Escenario político
@guerrerochipres
La juventud busca divertirse. La vida social es parte de su bienestar, y lo dice la ciencia: al convivir con amigos, el cerebro de las y los más jóvenes genera oxitocina, la hormona del amor; es normal y sano.
El tema se complica cuando intervienen actitudes depredadoras de su seguridad, desde el estado del sitio al cual acuden hasta el tipo de productos consumidos en el lugar. Y en condiciones de desigualdad económica, los riesgos son mayores.
Ese derecho juvenil a la diversión resulta menos asequible para quienes menos tienen, situación de vulnerabilidad aprovechada por empresarios que ilegalmente ofertan diversión de bajo costo —en antros conocidos como “totalmente prole” o para “estudihambres”—, con venta de bebidas alcohólicas sin restricción a la mayoría de edad y con la duda sobre su procedencia.
El Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, ya advirtió investigaciones penales contra aquellas personas que pongan en riesgo a la juventud. “No es una cuestión solamente de violación a una norma administrativa; se pone en riesgo la integridad física y hasta la vida de jóvenes”, dijo luego de dos casos representativos.
El 7 de junio, las autoridades suspendieron el bar Black, ubicado en el corredor Madero, en el Centro Histórico. En el sitio se desarrollaba el VocaFest y había más de tres mil personas, cuando el aforo máximo es de mil. Además, ocho menores de edad presentaban intoxicación por consumo de alcohol.
Una semana después fue clausurado El Perro Salado, un antro en la colonia Tránsito de la alcaldía Cuauhtémoc, con capacidad para 250 personas, pero donde había el doble, muchas de ellas menores a quienes vendían bebidas alcohólicas sin limitación.
Aunque es crucial respetar su derecho a disfrutar su tiempo libre, se debe ejercer dentro de un marco de legalidad, garante de su seguridad y bienestar. La regulación y revisión es necesaria para prevenir conductas peligrosas y proteger a las y los jóvenes de riesgos asociados, como el consumo excesivo de alcohol, uso de drogas, violencia y acoso.
Ocio y recreación son un derecho de niñas, niños y adolescentes reconocido por la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, según el cual pueden participar plenamente en la vida cultural y artística. Incluye el acceso a lugares de entretenimiento, donde pueden interactuar, relajarse y divertirse.
Defendamos el derecho de la juventud a la fiesta, bajo un marco de igualdad y respeto a la legalidad. Ser joven y con recursos económicos limitados no debe representar una situación de vulnerabilidad aprovechada por nadie.