
Cuauhtémoc y Papantla, en alianza para impulsar cultura y turismo
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de mayo de 2021.- Con el desplome de la Línea 12 del Metro el pasado 3 de mayo, se ha abierto nuevamente esa añeja herida del oriente de la Zona Metropolitana, que ah lamentó la Arquidiócesis de México.
A través de su editorial dominical, expuso que además, esto ocurre durante la crisis sanitaria más grave de la historia moderna.
“Cuando en 2006 se anunció la construcción de la Línea 12 del Metro, hubo esperanza entre los habitantes de la zona oriente de la Ciudad de México, que en esos años experimentaba un fuerte crecimiento demográfico, con su consecuente incremento en el tránsito vial.
Esta Línea representaba el ahorro de una hora, o más, en el tiempo de traslados de los habitantes de Valle de Chalco, Tláhuac y pueblos como Mixquic, Nopalera o Zapotitlán, entre otros. Era una solución necesaria y urgente para mejorar la calidad de vida de millones de personas”, manifestó.
Recordó que, apenas había sido inaugurada en 2012, cuando la necesidad de unos indispensables ajustes obligaron a su cierre en 2014. Esta situación duró más de un año, lo que incrementó el caos vial en esa zona en la que todo se había adecuado para la nueva Línea del Metro. En 2015 el transporte masivo estuvo de regreso.
El desplome de dos vagones de la Línea 12, ocurrido a principios de este mes, ha ocasionado al día de hoy la muerte de 26 personas, así como más de 80 heridas, de las cuales 33 permanecen hospitalizadas; muchas de ellas graves.
“La zona afectada por la nueva suspensión del funcionamiento de la Línea 12 del Metro necesita de una urgente y cercana atención. Muchas de las personas que ahí habitan son de escasos recursos, gente en estado de pobreza, cuya vida puede hacerse miserable si no se les apoya de la manera correcta y se atienden sus necesidades prioritarias”, expresó.
Indicó que este es un momento que debe unirnos a levantar la mano para apoyar en lo que nos sea posible.
“La tragedia en Tláhuac requiere, sí, de la investigación para determinar sus causas y responsabilidades, pero también de la suma de todos los sectores sociales: gobiernos, empresarios y ciudadanos, para apoyar a una región muy lastimada desde hace años, y que hoy se encuentra vulnerable.
En medio de las malas noticias, la solidaridad y la fraternidad social de la que nos habla el Papa Francisco, darán esperanza a quienes hoy viven con incertidumbre”.