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TOLUCA, Edomex., 25 de noviembre de 2017.- Derivado de un trabajo de inteligencia que se prolongó por más de tres meses, la División de Gendarmería de la Policía Federal (PF), con apoyo de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PJGE), detuvo a dos presuntos integrantes de una red de tratantes de mujeres con fines de explotación sexual de carácter internacional, la cual operaba bajo la fachada de un motel en Toluca.
Como parte de esta operación, se añadió en un comunicado, el personal de la División de Gendarmería en estrecha colaboración con la Fiscalía Especializada en Trata de Personas del Estado de México, iniciaron una indagatoria por la presunta explotación sexual de mujeres originarias de Sudamérica, con centro de operaciones en el Motel con Razón Social Gran Vía, que operaba en Toluca.
Gracias a un trabajo de inteligencia y campo se confirmó el modo de operación de este grupo, además de identificar a sus principales líderes y con las respectivas órdenes judiciales se realizó un operativo en el inmueble, donde se rescató a 24 mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual.
De estas mujeres, con edades desde los 21 a 39 años, 14 manifestaron ser originarias de Colombia y 10 procedentes de Venezuela, las cuales fueron trasladadas ante personal capacitado en el trato a víctimas en la Fiscalía contra la Trata del Estado de México.
Se detuvo a dos personas, identificadas como Javier N., de 40 años de edad y Adriana N., de 43 años, quienes presuntamente coordinaban la actividad ilícita dentro de este Motel, y derivado de las órdenes de aprehensión concedidas fueron presentados ante un Juez Penal en el Centro de Readaptación Social de Lerma, en el Estado de México.
De acuerdo con la indagatoria, presuntamente las mujeres eran enganchadas por enlaces de este grupo criminal en sus países de origen, con la promesa de un mejor empleo, ingresaban con visa de turista y una vez en México, les quitaban su pasaporte además de que eran obligadas a prostituirse con la amenaza de hacer algún daño a sus familias.
Las mujeres extranjeras pernoctaban en el mismo establecimiento y eran obligadas a cubrir una cuota de cuando menos cinco clientes por día, registrando casos en los que eran golpeadas en caso de no reunir la cuota diaria.