
De frente y de perfil
La llamada guerra sucia comienza por las palabras, los discursos que construyen los políticos y que han empujado a la sociedad a una tensión que enfrenta a compañeros, amigos, hermanos y familias. Pero se ha llegado a más, aunque muy pocos lo sepan o se quieran dar por enterados.
Los ataques entre los candidatos comienzan ha convertirse en enfrentamientos verbales y comienza a llegarse a las manos. De ahí a las balas dista un tramo muy corto, casi imperceptible, pero que cuando se traspasa es muy difícil volver atrás.
La virulencia verbal ya sea en “debates”, spots de televisión o radio, en declaraciones informativas tiene consecuencias. Ya en la elección del 2006 se mencionó con insistencia el riesgo que enfrentaron los mexicanos de caer en acciones de violencia electoral y post electoral.
Para nadie es secreto la virulencia y beligerancia de algunos contendientes que, en su desesperación por remontar las encuestas, son capaces de todo, especialmente de agredir a los adversarios. Están en todos los partidos y caen en las mismas acciones de guerra electoral, el ataque, la denostación, la amenaza.
Existe la creencia de que cuando los políticos se dan de cachetadas, en la calle la gente se lían a golpes y a balazos. Aunque pocos lo vean y menos lo crean, la virulencia electoral comienza a pisar esos delicados terrenos.
Como marco a las nutridas manifestaciones de jóvenes, unos autodenominados #Yosoy132 y otros que solo por diversión se suman a ese movimiento, la escalada de violencia de todos los días, con su consabido número de muertos y “levantados”, el proceso electoral trae consigo la efervescencia violenta que en cualquier momento detona.
Anteayer, en medio de la expectativa del debate, las redes sociales dieron cuenta de un evento poco agradable en la estación Revolución del Metro: un grupo de manifestantes en recuerdo del 10 de junio, identificados con la izquierda, aún con sus cartulinas esperaba el arribo del tren, cuando otro grupo, pero de priistas, se enfrascaron en una lucha sin cuartel. Los golpes, gritos y amenazas surgieron. La intolerancia y la violencia estuvieron presentes.
Una cosa es que sea espectáculo al que se han hecho adictos muchos informadores, pero otra muy distinta es la de la calle. Hay quienes dicen que es la intolerancia que generan partidos y candidatos, ¿Quién la detendrá?
Ayer mismo, el diputado federal Ovidio Cortázar Ramos informó que el militante panista Édgar Hernández Corzo fue asesinado en las primeras horas de este lunes cuando colocaba propaganda política en Villaflores, Guanajuato. El legislador panista precisó que Hernández Corzo, de 25 años de edad, trabajaba en el equipo de campaña del candidato a la alcaldía del lugar, Mariano Rosales. Se presentó la denuncia por el delito de homicidio. “Es muy lamentable que se manchen de sangre las elecciones, que se enluten hogares, el llamado es enérgico para que las autoridades hagan las investigaciones, el esclarecimiento y el castigo con todo el peso de la ley”, expresó Rosales.
Los actores políticos y la sociedad no debemos permitir que las elecciones del 1 de julio se manchen, en el PAN somos gente de bien, de paz, le apostamos a la legalidad, apelamos a la certeza por parte del Instituto Federal Electoral (IFE) y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), concluyó.
En otro momento, en hechos paralelos, dos militantes panistas fueron agredidos física y verbalmente por priístas durante las porras que se generaron el día del debate que se organizó en la capital de Veracruz.
Durante las porras en las que defendían a cada uno de sus candidatos que participaron en el debate iniciaron los ataques en contra de los panistas, quienes fueron empujados ante la multitud, además de recibir manotazos y jalones de cabellos, sin que la Policía Municipal los aprehendiera.
Diversas voces en todo el país advierten posibles hechos violentos que distorsionen el proceso electoral. Quizá, el mayor riesgo el primero de julio sean actos delictivos y de violencia que empujen la elección a la anulación de casillas o distritos. La violencia, hasta ahora verbal y electoral, amenaza volverse física y callejera lo que no conviene a nadie. La armonía y la paz empiezan por el lenguaje, ojalá todos los candidatos y no solo los presidenciales adquieran esta conciencia. La ciudadanía esta tensa, el país esta como un bosque seco y hay muchos políticos que están prendiendo cerillos.