega, que le reclamó una solicitud de información supuestamente a nombre del novio de Naxhieli.
“La doctora Silvia con incapacidad con su bebé de dos días me regañó con la subdirectora, estaba hasta su esposo ahí”.
Viruega le mostró sus sospechas de que había sido el novio por la información tan específica solicitada, que preguntaba sobre el hermano de la subdirectora, Juan José Ortega, o sobre Luis Zapata González, pareja de Rocío Ortega. El solicitante preguntaba si Juan José Ortega tenía los requerimientos para estar ahí, y por qué Zapata González cobraba, si desde agosto ya no trabajaba ahí.
Naxhieli incluso grabó la conversación y se escucha a la directora que le dice amenazante: “platícalo con él, la única persona que perjudica es a ti”.
“A lo mejor está molesto con el descuento. Tú como médico general no ganas lo que un especialista, cada quien está en el área por cuestión académica”, le aclaró.
Les iban a pagar más
Julieta ingresó en marzo de 2016 al Hospital Veterinario de la Ciudad de México. Inaugurado casi un mes antes, se trataba del primero para atender a perros y gatos en la capital. La médico veterinario abandonó su trabajo en un consultorio privado atraída por la posibilidad de entrar a un sitio pionero en la capital, así como por el sueldo que le pagarían.
Pero su ilusión pronto comenzó a desvanecerse. Fue cuando recibió su primer pago y notó que de los 20 mil que le habían prometido, sólo recibió 16 mil pesos.
“Jorge Mexicano, jefe directo se dedicó a hacer contrataciones. Prometió que entraríamos en nómina ocho, con sueldo de 20 mil pesos que con impuestos quedarían en 18 mil pesos y aclaró que tardaríamos dos meses en recibir el pago. Nos pidió integrarnos pronto, por lo que incluso quedamos mal en el anterior empleo”, comparte.
“Nos fuimos por el sueldo, las prestaciones, los dos días de descanso y ocho horas laborales”, agrega.
Reconoce que a quienes entraron en marzo les pagaron antes de los dos meses, al mes y medio, pero con una sorpresa: eran 14 mil 200 pesos lo que recibieron por mes.
“Los jefes hicieron una junta un sábado y nos dijeron que ya no serían 18 mil, que no sabían las razones y que si no estábamos de acuerdo, que nos fuéramos”.
No fue el único motivo de decepción para ella. Ante la demanda de capitalinos y de dueños de mascotas de otras entidades que acudían al Hospital las autoridades le extendieron su horario sin consultarla.
Tanto la cuestión del sueldo rebajado como del horario ampliado llevaron a Julieta a expresar su desacuerdo. Notó que ante la carga de trabajo comenzó a haber algunas desatenciones, que se sumaron a que no todos los que laboraban contaban con los estudios y especialización adecuados para curar a los animales llevados por sus dueños.
Julieta comenzó a expresar sus desacuerdos, a criticar los cambios de horario, los cambios de turno, o que ante las ausencias de algún compañero fueran regañados por no asumir la carga de trabajo que ya de por sí rebasaba la capacidad del personal.
Observó además que otras personas con faltas, como la que tiró a Benito, pero cercanas a las autoridades no han sido sancionadas de la misma manera. Se trata de una médico cuyos resultados de sus evoluciones son 32 de 50 puntos posibles.
Asimismo, detectó fallas administrativas como que en la farmacia no se conserven dos copias de las recetas y que las medicinas no sean a precios accesibles.
A ella sí le ofrecieron renovar el contrato, pero renunció al ver que no contratarían personal y por otras situaciones, como que no le hayan cumplido en su salario.
La Dra. Viruega te eliminó
La última conversación por chat que Naxhieli tuvo con Viruega fue el 29 de diciembre para preguntarle sobre un memorándum que le avisaba que estaba fuera del hospital. Lo particular de dicho documento con fecha 19 de diciembre fue que lo pegaron en la puerta del domicilio de Naxhieli, con sus datos personales y a la vista de quien pasara por ahí.
“Por cierto, tengo una duda sobre mi baja del programa y un ‘tercer exhorto’ ya que estos me los pegaron afuera de mi casa exhibiendo mis datos personales, en mis días de vacaciones. Yo no estaba en casa y no me lo comentaron de frente. Tengo entendido existe una ley de datos personales y transparencia. Se supone que eso es de frente. Por qué no me llamaron, para presentarme en su oficina?”, preguntó la joven en el chat.
Viruega se limitó a darle una breve respuesta: “claro doctora, me informan que por los conductos que usted ingresó recibirá la respuesta”.
El siguiente mensaje que Naxhieli vio fue: “dra Viruega SS te eliminó”.
Quadratín México solicitó ante el área de comunicación social de la Secretaría de Salud entrevistas con los directivos de Hospital Veterinario de la Ciudad de México para conocer su testimonio, sin embargo, no se obtuvo respuesta.