Se declara inocente Luigi Mangione por muerte de CEO de UnitedHealthcare
JERUSALÉN, 6 de diciembre (EXCLUSIVA de Quadratín México).- La desunión del pueblo egipcio, que se pudo comprobar en las últimas elecciones entre la Hermandad Musulmana y otros grupos islamistas y los liberales, la izquierda y los cristianos por el otro, se hace más visible con la escalada de violencia que recorre el país en estos días.
La inestabilidad económica que afecta a Egipto y que no fue encarada exitosamente por el nuevo presidente Mohamed Mursi, es el caldo de cultivo del descontento popular que puede convertirse en un desequilibrio político.
Ello puede provocar el fin de los logros del pueblo sediento de más democracia después del fin del régimen autocrático del presidente Hosni Mubarak.
Más de 40 por ciento de la población egipcia se encuentra debajo de la línea de la pobreza, misma que se agravara después de los 16 meses de transición a la democracia electoral.
La posibilidad de que el presidente se adjudique poderes absolutos, que la Ley Islámica sea la religión del Estado, y que los principios de la sharia – la ley islámica – sean la fuente de la legislación, son las razones que motivan las manifestaciones actuales, conducidas por los grupos que temen la aplicación completa de los principios teocráticos.
Esos grupos rechazan también el borrador de la Constitución por considerar que no ofrece suficientes garantías al respeto de las libertades individuales, que prohíben las críticas y ofensas a personas y al Profeta. Si bien reconoce la libertad de expresión, lo hace “bajo una supervisión limitada”, lo que puede dar pie a la censura.
La Iglesia copta ortodoxa a su vez teme que limite su libertad religiosa. Los jóvenes revolucionarios, temen que en la nueva constitución el Ejército contará con una amplia autonomía para gestionar sus asuntos y creen que hay un pacto secreto entre la Hermandad Musulmana y los generales para repartirse el poder.
La agencia estatal de noticias de Egipto informó que el despliegue militar en torno al Palacio Presidencial tiene como objetivo asegurar el edificio tras las violentas protestas entre partidarios y opositores del presidente Mursi en la zona.
“La Guardia Republicana comenzó un despliegue en torno a la sede de la Presidencia… en su calidad de símbolo del Estado y la sede oficial del gobierno”, precisó.
La Guardia Republicana es responsable de la custodia de las oficinas presidenciales en el país y esta mañana había colocado cinco tanques y nueve vehículos blindados cerca de la Presidencia, amenazando desalojar a los manifestantes que permanezcan en las inmediaciones del palacio presidencial de El Cairo. También ha prohibido toda manifestación cerca del complejo tras los violentos enfrentamientos del miércoles en la noche.
La violencia se extendió la víspera a distintos puntos neurálgicos del país, y los opositores al gobierno del presidente Mohamed Mursi asaltaron e incendiaron las oficinas del Partido Libertad y Justicia el brazo político de la Hermandad Musulmana en Suez e Ismailia, en el oriente de El Cairo, y hubo enfrentamientos en la ciudad industrial de Mahalla y la provincia de Menoufiyah en el norte del delta del Nilo.
Los enfrentamientos entre partidarios del presidente Mohamed Mursi y sus opositores han dejado cinco muertos y 450 heridos, y los hospitales de la zona de Heliópolis siguieron recibiendo víctimas de los disparos y del lanzamiento de piedras en las primeras horas de la mañana del jueves en el horario de Egipto.
El-Husseini Abul-Deif, periodista del periódico El-Fagr, es una de las víctimas de los disparos. Resultó gravemente herido durante los enfrentamientos y los médicos en el Hospital Zahraa lo declararon clínicamente muerto. El Sindicato de Periodistas ha acusado a los dirigentes de la Hermandad Musulmana por el ataque a El-Husseini y al presidente Mursi por su incapacidad de garantizar la seguridad pública.
Zaghloul El-Balshi, el recién nombrado jefe de la Comisión Electoral del próximo referéndum sobre la constitución que se debe llevar a cabo el 15 de diciembre, renunció a su cargo dos días después de haber sido nombrado.
“No participaré en un referéndum que derrama la sangre del pueblo egipcio”, dijo El Balshi y lanzó un llamado a su presidente para cancelar la declaración constitucional de manera inmediata.
Mursi debe presentarse hoy ante su pueblo con la intención de tranquilizar los ánimos, aunque no hay señales que desee suspender o anular el referéndum. Lo que se espera es que Mursi emita un nuevo decreto y nombre a los imanes islamistas para que controlen las cabinas electorales el 15 de diciembre.
A su vez, los opositores han convocado tres marchas para hoy hacia el palacio presidencial, en protesta contra lo que consideran los ataques de ayer de “milicias” de los Hermanos Musulmanes.
Los grupos seculares temen además que por encima de las bondades y defectos de la nueva Constitución, serán aprobados por la población temerosa de votar por el NO, de ser considerados pecadores.
Ello significaría –según ellos-, la aprobación automática de la Constitución. Estos grupos temen que Egipto tendrá una nueva Constitución escrita por una minoría de fanáticos, mientras que la gran mayoría de los egipcios ha sido marginada.
Tienen la convicción de que la nueva Constitución no refleja sus valores ni sus aspiraciones de lograr la igualdad, la libertad, la prosperidad económica y social la justicia.
QMX/yb/bhr