DINTEL: Cárceles sin puertas

21 de septiembre de 2012
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Abelardo Martín

Existe un concurso de culpabilidades mutuas entre los gobiernos federal,  estatales y  municipales, respecto a la falta de coordinación y comunicación efectiva en la operación e inteligencia policiacas.

La Federación, o sea la Secretaría de Seguridad Pública a cargo de Genaro García Luna, el funcionario más importante del calderonismo que ejecutó el programa “estrella” del sexenio, atribuye a los gobernadores la responsabilidad o culpa, de los hechos de violencia y la preponderancia del crimen organizado.

En los estados, a su vez, se culpa de ausencia de coordinación a los órganos federales. El hecho es que muchos penales aptos para recibir delincuentes “comunes” recibieron de pronto a mafiosos de altos vuelos y grandes recursos. Es decir, el sistema penitenciario de todos los niveles demostró su insuficiencia y gran fragilidad.

No solo las instalaciones físicas sino también los equipos humanos son incapaces de enfrentar, desde hace 6 años y hasta hoy a la delincuencia, porque se actuó sin estrategia y menos inteligencia se habilitó un programa que debió anunciarse, publicitarse menos y ser más eficaz. Pero es tarde para los lamentos y las culpas. Los hechos están a la luz del día.

Las cárceles están abarrotadas de delincuentes, muchos de alta peligrosidad que, inclusive, tienen su mejor refugio y protección en los propios penales, desde los que actúan y operan a ciencia y paciencia de autoridades que lucen rebasadas.

Al final del sexenio, Seguridad Pública puede publicitar cuentas, cifras positivas y alegres, pero los ejecutados nuestros de cada día, las extorsiones, secuestros, fugas y asaltos cotidianos revelan un país perdido en la violencia y sin brújula para orientarse.

Por eso cada vez son más las voces que exigen paz y desarme, las únicas vías hacia la gobernabilidad y el sometimiento de los grupos u organizaciones delincuenciales de todo tipo. Ello junto a una estrategia de educación cívica que potencialice el trabajo policíaco con el de los ciudadanos. No se trata de resultados espectaculares, sino de la suma de actos y la formación de una cultura en la que la legalidad, el apego a normas y principios comience a permear y cale en lo hondo de toda la sociedad.

La violencia ha generado más violencia y el clima de inseguridad ha crecido, con el consecuente daño y perjuicio en la imagen de ciudades medias y grandes, de las que el turismo nacional e internacional se ha ahuyentado. El único camino está en replantear y restructurar inteligencia, estrategia y acciones, porque lo que es contundente, es que si se repiten los mismos esquemas no podrán esperarse o pretenderse diferentes resultados. Ahí están los hechos que lo confirman a diario. Las cárceles no tienen puertas o se abren fácilmente.

 

QMex/am

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