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CIUDAD DE MÉXICO, 12 de agosto de 2021.- Las consecuencias socioeconómicas de la crisis provocada por la pandemia de Covid 19 han afectado gravemente los ingresos, el trabajo, la educación, la formación, el aprendizaje en la vida laboral, la salud mental y el bienestar de los jóvenes.
Millones de trabajadores jóvenes en todo el mundo, en particular mujeres jóvenes, han perdido su puesto de trabajo y sus ingresos, debido a la enorme presencia de jóvenes en los sectores y ocupaciones más afectados por los confinamientos decretados durante la pandemia de Covid 19 –como el comercio minorista, la hostelería, el ocio y el turismo.
Incluso antes de la pandemia, los empleos de los jóvenes se caracterizaban por su precariedad, bajos salarios, carencias o ausencia total de protecciones sociales y falta de acceso a un sindicato. La mayoría de los jóvenes del mundo ya trabajaban antes de la pandemia en la economía informal y las mujeres jóvenes tenían más probabilidades que los hombres jóvenes de ocupar empleos precarios y mal pagados.
La Covid 19 ha venido a agravar estos problemas. En comparación con los trabajadores de más edad, los jóvenes tienen más del doble de probabilidades de haber perdido su empleo durante la pandemia, mientras que los que aún tienen un empleo han visto deteriorarse sus condiciones laborales. Los jóvenes que estaban a punto de entrar en el mercado laboral cuando estalló la pandemia se han quedado con pocas opciones laborales.
La pandemia se ha cebado aún más si cabe con los jóvenes que están más expuestos a la explotación y los abusos debido a la discriminación cruzada por razones de edad, género, discapacidad y condición de migrante.
Se teme que la pandemia deje una huella indeleble en las personas más vulnerables, tanto en el mundo del trabajo como en la sociedad en general. Si a todo ello unimos los devastadores efectos del cambio climático, el futuro de la juventud parece incierto, a menos que se tomen medidas urgentes y audaces.
Los jóvenes están de acuerdo: es necesario cambiar el sistema. Un Nuevo Contrato Social puede ayudar a prevenir la exclusión de toda una generación de jóvenes y a construir un futuro resiliente para ellos, basado en la justicia social y económica para todos.
Este 12 de agosto de 2021, Día Internacional de la Juventud, los jóvenes trabajadores y trabajadoras y los sindicatos, en alianza con las organizaciones lideradas por jóvenes y los movimientos defensores de la justicia social de todo el mundo, unirán sus voces para reclamar un Nuevo Contrato Social, configurado por cinco revindicaciones principales:
Derechos: garantizar los derechos laborales y las protecciones sociales a todos los jóvenes trabajadores y trabajadoras, incluido el derecho a afiliarse a un sindicato y el acceso a oportunidades de formación y de aprendizaje a lo largo de la vida;
Empleo: inversiones en puestos de trabajo respetuosos con el clima, junto con empleos en sanidad, asistencia, educación y otros servicios públicos de calidad;
Protección social: garantizar la protección social de todos los trabajadores y las trabajadoras, incluidos los jóvenes y quienes trabajan en la economía informal, y establecer un Fondo Mundial de Protección Social;
Igualdad: garantizar la participación igualitaria y equitativa de los jóvenes y de los grupos que intentan alcanzar la equidad en la vida económica, social, política y cultural, e
Inclusión: desmantelar los sistemas de opresión que excluyen a las personas por motivos de género, raza, clase, nacionalidad, ciudadanía, discapacidad, edad, orientación sexual o identidad de género.