
México frente a la era de los líderes autoritarios
Ochenta mil familias tuvieron este Día de los Fieles Difuntos, motivo para sentir el dolor de la muerte y la insensibilidad que la circunda
Como nunca antes desde hace cien años tenía el país tantos muertos que recordar o contabilizar como en este sexenio que está a unos cuantos días de terminar.
Ni el terremoto de 1985 que destruyó cientos de edificios y produjo miles de muertos y, por supuesto, tampoco ninguna otra catástrofe producida por la fuerza de la naturaleza, produjo las 80 mil personas que murieron en los últimos 6 años por la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Ochenta mil familias tuvieron este Día de los Fieles Difuntos, motivo para sentir el dolor de la muerte y la insensibilidad que la circunda.
Se vive, dicen algunos, una auténtica cultura de la muerte, no solo por el resultado de sangre y vidas, sino que las políticas públicas han hecho de la parca un asunto de números con afanes destructivos y beligerantes.
Ya los balances de esta campaña festejan que en octubre hubo menos muertos que en el mismo mes de los años pasado y antepasado. No se sabe porque no hay explicación o parámetros de comparación si esta disminución es buena o mala, positiva o negativa.
Se anticipan, se anuncian ya algunos procesos legales en tribunales internacionales contra del gobierno calderonista por esta guerra y los miles de muertos producidos.
Recuperar la vida, terminar con el odio, el resentimiento, la destrucción y retomar un nuevo espíritu con valores vitales vendrán bien, después del día (y los años) dedicados a rendir culto a la guerra, al combate, a las armas, se restablezca la confianza y desaparezca el miedo.
Deseos de vida, aunque nos burlemos de la muerte.
QMX/am